La adaptación de la célebre novela de Stephen King de parte del realizador argentino funciona mejor como relato de iniciación de un grupo de chicos –al estilo «Cuenta conmigo» o la reciente «Stranger Things»– que como película de terror propiamente dicha. La película, que se convirtió en un enorme éxito en Estados Unidos, es un homenaje al cine de los años ’80 con el que, seguramente, el director y los guionistas crecieron.