Series: reseña de «Hija del fuego: la venganza de la bastarda», de Leandro Calderone (Disney+)

Series: reseña de «Hija del fuego: la venganza de la bastarda», de Leandro Calderone (Disney+)

Un pueblo de la Patagonia se ve conmocionado por la llegada de Letizia, que viene a casarse con un poderoso empresario. Su presencia genera sospechas, pero nadie imagina la verdad: ella es la pieza clave de una sangrienta venganza.

Como si el título compuesto no lo dejara suficientemente en evidencia, HIJA DEL FUEGO: LA VENGANZA DE LA BASTARDA no es otra cosa que un culebrón con una excusa policial por detrás. Filmada en gran parte en San Martín de los Andes, la serie producida –entre otros– por Adrián Suar tiene más que ver con formatos previos a las plataformas de streaming que a los modelos narrativos actuales. Sí, la serie podrá presentarse como un relato de suspenso y violencia pero lo que más «vende» pasa por otro lado, por una suerte de cargado melodrama que tiene como protagonista casi excluyente a Eugenia «China» Suárez haciendo un personaje que parece estar guiñándole todo el tiempo el ojo a la vida real. O, al menos, a lo que se «vende» alrededor suyo.

La historia tiene dos tiempos centrales, con el primero de ellos –en el pasado– funcionando como motivador del segundo, el actual. Cuando Clara era una niña que vivía en ese bonito pueblo de la Patagonia argentina, solo quería estar con su madre, sus amigos y su potencial noviecito Juan. Siendo pequeña no estaba al tanto de que su madre era una mujer adinerada (solo mirar la casa en la que vivían lo deja en claro) y probablemente poderosa hasta que se topó con un crimen que le cambió la vida: unas personas entraron a su casa y mataron a mamá, dando por sentado que la niña había muerto también. Pero no fue así. La pequeña sobrevivió, logró escapar –con ayuda– y recién sabremos de ella 20 años después.

En el presente, Clara se hace llamar Letizia y la interpreta la China Suárez. Está en España cuando tiene un accidente brutal que la deja en un hospital y que, a la vez, la pone en contacto con Fausto (Diego Cremonesi) y con su chofer David (el actor chileno Pedro Fontaine), quienes la chocan con su auto, la ayudan a recuperarse del golpe y se hacen cargo de todo. Obviamente, Fausto se enamora de Letizia y empiezan a salir. Y obviamente también (SPOILER ALERT si no quieren saber nada de lo que pasa en el primer episodio) muy pronto sabremos que todo fue un plan armado por la tal Letizia junto con David para empezar a saborear una lenta y trabajosa venganza con aquellos que mataron a su madre.

Y ese es el recorrido de la serie, ya que Fausto se la lleva a Letizia a la Patagonia, escandalizando a su ex esposa (una desatada Eleonora Wexler), que se pone especialmente violenta al verlo «pavoneándose» con su nueva conquista. Mientras va ingresando en la sociedad local –nadie, obviamente, reconoce que ella es la pequeña Clara, a quien dan por muerta–, Letizia junto a David, que tiene también sus propios asuntos por resolver, van empezando, paso a paso, a armar su prometida vendetta. El único inconveniente que se le presenta a Letizia pasa por su reencuentro con el ahora adulto Juan (Joaquín Ferreira), su noviecito de la infancia y el único que parece sacar de ella un lado un tanto más humano y menos vengativo.

HIJA DEL FUEGO es una suerte de KILL BILL en plan melodrama patagónico. Esto es: sin escenas de acción y más centrada en los planes, secretos, trampas y mentiras con los que funcionan sus protagonistas. En el medio hay varios policías sospechosos (Carlos Belloso, Luciano Suardi), el hijo de Fausto (Jerónimo Bosia), alguna amante (Antonella Costa) y otra serie de personajes que pululan alrededor de la recién llegada, una mujer que atrae las miradas de todos por su belleza, su personalidad y por el caos que parece causar a cada paso que da, transformando a la coqueta ciudad en eso que se da por llamar «pueblo chico, infierno grande».

Formalmente prolija, aunque más ocupada en mostrar la belleza de los paisajes –y del vestuario de la protagonista– que en profundizar en la psicología o en la complejidad de los personajes, HIJA DEL FUEGO: LA VENGANZA DE LA BASTARDA (me encanta poner el rimbombante título completo) ofrece un combo de previsible suspenso, algunas intensas escenas hot que parecen armadas para transformarse en clips virales y un drama que se cocina, de entrada, a fuego fuerte, y que no hace más que crecer y crecer desde la primera y shockeante escena que abre el relato.

Los tres episodios adelantados a la prensa no permiten profundizar mucho más acerca de los secretos del pasado que esconden en el pueblo ni sobre los detalles de los planes de la protagonista, pero todo parece relativamente predecible, dentro de un formato que, según lo anunciado, tendrá 22 episodios, lo que refuerza todavía más sus conexiones con las telenovelas. Se trata de una cantidad de capítulos inusual para los formatos actuales del streaming, pero quizás Suar –un conocedor del medio– esté acá apostando a encontrarse con un tipo de espectador, o espectadora, que añora los desarrollos más largos y sinuosos de la TV tradicional. En ese sentido, no se equivoca. Pese a su lustre cinematográfico, HIJA DEL FUEGO se parece más a la tele de antaño que a lo que se ve en el streaming actual.