Estrenos: crítica de «Sex», de Dag Johan Haugerud

Estrenos: crítica de «Sex», de Dag Johan Haugerud

por - cine, Críticas, Estrenos
15 Dic, 2025 03:16 | Sin comentarios

Dos hombres, ambos en matrimonios heterosexuales, atraviesan una experiencia inesperada que los obliga a replantearse su comprensión de la sexualidad, el género y la identidad. Estreno: 18 de diciembre.

La primera parte de esta trilogía de origen noruego –cuyo formato ya fue comentado aquí— pone el acento en las consecuencias explosivas que tienen, para dos colegas que trabajan limpiando chimeneas por los techos de Oslo, la mutua revelación de algunos actos o deseos sexuales que los descolocan tanto en lo emocional como en cuestiones más concretas. Mientras Dreams –ganadora del Oso de Oro de Berlín– es un ambicioso trabajo estructurado de una forma compleja, Sex es un film más sencillo y directo desde lo narrativo, aunque igualmente intrigante desde lo temático.

Los protagonistas son dos hombres, amigos, cuyos nombres no conocemos. El film, como Dreams, se construye con pocas y largas escenas, cuyos diálogos tienen reminiscencias teatrales. Haugerud, quizás para permitirle descansar al espectador tras esos matches verbales, tiende a cortar con planos urbanos musicalizados de una manera un tanto curiosa (la banda sonora parece armada con música confortable apta para ascensores y salas de espera), como una versión IKEA del cine de Yasujiro Ozu. En esa apacible aunque un tanto enrarecida estética, conoceremos a los protagonistas.

Thorbjørn Harr encarna a quien, a falta de nombre, llamaremos «bigote». Todo arranca cuando le cuenta a Jan Gunnar Røise, su amigo y subordinado en la empresa de deshollinadores para la que trabajan, de un extraño sueño que tuvo en el que alguien parecido a David Bowie lo miraba con atención, haciéndolo sentir como si fuera una mujer bella, sueño que lo dejó un tanto confundido. Su amigo levanta la apuesta y le cuenta algo más concreto: al terminar de trabajar el día anterior tuvo una relación sexual con un hombre, un cliente, algo que no había hecho jamás en su vida. Le dice que no es gay y que el asunto no pasa por eso. Lo que los une a ambos es –o parece ser– la atención que esas figuras, reales o imaginadas, les prestan: los miran con deseo, sin pedirles nada a cambio.

La escena de 15 minutos que abre la película disparará lo que sigue, que funcionará en buena medida como dos historias paralelas. Por un lado, «bigote» empieza a sentir un cambio en su voz, una rara picazón en el cuerpo, mientras conversa con su hijo que está llegando a la adolescencia y atravesando también algunas raras sensaciones personales. Ambos ven a médicos por sus respectivos problemas, lidian con algunas situaciones enrarecidas y en algún momento hablarán con la mujer del trío (la esposa de uno y madre del otro) para plantearles sus conflictos, todo en el contexto de una actuación de un coro religioso del que todos son parte.

El costado religioso es un ángulo a tener en cuenta –ser católicos en Oslo, dicen, es algo que la gente oculta más que sus elecciones sexuales–, ya que allí también coincide con su amigo y subordinado laboral. Este buen hombre la tiene más complicada, ya que quiso ser honesto con su mujer y le contó del encuentro sexual que tuvo con un hombre y la mujer no lo tomó para nada bien. Y en esas idas y vueltas del shock que produjo esa información se manejarán ambos, intentando ver si pueden salvar a un matrimonio tras una revelación de ese tipo, una que en principio parece haber afectado más a ella que a él, que la desmerece inicialmente como algo puramente ocasional y sin consecuencias.

Los protagonistas de Haugerud hablan de sus sensaciones y sentimientos de una forma llamativamente honesta y sensible, de un modo que puede resultar inusual para los espectadores. Es que ni ellos entienden bien qué es lo que les pasa y tratan de encontrar maneras de lidiar con eso. ¿Será, como plantean quienes los escuchan, solo una crisis de la mediana edad que los afecta a ambos en paralelo? ¿Hay algo de reconocerse en esa masculinidad frágil que los ocupa y quizás preocupa? ¿Y qué se supone que deben hacer respecto a esas nuevas sensaciones?

Sex no intenta encontrar respuestas sino abrir esas paralelas problemáticas a más y más preguntas. Y Haugerud deja que eso se mezcle de maneras que por momentos son efectivas, en otros un tanto repetitivas y en los menos, más bien inexplicables. Hay una conexión entre ambos amigos que no dispara, necesariamente, hacia tener una relación entre ellos, sino que los pone codo a codo ante una serie de emociones que no están acostumbrados a tener. Quizás esta sensación tan placentera de «sentirse deseados» tenga que ver con ese hoy cuestionado lugar de la masculinidad clásica, que ha generado que muchos hombres no sepan muy bien qué lugar ocupan en el mundo ni cómo actuar al respecto. Sobre eso investiga esta curiosa y sensible película noruega. Las dos siguientes intentarán completar el cuadro.