Adèle Haenel encarna a una doctora que descubre que una paciente a la que no quiso atender en un consultorio –porque llegó después del horario de cierre– apareció muerta esa misma noche. A partir de la culpa, decide investigar quién era esa mujer y qué le sucedió metiéndose en terrenos turbios y peligrosos. Una correcta película de los belgas que, sin embargo, no logra entusiasmar del todo.