Viennale 2025: crítica de «Little Boy», de James Benning

Viennale 2025: crítica de «Little Boy», de James Benning

por - cine, Críticas, Festivales
19 Oct, 2025 04:15 | Sin comentarios

Combinando discursos políticos y canciones de distintas épocas, el realizador de «13 lagos» traza una crítica historia de los Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra hasta la actualidad

Una obra conceptual sencilla y bastante directa, LITTLE BOY presenta una serie de planos fijos en los que se ven manos que trabajan pintando maquetas de casas y otro tipo de construcciones edilicias mientras en la banda sonora se escuchan, alternativamente, discursos políticos y canciones que van avanzando desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad. Se trata de un ejercicio simple pero efectivo que a través de discursos –algunos muy conocidos, otros no tanto– va trazando una historia política de los Estados Unidos con un eje puesto en la militarización y en las diferencias económicas entre los que más tienen y los que menos.

Los temas musicales incluyen éxitos pop de los ’60 (Martha & the Vandellas, The Shirelles), canciones folk (Pete Seeger, Tracy Chapman) y otras canciones de distintas épocas (Cat Power), las que se van intercalando con las escuchas de los discursos, en muchos casos radiales o televisivos, de figuras clave de los últimos 80 años, como Harry Truman, Dwight Eisenhower, Stokely Carmichael, César Chavez, Ronald Reagan y Hillary Clinton, entre otros. No se trata de un repaso de grandes o célebres discursos (no hay nada de Kennedy ni de Martin Luther King ni de Nixon ni de Obama) sino de tan solo algunos que van tejiendo el mapa de intereses del film y de James Benning.

Los temas son los más caros al progresismo estadounidense: la carrera armamentista, la inmigración, la ecología, el cuidado del medio ambiente y la disparidad social. Y ya desde el título –que es el nombre en código que tuvo la bomba atómica lanzada en Hiroshima–, Benning deja en claro cuál es su principal eje, algo a lo que regresa sobre el final. Elocuente aunque un tanto reiterativo, especialmente en lo visual, los 74 minutos de LITTLE BOY funcionan más que nada como un recordatorio de que la decadencia de los Estados Unidos como «faro moral» no empezó hace poco tiempo sino que es algo que se viene cocinando hace ya ochenta años, desde aquel aciago 6 de agosto de 1945.