Estrenos online: crítica de «2000 metros hasta Andriivka» («2000 Meters to Andriivka»), de Mstyslav Chernov (Filmin)

Estrenos online: crítica de «2000 metros hasta Andriivka» («2000 Meters to Andriivka»), de Mstyslav Chernov (Filmin)

Un periodista ucraniano se integra a un pelotón que avanza hacia una ciudad estratégica registrando una experiencia de guerra inmersiva y extrema, donde la sensación de misión choca de frente con las consecuencias reales del combate.

La habitual distinción que uno hace entre la realidad y los videojuegos parece esfumarse viendo 2000 metros hasta Andriivka, el brutal documental que se ocupa de un capítulo probablemente menor y olvidado de la guerra de Ucrania, uno que el realizador de 20 días en Mariupol retrata con la angustiante eficiencia de un enviado al frente. Esto es, literalmente, lo que hace Mstyslav Chernov aquí. Periodista ucraniano que trabaja para la agencia de noticias AP, Chernov se ha metido en un pelotón al que, en plena contraofensiva de 2023, le han encargado de la tarea de tomar la ciudad fronteriza de Andriivka, a la que consideran importante en la guerra con Rusia. Pero para llegar allí hay que atravesar los nada desedeñables y muy peligrosos dos kilómetros a los que hace referencia el título del film.

Pero lo que llama la atención del film no es el objetivo en sí sino la forma en la que esa tarea se narra. La película está narrada, fundamentalmente, a través de cámaras colocadas en los cascos de los soldados mientras avanzan –a tientas, agachados, disparando y ocultándose– hacia el objetivo. Por el tipo de imagen, movimientos y perspectivas que esas camaritas producen, el espectador tendrá una sensación bastante similar a la de jugar un videojuego bélico en primera persona, de esos que mediante planos subjetivos igualan cámara y protagonista. Entre gritos, órdenes, comentarios e incesantes sonidos de balas, Chernov nos irá haciendo avanzar, de a poco y enfrentando constantes disparos y emboscadas, a través de esas filas de árboles que llevan a esa pequeña y destruida ciudad.

La voz en off de Chernov acompaña los avances y contratiempos, una voz reflexiva y anticipatoria que, en los momentos más duros del film, nos irá haciendo saber que tal o cual soldado al que escuchamos hablar y contar anécdotas morirá pocos meses después, mientras que a otros vemos caer en vivo y en directo. Si bien la película no logra del todo construir muchos personajes identificables, el golpe entre el patriotismo de estos soldados ucranianos dispuestos a darlo todo por su país en una guerra desigual y la realidad oscura con la que se topan, es devastadora.

Como en su anterior film, ganador del Oscar al mejor documental dos años atrás, por momentos Chernov es descarnado y brutal. No solo al mostrarnos una conversación amable entre dos soldados para luego decirnos que uno de ellos –o ambos– morirán poco después, sino por algunas específicas y muy cruentas escenas que muestra. Con planos largos y en constante movimiento solo interrumpidos por imágenes aéreas que sitúan la batalla en un territorio claro, la película es, a la vez, angustiante, dramática y propulsiva, generando similar adrenalina a la que, uno supone, sienten los soldados ante una situación similar.

El estilo inmersivo del documental es un tema que amerita un análisis. Por momentos, su similitud con la estética de los videojuegos parece banalizar lo que estamos viendo, transformándolo en una película de acción o una misión que se acabará con un Game Over, pero no es así. Al contrario. Lo que intenta Chernov es que el espectador tome conciencia –de una manera más participativa que aleccionadora– de los riesgos reales que conlleva ese tipo de misiones y enfrentamientos, aún con el riesgo de que la exhibición pueda resultar, para algunos, hasta atractiva. La avanzada hacia Andriivka podrá presentarse de un modo similar a un juego, pero las consecuencias de lo que pasa allí son muy reales. Demasiado.

En medio de este agobiante caos, Chernov ofrece escenas y reflexiones que duplican la angustia de lo que muestra ya que, tanto en los funerales que vemos como en la evidente inutilidad de esas esforzadas «conquistas» bélicas, lo que queda claro es que la única solución posible para este conflicto es una política. Cuando uno ve los resultados de tanto esfuerzo y sacrificio –tanto en el objetivo específico de esta avanzada como en los textos finales en los que se nos cuenta qué sucedió después en esa zona y en la guerra en general–, es imposible no sentir el impacto retrospectivo, la sensación de que nada tuvo ni tiene mucho sentido.