
Estrenos: crítica de «La dicha en movimiento», de Maxi Gutiérrez
Esta comedia romántica adolescente transcurre en medio de la mítica grabación del exitoso álbum debut de la banda pop argentina Los Twist, en 1983. Estreno: 20 de noviembre de 2025.
En 1983, con la temporal prohibición de pasar música en inglés en las radios –una medida del gobierno militar ligada a la Guerra de Malvinas– y el clima previo y entusiasta del regreso de la democracia, la rock nacional se renovó generacional y estéticamente. En medio de todo eso, Los Twist sonaban en bares y estaban a punto de grabar su primer álbum, «La dicha en movimiento«, que produciría en tal solo 29 horas Charly García. La banda, integrada por Pipo Cipolatti, Fabiana Cantilo y Daniel Melingo, entre otros, se volvería exitosa de la noche a la mañana y casi todas las canciones del disco se convertirían en hits. Esta película no es una crónica de ese evento, sino que lo utiliza como trasfondo para hacer una comedia romántica adolescente. Pero, finalmente, es ese repaso histórico el que más gracia y simpatía tiene.
La historia de amor es sencilla. Mario (Kevsho) es un joven universitario con una mala relación con su padre (Pablo Seijo) quien, en un recital en el Café Einstein, de Los Twist, conoce a Ana (Ornella D’Elía) y parece enamorarse a primera vista. La chica, conectada con la banda, le ofrece ir con ella a la grabación del disco, ya que Mario dice tener acceso a una cámara porque su padre trabaja en la televisión, más precisamente en lo que se conocía como ATC (hoy, la TV Pública). Para conseguir esa cámara, Mario le promete al conductor de un popular programa del canal que podrá allí entrevistar a Charly García, sin tener idea si lo iba a poder hacer o no. Una vez en la grabación, los dos chicos intentarán grabar imágenes en el estudio, entrevistar a Charly y hacer un videoclip ante una mayoría de miembros de la banda que, curiosamente, no tienen muchas ganas de aparecer.

Con ese marco, Gutiérrez irá mostrando la grabación de temas (se usaron los originales de Los Twist y Cipolatti tiene un cameo) y llenando la pantalla de curiosidades y detalles bastante logrados de la época, desde las limitaciones tecnológicas de entonces a la caracterización de Cipolatti (Julian Cerati), Cantilo (Sofía Morandi), Melingo (Guido Pennelli) y, casi siempre de espaldas pero con su inconfundible voz nasal, Charly García (Federico Pereyra). Si bien por momentos hay un regodeo en una especie cosplay de la época –marcas de productos, posters, formas de hablar, etcétera–, ese aspecto de la película está hecho de una manera tan cuidadosa que no molesta. Lo único que no funciona es el uso de efectos digitales (varios forzados por problemáticas circunstancias que sucedieron durante la filmación) que rompen un poco con su analógico y ochentoso espíritu.
Más allá de toda una subtrama política ligada a las rémoras de la dictadura y a una serie de tensiones familiares que se sienten un tanto forzadas y que no terminan de cuajar del todo con el tono del resto del film, LA DICHA EN MOVIMIENTO funciona como una comedia amable, ligera, con un buen trabajo de su elenco (que incluye en roles pequeños a Romina Ricci, Lalo Mir, Campi y Ronnie Arias, entre otros) y, más que nada, con un espíritu lúdico y pop que la conecta en más de un sentido con el de aquel disco de Los Twist. Una suerte de cuento de hadas nostálgico sobre un capítulo y una época claves en la historia del rock nacional.



