Festival de Mar del Plata 2025: crítica de «Put Your Soul on Your Hand and Walk», de Sepideh Farsi

Festival de Mar del Plata 2025: crítica de «Put Your Soul on Your Hand and Walk», de Sepideh Farsi

por - cine, Críticas, Festivales
10 Nov, 2025 09:15 | Sin comentarios

Este desgarrador documental sobre Gaza se centra en el rostro y la voz de una joven fotógrafa palestina, transformando la gran tragedia política en un retrato íntimo de resistencia, esperanza y pérdida.

Hay una tradición del periodismo y del cine estadounidenses que consiste en ponerle caras y nombres a personas concretas con sus historias específicas a la hora de narrar historias de alto impacto social y político. Así, en vez de hablar del Holocausto hablamos de la vida de un empresario alemán que quiso ayudar a salvar judíos. Y como ese hay miles de casos y de historias. Uno podría criticar la decisión y pensarla como una simplificación: la gente debería poder interesarse y comprometerse con temas y situaciones complejas desde un lugar más general o hasta abstracto. Pero hay una potencia en la historia de vida que muchas veces rompe las barreras del intelecto para afectar directamente las emociones más profundas.

Eso es lo que sucede en PUT YOUR SOUL ON YOUR HAND AND WALK, el extraordinario documental sobre la situación en Gaza que transforma la enorme complejidad y el denso drama que se vive allí en una cara, una voz y una sola experiencia. El mecanismo puede parecer tramposo pero no lo es. No solo eso. A través de esta historia de vida es posible que hasta la gente más endurecida que analiza los conflictos globales de la manera más cínica imaginable pueda llegar a emocionarse y comprender la gravedad de lo que está sucediendo allí.

El documental de la exiliada cineasta iraní Sepideh Farsi es, además, un prodigio de economía de recursos. Más allá de unas fotos, unos pocos informes televisivos y algún que otro mínimo desvío narrativo (para perseguir a un gato que se escapa, por ejemplo), la película consiste en una larga serie de videollamadas rotas y de pobre calidad de imagen en las que solo vemos el rostro de una mujer y no mucho más. A veces, en una pequeña cajita en un costado aparece la realizadora, pero el plano suele quedar en manos de Fatma Hassona, la protagonista de esta angustiante historia.

El film empieza con Farsi contando que, luego de los primeros bombardeos israelíes a Gaza en respuesta al ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023, quiso viajar hasta el lugar a filmar una película, pero no pudo entrar y se quedó en Egipto. Allí conoció a muchos exiliados quienes le recomendaron hablar con Hassona, una joven de 24 años que vive en un barrio de la ciudad de Gaza muy afectado por los bombardeos. Y la película consiste, fundamentalmente, en las conversaciones que durante varios meses tiene la directora con ella, que en medio de malas conexiones que interrumpen todo el tiempo la comunicación, va contando sus experiencias de una forma primero sorprendente y luego demoledora.

Lo que sorprende, de entrada, es su sonrisa. Los lugares desde los que habla Fatma (su casa, la casa de una amiga, algún refugio) están rodeados de destrucción, destrucción que ella a veces nos muestra dando vuelta la cámara de su móvil y apuntando a las calles. Hay muertes, explosiones y más muertes, pero Fatma habla y sonríe. Cuenta lo difícil que es su vida y la de su familia, pero se muestra amable, esperanzada, aguardando el fin del caos para tener una vida un poco más parecida a la normalidad. Pero las cosas no suceden así y el paso del tiempo va mostrando que el conflicto se acrecienta y su situación se vuelve cada vez más desesperante. Sin embargo ella, aunque cada vez con menos entusiasmo, sigue sonriendo y contando su día a día.

Hassona es además una extraordinaria fotógrafa y su trabajo en las calles de Gaza muchas veces se intercala en medio de las conversaciones entre ambas, dejando en claro que su sonrisa no tiene nada que ver con ignorar o desmerecer el problema que la rodea, sino todo lo contrario. El mundo se le va cerrando de a poco, pero la chica pone lo mejor de sí misma tratando de explicar su situación y mostrar cómo viven ella y los que están en su situación. Pero aún ella, con todo su carisma y su entereza emocional, terminará rendida ante la evidencia. Y luego, el mundo caerá ante sus (y nuestros) pies de una manera devastadora.

PUT YOUR SOUL… no solo consigue conmover desde la historia que cuenta sino a partir de la rigurosidad de mantenerse fiel a un solo plano, a una sola cara y a una sola experiencia. Escapándole a casi todos los mecanismos clásicos de intentar contar lo que está pasando en Gaza desde varios ángulos, Farsi incorpora algunos momentos importantes solo a modo de contexto, dándoles un lugar secundario en relación a la voz, el rostro, la sonrisa y las palabras de su protagonista. Y esa decisión es central a la potencia emocional del film. Uno siente cómo el paso del tiempo va afectando cada vez más a Fatma –su sonrisa sigue estando ahí pero desganada, sus ojos parecen estar en otro lado, su mente pensando en otra cosa–, pero sigue mostrándose resiliente y, sobre todo, optimista.

Los que no quieran SPOILERS pueden terminar la crítica en el párrafo previo y no leer lo que sigue

Un día después de la selección de la película para el Festival de Cannes (se presentó en la sección paralela ACID), Fatma y varios miembros de su familia murieron en un bombardeo aéreo israelí. La película llega a contar, en parte, lo que sucedió, dándole a todo lo visto antes una densidad dramática mucho mayor, cargándola de un sino trágico que no hace más que crecer con el correr de los minutos. Creo –esta es una opinión personal– que en este caso aporta saber qué es lo que le pasó a la protagonista para poder compenetrarse más con los detalles de cada experiencia que vive, cada historia que cuenta, cada sensación que comparte. Observando los cambios en el rostro y en el ánimo de Fatma –y conociendo su destino– es imposible que la película no se transforme en una experiencia desgarradora y el film en un documento estremecedor.