
Series: crítica de «Toda la verdad» («The Lowdown»), de Sterlin Harjo (Disney+)
Esta serie sigue a un periodista de Tulsa obsesionado con la verdad cuyo interés por un suicidio sospechoso lo arrastra a una red de corrupción política y secretos familiares en un pueblo chico lleno de personajes excéntricos. Con Ethan Hawke y Kyle MacLachlan. Desde el 10 de diciembre por Disney+
Una de las mejores series de los últimos años es una de las menos vistas y conocidas, al menos fuera de los Estados Unidos. Me refiero a RESERVATION DOGS, ese maravilloso retrato en tono de surrealista comedia dramática de la vida de una reservación indígena en Oklahoma a partir de la historia de un grupo de amigos adolescentes. Sterlin Harjo, su creador, ha crecido y vivido en lugares así y es capaz de dotar a ese mundo y a sus personajes de una cálida y por momentos extravagante personalidad. Y eso mismo reaparece en THE LOWDOWN, una serie que en otras manos bien podría ser un sencillo homenaje a los policiales negros de pueblo chico (Jim Thompson es una referencia central aquí), pero que en manos de Harjo se transforma en algo mucho más rico que eso.
La serie, cuyo excluyente y extraordinario protagonista es Ethan Hawke, cuenta la historia de Lee Raybon, un periodista de un pequeño periódico local de Tulsa, Oklahoma, que es dueño además de una librería independiente, de esas que se mantienen alejadas de los best-sellers y prefieren funcionar con libros viejos y especializadas recomendaciones de su personal. Lee tiene como objetivo central en su vida contar las secretas verdades que se ocultan detrás de la historia oficial del lugar y se define, a partir de eso, como un truthstorian. ¿Qué es eso? El lo explica más o menos así: “Leo cosas, averiguo cosas, doy vueltas en el auto y encuentro cosas. Y después escribo sobre esas cosas. A algunos les importa, a otros no. Estoy siempre sin dinero, pero digamos que tengo una obsesión con la verdad.” Y esa obsesión lo meterá en infinidad de problemas.

A lo largo de los ocho divertidos y a la vez por momentos intensos episodios de TODA LA VERDAD (rara traducción local del título), Lee se meterá en uno de esos casos en los que la precaución pediría mantenerse alejado. Pero él no lo puede evitar y, como buen antihéroe del noir (caluroso y sureño en este caso, pero noir al fin), terminará la mayor parte de las veces golpeado, maniatado, amenazado, lastimado. La serie es casi un catálogo de cicatrices que Raybon acumula a lo largo de sus investigaciones que –como manda el género– empiezan por un lado y terminan en otro muy pero muy diferente.
Simplificando el punto de partida de una trama con mil vueltas, a Lee le llama la atención el súbito suicidio de Dale Washberg (Tim Blake Nelson), hermano de Donald (nada menos que Kyle «Agent Cooper» MacLachlan), un poderoso hombre de negocios y candidato a gobernador. Esa muerte se da poco después de una nota escrita por Lee que llamaba la atención sobre algunos negocios turbios de la familia por lo cual el tipo no compra esa muerte, especialmente porque Dale era una suerte de «oveja negra» en esa familia, alguien que no estaba implicado en nada sucio.
Y será ahí que meterá la cabeza Lee, cabeza que será maltratada varias veces a lo largo de los episodios. La serie dividirá su atención en la cambiante investigación, que involucrará a la ahora viuda de Dale, Betty Jo (Jeanne Tripplehorn), a algunos poderosos hombres de negocios de la zona (interpretados por Tracy Letts y Scott Shepherd, entre otros) y al jefe de seguridad de Donald (el veterano Keith David), entre otros, con la problemática vida personal de Lee. Es que, previsiblemente, el tipo es un desastre en ese sentido y tiene una relación complicada con su reciente ex (Kaniehtiio Horn) y poco tiempo para dedicarle a su precoz hija Francis (Ryan Kiera Armstrong), quien de todos modos encuentra la manera de meterse en su vida, ayudándolo en la investigación.

Y si bien la trama revela, como suele suceder en estos casos, un perturbador lazo entre el poder político y el económico ligado a una lista de problemáticas actuales, THE LOWDOWN no se ofrece como un relato policial de denuncia ni nada por el estilo. Es, en ese sentido, una serie para apreciar y saborear desde el detalle, en la riqueza de cada diálogo, en las sorpresas que generan las docenas de personajes secundarios que rodean a los protagonistas (los encargados de seguridad de Lee, miembros de la «mafia indígena», son particularmente graciosos) y en cómo la vida de su peculiar protagonista se va enredando cada vez más en una cruzada en la que tiene todo para perder y muy poco para ganar. Aún ganando.
La serie es también un deleite musical (ver soundtrack abajo) en la que Harjo y equipo redescubren, como lo hacían también en RESERVATION DOGS, una serie de artistas en su mayoría poco conocidos de los años ’70 y los conectan con otros, actuales, casi todos en la tradición de la música country alternativa de la región. Es esa sensación de lugar, esa manera en la que los personajes se enredan en discusiones filosóficas o literarias poco ligadas, al menos en apariencia, a la trama central las que hacen que TODA LA VERDAD sea más que la suma de las partes. De hecho, cuando los conflictos del tipo policial se resuelvan de una manera menos intensa de lo esperado, lo que quedará en claro es que lo importante nunca pasó por ahí, sino por ver qué es lo que hacen los personajes, especialmente Lee, ante cada cambio que se produce en su vida y circunstancia.
Delante de las cámaras, la serie pertenece a Hawke. Y el actor de BOYHOOD –que casi no ha hecho televisión– le saca todo el jugo posible a un personaje que parece haber sido creado para ser interpretado por él. Su carisma un tanto desaliñado, su humor autoparódico y su insistencia en luchar por causas justas aún cuando no está capacitado para organizar su propia vida tienen acá la marca inimitable del actor. Y hasta el gusto musical del personaje parece armado a gusto del melómano intérprete. Pero por detrás está Harjo, un director y guionista en constante crecimiento, alguien que sabe que la mejor manera de acercarse a los géneros es haciéndolos echar raíces en el territorio, en un mundo que le es familiar y conocido. La trama policial que enreda a los personajes podrá ser canónica y respetar la mayoría de las reglas del crime fiction, pero la riqueza que ofrece la serie está en toda esa verdad que la rodea y atraviesa.



