Estrenos online: crítica de «Asiento mortal» («She Rides Shotgun»), de Nick Rowland (Prime Video)

Estrenos online: crítica de «Asiento mortal» («She Rides Shotgun»), de Nick Rowland (Prime Video)

Un hombre que acaba de salir de la cárcel secuestra a su hija y se la lleva en un policial en el que nada es lo que parece. Con Taron Egerton, Ana Sophia Heger, Rob Yang y John Carroll Lynch. Desde el 26 de noviembre por Prime Video.

Hay un tipo de cine que los estadounidenses suelen filmar mejor que nadie ya que parecen saber muy bien cómo construir una historia en base a personajes oscuros, difíciles, con un pasado complicado pero que intentan, de algún modo usualmente poco apropiado, redimirse. Narrados por cineastas sin tanta tradición por detrás en la que apoyarse, policiales tipo SHE RIDES SHOTGUN podrían ser meros ejercicios de estilo o relatos llenos de clichés y situaciones predecibles. Lo que Nick Rowland logra hacer en este film es «contar una que sabemos todos», pero aportando los suficientes elementos y apuntes personales no solo para que la trama tenga ritmo y potencia sino también un fuerte condimento emocional.

No es una trama que aguante demasiadas lupas buscando errores porque los tiene, o al menos algunos huecos narrativos difíciles de tapar. Pero Rowland (CALM WITH HORSES) no parece demasiado preocupado por ser fiel al realismo más estricto sino que prefiere apoyarse en los códigos clásicos del género para contar una historia que, bajo el disfraz de un violento policial, no es otra cosa que un coming-of-age, acaso uno de los más sangrientos imaginables. A través de la historia de una fuga policial, lo que le interesa al director es contar la relación de un padre con su hija, de cuya vida estuvo ausente por mucho tiempo.

En esta película, que se basa en la novela homónima de Jordan Harper, todo empieza con lo que parece ser un secuestro. Polly (la extraordinaria Ana Sophia Heger) es una niña de once años que espera que su madre llegue a buscarla al colegio. Pasan los minutos y quien termina arribando no es ella sino su padre, Nate (Taron Egerton), un tipo con pinta de violento al que claramente ella no ve hace muchos años. Cuando la niña y los espectadores noten que el auto al que la sube fue robado, esperarán lo peor. Algo de eso hay, pero no de la manera en la que uno pensaría.

Algo, es claro, pasó en la casa de su madre, pero Nate no habla de eso. Toma a la niña y escapa con ella. Lo que primero sabremos es que a él lo busca un grupo de supremacistas blancos tipo Nación Aria por problemas que tuvo con ellos en la cárcel, de la que acaba de salir. Como buscan deshacerse de él y de sus seres queridos, dice, se está llevando a la niña fuera de su alcance. ¿Es creíble esa historia o es tan solo un cuento que le cuenta a la angustiada niña que no entiende lo que pasa? Por lo pronto hay un policía llamado John Park (Rob Yang) que los está buscando y que plantea esa posible conexión con un grupo neonazi conocido como los Steels. Pero sus colegas le dicen que no se meta con ellos y ya se imaginan qué significa eso. Nate se ha vuelto un problema a solucionar. Y la niña, llegado el caso, un daño colateral.

Es así que ASIENTO MORTAL –el título es una curiosa traducción del original del inglés, que hace referencia al que viaja al lado del piloto y usualmente va armado por seguridad– sigue las peripecias de Polly y Nate tratando de escapar de las distintas amenazas que se les plantean en el camino y en las que ellos solos se meten por necesidad o torpeza. Pero lo esencial pasa por la manera en la que se va recomponiendo la relación prácticamente inexistente que tienen mientras se meten en situaciones violentas y peligrosas que una niña de esa edad no debería atravesar y, mucho menos, ser parte integral. Pero Polly se vuelve una chica resolutiva y más de una vez es gracias a ella que Nate escapa de varias caóticas acciones en las que parece estar a punto de caer vencido.

Promediando el film habrá un giro en el relato un tanto forzado y si se quiere caprichoso que lleva a SHE RIDES SHOTGUN a acercarse cada vez más a ser una película de acción pura y dura. Cuando Rowland pierde un poco de vista el eje central, la película se vuelve más convencional, aún cuando uno de los principales villanos (encarnado por ese gran actor que es John Carroll Lynch, acá haciendo un raro papel de un tipo violento y brutal) sea un personaje temible en este y en cualquier otro contexto. En esas escenas se hace evidente que la película necesita a la niña para funcionar y que su centro emocional pasa por ahí. Y cuando ella vuelve, todo tiene sentido otra vez.

Exceptuando los momentos en los que Rowland intenta complacer a la audiencia con grandes escenas de acción –que maneja, igualmente, con bastante destreza–, SHE RIDES SHOTGUN funciona muy bien cómo la historia de una niña puesta en medio de una situación violenta y dificilísima de la que debe salir gracias a su propio ingenio, inventiva y a la ayuda de su padre, un hombre que parece aprender a serlo en medio de la situación más tensa y desesperante posible. Rowland es un cineasta elegante y discreto, la mayor parte del tiempo, alguien que prefiere ponerse al servicio de la historia que cuenta pero que a la vez aporta ideas de puesta en escena a veces sorprendentes o al menos inesperadas.

Con algunas conexiones con el cine de Clint Eastwood –especialmente UN MUNDO PERFECTO, cuya trama tiene varias similitudes con esta–, la película de Rowland se apoya en la potencia de los clásicos del género para contar una historia de supervivencia y del repentino y brutal paso de la niñez a la adultez, salteándose todo eso que debería haber en el medio.