Festival de Belo Horizonte: «O homem das multidoes», de Cao Guimaraes y Marcelo Gomes
Lo primero que llamará la atención a cualquiera que se acerque a O HOMEM DAS MULTIDOES, la película codirigida por Marcelo Gomes y Cao Guimaraes, cada uno por su lado de los más interesantes cineastas brasileños recientes, será su formato. La imagen de la película es casi la de una foto vertical: más alta que […]
Lo primero que llamará la atención a cualquiera que se acerque a O HOMEM DAS MULTIDOES, la película codirigida por Marcelo Gomes y Cao Guimaraes, cada uno por su lado de los más interesantes cineastas brasileños recientes, será su formato. La imagen de la película es casi la de una foto vertical: más alta que ancha, como si hubiera sido filmada por un teléfono en posición vertical, en un modo y tonalidad similar a la que podría tener una fotografía de las del tipo Instagram. O, para los más viejos, de una Polaroid.
El formato (casi un 3:3.5, técnicamente hablando) es una marca fuerte del filme, algo que sorprenderá, fascinará, pero también llamará la atención sobre sí mismo durante buena parte de la película. Pero, ahí el secreto del relato, en un momento se volverá natural. Tal vez no nos olvidemos del todo de él (es muy difícil hacerlo, tan radical es el «vacío» a los costados), pero podremos incorporarlo como una parte más de esta muy buena película, una de las mejores del cine brasileño reciente.
La trama, libremente adaptada de una historia de Edgar Allan Poe, no es estrictamente novedosa y transita un universo de personajes y emociones que son en un sentido bastante comunes a buena parte del cine latinoamericano, pero no por eso deja de ser atrapante. Juvenal es un conductor de trenes de Belo Horizonte con una vida en exceso rutinaria. Lo único que le importa es su trabajo y no tiene nada fuera de él: en su casa no hay casi muebles, apenas un vaso, unas botellas de agua y un par de aparatos eléctricos viejos y gastados. Cuando no trabaja, no existe. Y lo único que le preocupa es cumplir bien su función. Vida social: inexistente.
Margo es una mujer que trabaja en la sala de control de la compañía ferroviaria. Es también bastante solitaria, pero no tanto como él, o al menos lo es de una forma de alienación más contemporánea. Más amable y conversadora, cada tanto lo invita a Juvenal a almorzar y está a punto de casarse con un hombre que conoció por internet, «lugar» por el que prefiere establecer la mayoría de sus contactos. El conflicto nacerá cuando Margo le pida a Juvenal si quiere ser el padrino de su boda. Allí, la rutinaria vida sin compromisos emocionales de este hombre se empezará a desmoronar. Paralelamente, Margo empezará a notar que el opaco y silencioso Juvenal tal vez esté ocultando algo que se parece a una vida emocional.
Elegantemente filmada, utilizando con inteligencia el formato «vertical» (primeros planos, el interior del tren, las vías que se extienden hacia arriba), la película combina el interés más poético de Guimaraes -el cineasta y artista visual «mineiro», cuya obra está más cerca del documental personal y experimental, como queda claro en A ALMA DO OSSO y ANDARILHO, de la que O HOMEM… concluye una suerte de «trilogía sobre la soledad»- con el cine algo más narrativo de Gomes, que ha hecho notables filmes tanto solo (CINEMA, ASPIRINAS E URUBUS) como acompañado (VIAJO PORQUE PRECISO, VUELVO PORQUE TE AMO, con Karim Ainouz).
La película marca el lento y discreto acercamiento entre estos dos personajes, sus alejamientos repentinos y una suerte de juego que raramente pasa de las miradas y pequeños comentarios. Margo vive con su padre anciano, con el que parece tener una algo extraña relación y que es bastante parecido a Juvenal, y el conductor de trenes deja entrever por momentos un grado de violencia importante que nunca parece salir del todo a la luz.
La «trama» no se caracterizará por lo sorpresiva (la lógica de la relación es muy evidente de entrada) y hay algunas escenas que pueden resultar metafóricamente un tanto obvias, pero la película jamás pierde de vista el tono bajo, discreto y su poder de observación es persuasivo, logrando interesarnos en la suerte de los personajes con muy pocos recursos dramáticos y sin apelar a la empatía del espectador.
Si OTTO era un documental personal en el que se mostraba la vida del propio Guimaraes con su nueva pareja y su hijo, O HOMEM… marca un recorrido similar para su personaje de ficción. A diferencia de los casi ermitaños del cine anterior del director de Belo Horizonte, a Juvenal no le quedará otra que salir a enfrentarse con el mundo y a relacionarse con quienes lo habitan. La consecuencias pueden ser imprevisibles. Tanto, que ese mismo mundo -esa pantalla que lo representa- de un día para otro pueda darse vuelta y dejarlo patas para arriba.