
Fuera de Campo: crítica de «El mundo al revés», de Agostina Di Luciano y Leon Schwitter
En un pequeño pueblo, los habitantes llevan una vida caracterizada por la naturaleza y la rutina. Cuando una noche al anciano granjero Omar se le aparece una luz, emprende con su nieto Noah un viaje en busca de encontrarle sentido.
Este sorprendente y original documental –habría que decir, en realidad, docuficción— viene de participar en la competición Burning Lights del prestigioso festival Visions du Réel. Su propuesta tiene, inicialmente al menos, algo cercano y familiar a muchos otros documentales de observación filmados en pequeños pueblos del interior argentino, para luego mutar a una zona no solo ficcional sino que coquetea con lo metafísico desde una lectura política.
Lo que vemos de entrada es la vida de un par de familias en una zona campestre ubicada cerca de Villa Giardino, Córdoba. Niños que juegan en un río, madres (solteras o viudas) que toman mate y se cuentan chismes (sus salidas con hombres es el tema central) y otros registros básicos de la vida en un tranquilo pueblo. Todo se enrarece cuando una de ellas va a una fiesta, dejando a su hijo –el curioso Noah– a cuidado de su propio padre, Omar, el abuelo y figura paterna del chico. Sentado mirando el cielo, Omar tiene una sensación mística: una luz que le brota del cuerpo y sube a mezclarse entre las estrellas. ¿Qué es lo que le sucedió?

Tomando en cuenta que el film lo muestra con efectos especiales –y no es algo que simplemente cuenta Omar–, es claro que hemos salido del registro del documental, un poco como lo hace Maximiliano Schönfeld en films como LUMINUM. De allí en adelante Omar y su familia intentarán entender qué le sucedió al buen hombre, buscando explicaciones médico-científicas (¿será el estrés? ¿sufrirá alguna enfermedad?) u otras más místicas, algo que lo lleva al propio hombre y a su nieto a emprender un raro viaje a caballo. EL MUNDO AL REVES ya juega allí en un registro más guionado –se nota especialmente en las «inconsistencias actorales» de algunos involucrados–, pero de a poco uno se acomoda al formato, aunque eso implique abandonar el retrato más cotidiano de la vida de esa familia.
En paralelo a todo eso y en esa misma zona, dos mujeres, Roxane y Lily, arreglan y limpian una casa de verano de una familia rica de Buenos Aires que se supone que vendrá a pasar las fiestas (Nota: esas escenas parecen filmadas en el viejo Hotel Edén, famoso por supuestos hechos paranormales). Limpiando un cuarto del lugar, las dos también descubren algo un poco raro –ya verán de qué se trata– y lo toman también como una revelación de carácter místico-religioso. ¿Lo será? ¿O hay algún raro cálculo en decidir transformarlo en eso, como en la iglesia del pueblo lo hacen con la supuesta sombra de la virgen?
EL MUNDO AL REVES toma esta serie de experiencias enrarecidas y lúdicamente las conecta con algo entre mágico y religioso ligado a la situación política y económica del país. A través de noticieros de televisión y conversaciones entre las personas, se habla de la inflación y de la crisis. En reportes periodísticos tomados al inicio del gobierno de Javier Milei, varias personas hablan con angustia y desesperación de su situación, algo que la película juguetonamente pareciera conectar con estos sucesos del tipo paranormal. Al menos metafóricamente, y en función de lo que está sucediendo en el país, se trata de una conexión que tiene sentido. O acaso no tan metafóricamente. ¿Será que una raza alienígena se adueñó de nuestras suertes? ¿O es el estrés? Esta ingeniosa y original película admite ser pensada de ambos modos.
El viernes 7 a las 18:30 en el Teatro Enrique Carreras – Mar del Plata, en el marco de «Fuera de Campo»



