Locarno/Valdivia: «Costa da morte», de Lois Patiño

Locarno/Valdivia: «Costa da morte», de Lois Patiño

por - Críticas
09 Oct, 2013 10:35 | comentarios

Enormes y pequeñas a la vez, las experiencias cinematográficas de Lois Patiño combinan, si se quiere, maximalismo y minimalismo. La observación de una naturaleza magnificente y todopoderosa junto a la presencia humana que -aunque pequeña, distante y perdida en el lienzo gigantesco del universo- le da su razón de ser, convierte el Tiempo en tiempo, […]

Costa-da-MOrte-de-Lois-PatinoEnormes y pequeñas a la vez, las experiencias cinematográficas de Lois Patiño combinan, si se quiere, maximalismo y minimalismo. La observación de una naturaleza magnificente y todopoderosa junto a la presencia humana que -aunque pequeña, distante y perdida en el lienzo gigantesco del universo- le da su razón de ser, convierte el Tiempo en tiempo, la Historia en historias, las eras geológicas en momentos vividos, recordados o contados.

COSTA DA MORTE impacta visualmente: se centra en una región considerada, en la época de los romanos, como el fin del mundo (Finisterre), lugar de barcos encallados, piratas y míticas aventuras. Patiño capta el lugar con la cámara ubicada la mayor parte del tiempo en un lugar casi de deidad, como si algún peculiar Dios de la zona observara todo desde las alturas y a la distancia. Lo que se ve impresiona: el mar, el cielo, la persistente niebla, la naturaleza como campo de batalla entre fuerzas que se oponen entre sí y, a la vez, como lugar de profunda belleza natural.

Pero si eso fuera todo lo que COSTA DA MORTE tiene para contarnos estaríamos ante algo que no supera por mucho el elegante y «artístico» folleto turístico o bonito libro de mesa de lujosas fotografías. Como en sus cortos, los mundos de Patiño son mutantes y curiosos, se alteran de maneras sutiles pero profundas, dejando entrever en esos cambios el peso y el paso del tiempo. Es que esos paisajes están narrados desde la presencia humana, casi permanente, que altera la manera en la que vemos el lugar y hasta el formato narrativo del filme.

costa3La figura humana es casi siempre pequeña, lejana a la cámara, perdida en el paisaje, pero su vibración es la respiración del filme, lo que lo hace latir. Esos pequeños movimientos, diálogos (que se suponen en off, pero siempre están ligados a figuras que se ven en cuadro), se convierten en las historias (leyendas, mitos) que la película tiene para contar y en los pequeños momentos casi de suspenso que la atraviesan.

Con algo del cine de Lisandro Alonso pero en una vena menos narrativa, la película de Patiño ofrece por momentos casi mini-relatos que humanizan el paisaje, además de escenas de sutil desarrollo dramático. Una grúa tratando de agarrar unas maderas rebeldes, unos hombres evitando ser desparramados por las olas, unos pescadores contando historias de tiempos de la Guerra Civil, la Segunda Guerra (la leyenda del «barco con leche condensada») o bien comunicándose en un bosque por walkie-talkie («¿me escuchas?», «no te escucho si no aprietas el botón») van armando la historia de un pueblo en relación al espacio que ocupa, o de un lugar en relación a la gente que lo habita. «Eso es lo que cuentan los viejos, pero los geólogos cuentan otra cosa», dicen por ahí.

costa2No hay folclorismo alguno ni tampoco un intento forzoso de humanizar la narración a partir de la empatía fácil o la historia de vida curiosa o emotiva. No, COSTA DA MORTE funde a sus habitantes con el lugar que habitan, los convierte en el pulso que late dentro de esa enormidad, la que lo vuelve vivo, complejo, contradictorio. Y por más que las voces se escuchen claramente, en primer plano (el sonido no viaja igual que la imagen), da la sensación de que es parte de «las voces del lugar».

COSTA DA MORTE es, también, una película sobre el trabajo, sobre la forma en la que el hombre y la naturaleza interactúan cotidianamente. Imagino que estará lejos de la intención del director hacer un tracto ecologista sobre el cuidado del medio ambiente, pero de todos modos la película imprime en el espectador una sensación de paraíso perdido, de lenta extinción de una forma de vida. Tal vez no del fin del mundo, sino del fin de un mundo.