Viennale 2025: crítica de «Mother’s Baby», de Johanna Moder

Viennale 2025: crítica de «Mother’s Baby», de Johanna Moder

por - cine, Críticas, Festivales
21 Oct, 2025 02:36 | Sin comentarios

En esta mezcla de drama con película de suspenso, una madre que acaba de tener un bebé en una clínica experimental sospecha de su criatura y de los doctores que la trajeron al mundo.

La depresión posparto es un tema recurrente no solo en la vida sino también en el cine. Dramas, películas de suspenso, thrillers y hasta films de terror se han hecho en relación a las curiosas sensaciones que tienen algunas madres después de dar a luz. MOTHER’S BABY, la película de la austríaca Johanna Moder que compitió en la Berlinale este año y se exhibe ahora en su país natal, se ocupa esencialmente de eso. Y decide plantearlo siguiendo dos caminos en paralelo. Por un lado, el del drama personal. Pero, por otro, el del film de suspenso y misterio con más puntos de contacto con EL BEBE DE ROSEMARY y escalofriantes películas similares.

Todo empieza de un modo un tanto enrarecido ya que la pareja que integran la conductora de orquesta Julia (Marie Leuenberger) y su marido Georg (Hans Löw) tienen dificultades para quedar embarazados y recurren a una gélida y un tanto aséptica clínica manejada por un tal Dr. Vilfort que, al ser interpretado de manera seca por el actor danés Claes Bang –que suele encarnar a personajes siempre un tanto problemáticos, como en THE SQUARE o el mismísimo Conde Drácula–, da al espectador la sensación de que nada bueno saldrá de esa situación.

Pasan los meses, llega el parto y se presenta muy complicado. Tras idas y vueltas, reciben al bebé y se lo llevan sin que los padres puedan verlo. Ellos se quedan esperando –excesivamente calmos– y el doctor y sus igualmente hoscos asistentes vuelven mucho después para decirles que el bebé fue llevado a un hospital porque tenía problemas de oxígeno. Todo parece ser bastante grave pero al otro día –o eso parece–, el doctor y su equipo regresan con el bebé en perfecto estado. Más pequeño que lo esperado, pero en apariencia sano y muy tranquilo.

De entrada a Julia hay algo que la incomoda. El bebé duerme todo el día, no llora casi nunca, no se molesta por los ruidos fuertes y casi no come. Mientras el padre lo toma con naturalidad, ella cree que pasó algo raro en ese interín en el que se lo llevaron. ¿Se lo cambiaron por otro? ¿O esa clínica esconde algún secreto extraño? Lo que va pasando en las siguientes semanas se encamina para los dos lados a la vez. Es probable que el niño sea un tanto inusual pero todo hace pensar que, más que cualquier otra cosa, Julia es una madre que está lidiando con una severa depresión posparto y empieza a sospechar las cosas más absurdas de todo aquel con el que se cruza.

Moder utiliza un tempo más propio de un drama personal y familiar que el de un film de suspenso. Durante casi dos tercios de la película uno tiene la sensación que Julia no está pudiendo lidiar con su maternidad –le dan a otra un trabajo que era suyo, sospecha de todo el mundo, terminan enviándole un asistente social– y que, de hecho, su labor detectivesca para tratar de saber si hay algo raro en el bebé y/o en la clínica en la que nació no es otra cosa que una manifestación excesiva de esa rara paranoia. Hasta que en cierto momento Moder le dará otra marcha a su película para hacerla coquetear con el terror o volverla, definitivamente, más enigmática de lo que ya era.

Esa doble conducción que maneja el film es arriesgada y no siempre funciona como debería. Los adeptos a la versión dramática quizás no vean con buenos ojos hacia las zonas más enrarecidas hacia las que deriva el film mientras que los que imaginan un thriller sobre experimentación con recién nacidos (una de las posibilidades que Julia maneja) quizás no conecten del todo con la manera calma y ambigua que propone la realizadora. Pero aún con esos problemas de tono y tempo, MOTHER’S BABY logra transformarse en una película inquietante sobre esas zonas grises que rodean a la maternidad.

Una de las ingeniosas maneras que utiliza Moder para confundir al espectador pasa por las actuaciones de buena parte del elenco secundario. A la manera de Roman Polanski en el clásico con Mia Farrow, uno no tiene claro si la gente actúa raro alrededor de ella o si es solo su angustiado punto de vista el que las ve así. Ni el marido ni las otras personas que interactúan con ella notan nada raro –de hecho, les parece envidiable un bebé tan tranquilo–, pero Julia está convencida que hay una trama secreta alrededor de su hijo. La realizadora es lo suficientemente inteligente como para resolver la intriga y a la vez no hacerlo, dejando en manos del espectador la interpretación de lo visto. A no todo el mundo le resultará satisfactoria la elección, pero es la que mejor funciona para la trama y, sobre todo, para la abrumada protagonista.