«Gravedad», de Alfonso Cuarón: debate con spoilers

«Gravedad», de Alfonso Cuarón: debate con spoilers

por - Críticas
15 Oct, 2013 04:09 | comentarios

Tras un exitoso primer fin de semana de taquilla en la Argentina (y unas cifras récord en los Estados Unidos, donde recaudó 130 millones de dólares en apenas once días y casi no parece «caer» de semana en semana), GRAVEDAD se ha convertido en algo así como «la sorpresa del año» cinematográfico. O bien, para […]

gravity-posterTras un exitoso primer fin de semana de taquilla en la Argentina (y unas cifras récord en los Estados Unidos, donde recaudó 130 millones de dólares en apenas once días y casi no parece «caer» de semana en semana), GRAVEDAD se ha convertido en algo así como «la sorpresa del año» cinematográfico. O bien, para algunos, «la película del año», ya candidata por muchos a ganar el Oscar. A la vez, se trata de un filme que ha generado -y seguirá generando- muchos debates, tanto técnicos como narrativos. Ya que no conviene hacer muchas revelaciones de la trama, abro este post para permitir el debate con spoilers y discutir los acontecimientos, digamos, no «habilitados» en las críticas convencionales.

Aquí, entonces, mi crítica publicada en OtrosCines.com y mi comentario sobre su discutido desarrollo narrativo y final. Abajo siéntanse libres de spoilear en los comentarios la -para mí- extraordinaria GRAVEDAD, de Alfonso Cuarón, con Sandra Bullock y George Clooney.

gravity1El título es engañoso: lo que menos sentirá un espectador viendo Gravedad es la fuerza de atracción de la Tierra sobre los cuerpos. La película de Alfonso Cuarón se presenta como un objeto flotante, que separa cinematográficamente al movimiento del peso y que transmite la sensación de transcurrir en un “no-lugar”, tan vasto como inabarcable, sólo reconocible por esa gigantesca bola de tonos azules que es la Tierra. Sin embargo, en un sentido metafórico, sí es una película sobre la gravedad: no sólo la “gravedad de la situación” -las dificultades que atraviesan nuestros protagonistas, tanto en el planeta como fuera de él-, sino por la forma en la que, para resolver sus conflictos, se ven necesariamente obligados a aferrarse a algo.

La extraordinaria película de Cuarón es un logro técnico asombroso, descomunal. Armada en su mayoría mediante técnicas de animación computarizada, se presenta casi como una atracción de museo: la posibilidad de ver una película en la cual podamos entender y vivenciar las dificultades de sobrevivir en una situación tan complicada como la que se le presenta a los protagonistas, dos astronautas a los que un inesperado choque con residuos de un satélite deja librados a su suerte en ese espacio en el que, como decía el famoso eslogan de Alien, “nadie te escuchará gritar”.

Gravity2Un experto en el arte de los engañosamente largos planos-secuencia (aquí, como en Hijos del hombre, son increíbles, más allá que uno advierta que no son “reales”), Cuarón presenta la experiencia de estar en el espacio como si el espectador jugara en alguna clase de simulador de la NASA: Ladies and Gentlemen, We Are Floating in Space, como aquella enorme canción de Spiritualized. Además de las complicaciones de movimiento, en Gravedad no se utiliza el sonido en forma convencional: los choques y explosiones no generan ni ruido ni fuego y -más allá de la música y los efectos sonoros que nos acompañan durante toda la película- lo único que escuchamos son los diálogos radiales entre los astronautas, entre ellos y “Houston”, y sus propios -desesperados y desesperantes- monólogos.

Todo esto queda demostrado de entrada en una secuencia impactante que abre la película y que se extiende, sin aparentes cortes, durante más de 13 minutos, y que arranca con un pequeño punto blanco perdido en el fondo del plano que va acercándose hasta revelar que se trata del Telescopio Espacial Hubble y que alrededor de él hay tres astronautas trabajando en reparaciones. De a poco aparece la Tierra y la cámara empieza a girar como en una coreografía submarina: no hay altura, distancia o lugar que no pueda atravesar, acercándose a los rostros de los personajes para luego volver a alejarse y observar el planeta y la inmensidad negra que lo rodea.

La doctora Stone (Sandra Bullock) es una científica haciendo su primer viaje espacial y está un poco descompuesta por la experiencia. Kowalski (un nombre con reminiscencias cinéfilas que le tocó en suerte a George Clooney) es un astronauta veterano que bromea, cuenta historias a la base (“Houston, tengo un mal presentimiento”, dice, bromeando, sin saber que se volverá real) y se hace el seductor con su atribulada compañera. Sin jamás cortar el plano nos enteraremos de que se acercan los temidos residuos satelitales que pronto chocarán con la nave generando, por un lado, un caos dramático y, por otro, un extraordinario ballet cinematográfico que invita a pararse y a aplaudir en la sala.

Gravity3Como no conviene contar demasiado lo que sucede en el film, diremos que buena parte de la narración tendrá que ver con los esfuerzos de ambos por recuperar el contacto entre ellos y tratar de llegar -literalmente, flotando por el espacio- a otra estación espacial que pueda sacarlos de ahí y devolverlos a la Tierra. Para eso habrá que luchar contra varias dificultades técnicas: el oxígeno que se acaba, los residuos que siguen girando por la órbita y la nada sencilla lógica de viajar por el espacio, algo que se parece a nadar bajo el agua sin saber si uno avanza o se queda quieto en el lugar.

Gravedad combina, un poco a la fuerza, dos vertientes formales muy distintas. Cinematográficamente es, por momentos, casi una película experimental, o una atracción de IMAX, y el disfrute en parte está en la experiencia en sí misma, en la capacidad de transportar al espectador, en 3D, a un universo antes sólo imaginado. Esa película, ya por sí misma, es un espectáculo único, que hará caer la mandíbula de admiración a los que crecieron con los mitos del programa espacial, pero también con el cine de Brian De Palma, James Cameron o el propio Orson Welles.

A la vez, la película tiene una estructura dramática que podríamos definir como tradicional: Kowalski es un veterano profesional haciendo su último viaje por el espacio y Stone es una “rookie” (novata) con un fuerte trauma personal que funciona como eje temático del film, el que pone en cuestión la idea de la “no gravedad”. En ese sentido, Gravedad se afirma en una tradición hollywoodense clásica que se extiende hasta la actualidad y de la que tal vez Steven Spielberg sea su máximo representante vivo.

gravity-5Cuarón bordea varias veces el exceso melodramático, pero siendo un enorme director de instintos clásicos, jamás deja que la película se vuelva pomposamente “new age”. Los elementos están ahí (de 2001, Odisea del espacio a esta parte, pasando por Solaris, es un eje recurrente en la ciencia ficción con tintes místicos), pero la lógica de su guión es la de una película de “comando”, de resoluciones prácticas a problemas específicos: prender un motor con una guía escrita en chino, cerrar una compuerta, conservar el aire, agarrarse de lo que sea que uno encuentre a su paso. Es así que su ambición temática, humanista (la película no es otra cosa que la saga de un parto, que incluye a una criatura semidesnuda en posición fetal), está casi siempre subordinada dramáticamente -como en películas tipo Apollo 13 o la mismísima Náufrago– a los mecanismos clásicos de la aventura.

En ese sentido, no hay metáfora más clara y contundente que la de la mismísima gravedad de la que habla el título. Esa Tierra que no logra empujar a los cuerpos que están fuera de ella desde lo físico, sí lo hace desde nuestra percepción, desde nuestra historia. Es esa la atracción que persiste en el espacio, la que hace que, aunque los cuerpos floten como en una pileta de millones de gigalitros de líquido amniótico, la doctora Stone y los espectadores busquen desesperadamente alguna manija, palanca, escalón o cordón (¿umbilical?) de los que aferrarse. Es la gravedad, parece decir la película, la que nos hace humanos.