Faltan todavía desmenuzar una buena cantidad de películas del Festival de Roma, ya que a lo largo del tiempo vi casi todas las películas programadas allí y aún hay otras que me quedan por ver. Una de las secciones que mayor placer me da (en ayudar a programar y en concurrir a las funciones) es […]
Faltan todavía desmenuzar una buena cantidad de películas del Festival de Roma, ya que a lo largo del tiempo vi casi todas las películas programadas allí y aún hay otras que me quedan por ver. Una de las secciones que mayor placer me da (en ayudar a programar y en concurrir a las funciones) es CinemaXXI, la sección paralela y, en un punto, «avant-garde» del festival. En los festivales grandes que llevo recorridos hay pocas secciones similares a esta, acaso Rotterdam tenga la variedad y cantidad de películas y formatos inusuales que tiene CinemaXXI. Toronto tiene también una sección de Vanguardia, pero allí incluyen también películas de Matías Piñeiro o Tsai Ming-liang. Aquí, no. Aquí se trata de una radicalidad en serio, al menos en muchas de las películas. Es cierto que hay festivales especializados que se nutren por completo de este tipo de propuestas, pero no es usual como paralela principal de un festival grande. Más allá de que puedan gustar más o menos las películas, es indudable que es una apuesta fuerte y que, en el marco del MAXXI, el Museo de Arte del Siglo XXI, se luce aún más.
Tras esta introducción, sigamos con las películas de la 8º edición del Festival de Roma.
SNOWPIERCER, de Bong Jon-ho (Corea, Fuera de competencia) Más allá de las controversias relacionadas a su corte final que se disputan el director y The Weinstein Company (que quiere cortarle 20 minutos para su estreno americano), la película es una muy sólida y potente adaptación del comic futurista francés acerca de una rebelión que se gesta a bordo de un tren que lleva en movimiento perpetuo a los pocos sobrevivientes de un mundo congelado. La película transcurre casi en su totalidad dentro de ese largo tren en el que se separan las clases sociales. Es en los vagones “populares” que se gesta la rebeldía, una que va superando complicado escollos y ganando adeptos en el camino hasta llegar a un sorprendente y hasta emotivo final. Bong maneja a la perfección los recursos del cine de acción y aventuras, a lo que le agrega una gran dosis de humor y una excelente caracterización (por momentos desaforada) de personajes, además de poner en primer plano los condimentos políticos de la historia, algo no habitual en el cine de Hollywood (¿será eso lo que le molesta a la TWC?). Un gran elenco de secundarios (Tilda Swinton, John Hurt, Jamie Bell, Ed Harris y Song Kang-ho, el protagonista deTHE HOST) acompañan a Chris “Capitán América” Evans en esta aventura futurista hitchcockiana que marca la exitosa traducción de una estética y una idea cinematográfica de Corea a Hollywood, algo que no suele ser sencillo como prueban algunas fallidas experiencias previas. Bong, sin duda el mejor director coreano mainstream de la actualidad, lo hizo de nuevo.
SEVENTH CODE, de Kyoshi Kurosawa (Japón) Un brevísimo y muy ingenioso filme (dura 60 minutos, pero entre los créditos y un clip musical de la protagonista serán apenas 50, como un episodio televisivo) centrado en una mujer japonesa que viaja a Vladivostok a buscar a un hombre del que se enamoró en una cena en Tokio. Pero el hombre, borracho en esa ocasión, ni la recuerda y se va. Ella es atacada por dos matones, luego se refugia en un restaurante que maneja una pareja (él japonesa y ella china) allí, y se dispone a seguir buscando a este hombre, que está relacionado con la mafia rusa, con consecuencias imprevisibles. Una película muy pequeña hecha a la medida de la protagonista, la famosa cantante/actriz Atsuko Maeda (Kurosawa dijo que filmaron en Rusia porque es imposible filmar con ella en Japón debido a sus fans), SEVENTH CODE se aprecia por sus escenas de acción, su moderado pero inteligente suspenso y un par de sorpresivas vueltas de tuercas que la terminan transformando en una simpática comedia de acción hitchcockiana.
SORROW AND JOY, de Nils Malmros (Suecia)
Un fuerte drama autobiográfico acerca de un hombre (la película no lo dice, pero es el propio director) que perdió a su hija pequeña al dejarla al cuidado de su esposa, fuertemente deprimida, durante apenas unas horas en las que se fue de viaje y su suegra no se pudo ocupar. La película va del presente -con la mujer internada en un psiquiátrico y el hombre intentando rehacer su vida mientras se culpa por lo que sucedió- a contar el pasado de la pareja, desde que se conocieron, pasando por varias situaciones que hacían presagiar la catástrofe. La historia es dura, pero está contada con inteligencia, mesura y comprensión por las equívocas actitudes de sus personajes, aún las más erradas. Algunas vueltas del guión y, extrañamente, varias de las actuaciones, no están siempre al nivel de la propuesta por lo que la promesa del drama íntimo y personal se queda a mitad de camino.
THE INCOMPLETE/DER UNFERTIGE, de Jan Soldat (Alemania, CinemaXXI) Este mediometraje alemán resultó el ganador en su categoría con una sorprendente y simple historia: un retrato de Klaus, un hombre de 60 años que es esclavo sexual, por decisión propia. El filme es simple y directo: consiste de una serie de entrevistas al personaje y el seguimiento a lo largo de algunas de sus actividades. En su casa, Klaus anda desnudo y encadenado buena parte del tiempo a su cama (así duerme, de hecho). Fuera de su casa, va a un “slave camp” donde se hace, digamos, humillar, y también limpia (con su atuendo habitual) la casa de otro hombre, entre otras actividades. Pero la película jamás en morbosa ni intenta shockear al público. Una vez que uno se acomoda a la apariencia y actividades de este hombre parecido a Gollum, al escucharlo contar su difícil historia de vida (familiar) y sus costumbres uno no puede menos que enternecerne y encariñarse con él. Formalmente la película no tiene más ambiciones que retratarlo, pero la distancia justa y la mirada abierta del director son esenciales para su éxito.
HARD TO BE A GOD, de Aleksei German (Rusia, Fuera de Competencia) El mítico realizador ruso de KHRUSTALYOV MY CAR! y MY FRIEND IVAN LAPSHIN, que falleció hace pocos meses, recibió de manera póstuma un premio a su carrera en Roma, donde se exhibió como premiere mundial su última película, en la que trabajó 15 años y que dejó inconclusa. Su esposa y colaboradora, Svletana Karmalita, y su hijo cineasta Aleksei German Jr. la concluyeron. Como algunos en Argentina pueden saber por el documental PLAYBACK, que se pasó en competencia en el último BAFICI, la película trata sobre un hombre que, en el futuro, viaja a un planeta cuya sociedad es muy parecida a la de la Edad Media aquí. Según la novela en la que se basa, el hombre allí intentará liberar a los intelectuales perseguidos, en lo que es una clara metáfora acerca de la Rusia stalinista. Sin embargo, el filme de tres horas no apuesta a la literalidad narrativa ni mucho menos dramática. Está compuesto por una serie de impactantes “tableaux” filmados en larguísimos planos secuencia que introducen al espectador en ese mundo como si German lo estuviera metiendo en un cuadro vivo de un pintor tipo Bosch (El Bosco). Las composiciones ágiles, excitadas, de German y su elenco de freaks (las caras de este filme son únicas) conforman un prodigio estético único, puramente cinematográfico, dejando cuestiones básicas (como dramaturgia o comprensibilidad narrativa) totalmente al margen. Es un viaje alucinante hacia ninguna parte que se ve en estado de asombro y fascinación permanentes.
VOLANTIN CORTAO, de Diego Ayala y Anibal Jofré (Chile, Competencia Internacional) Notable opera prima de ficción de estos jovencísimos realizadores chilenos (tienen 25 y 23 años ahora, tenían 24 y 22 al hacerla, y parecen de 18), se centra en una chica que trabaja como asistente social en un centro comunitario en Santiago de Chile y la relación que establece con un adolescente que concurre a ese lugar. Los conflictos de unos y otros, marginados de distintas maneras, los unen a lo largo de una serie de días en los que establecen una fuerte relación de amistad y de conexión más allá de las obvias diferencias sociales y económicas. Con un estilo cercano al del cine de los Dardenne y de clara raigambre neorrealista, los directores apuestan por un registro directo y creíble en el que no hay espacio para discursos ni pontificaciones paternalistas. Todo es experiencia, vivencia, calle, día a día: desde un recorrido en “una” micro hasta una fiesta nocturna, de una charla en un parque a una situación peligrosa. Todo está contado en directo, como si los directores siguieran a sus personajes en su actividad cotidiana. Y esa decisión –lo mismo que mantener la narración en su justa y pequeña dimensión humana- es notablemente sabia y madura para cineastas tan jóvenes. Un debut (de ficción, Ayala y Jofré ya habían hecho un documental) más que promisorio del nuevo cine chileno.
CASTELLO CAVALCANTI, de Wes Anderson (Estados Unidos, Italia) Este extraordinario corto de apenas 8 minutos que el realizador de LOS EXCENTRICOS TENENBAUMS hizo comisionado por la marca Prada (pero casi sin alusión alguna al producto más que una pequeña broma, por lo que no debería considerarse una publicidad) es una de las mejores cosas que ha hecho Wes en los últimos años, demostrando que su estilo enérgico y a la vez concentrado, intenso y controlado, funciona a la perfección en estos pequeños juegos, donde nunca llega a volverse maniqueo ni excesivo. Es tan breve la historia que no da para contar mucho. Diremos que hay unos hombres sentados en las afueras de un bar tomando algo en un prototípico pueblo chico italiano y que, sabremos luego, están esperando ver pasar los veloces autos de una carrera. Los autos pasan, uno de ellos choca allí y lo que sigue es la pequeña y muy simpática anécdota del choque y encuentro cultural que Anderson cuenta a la perfección con esos paneos inconfundibles y con Jason Schwartzmann sacando una serie de frases y gestos «andersonianos» para el deleite. Una joyita que ya está online y se las comparto acá arriba.
Vale aclarar que «Hard to be a God» es una adaptación de una conocida novela de los 70 de Arkady y Boris Strugatsky, autores cuyo cuento «Picnic al costado del camino» adaptó Tarkovsky para hacer «Stalker»
Si, es cierto. No la leí, pero los que lo leyeron lograron entender «la trama» de la película mucho más que nosotros. A mí me ayudó haber visto el documental «Playback», aunque de cualquier modo hay cosas que explican ahí (como la cámara que el protagonista tiene en la frente y que va grabando lo que ve) que nunca se entienden ni se aclaran en la película.
De cualquier modo, el estilo tiene poco y nada que ver con «Stalker».
Vale aclarar que «Hard to be a God» es una adaptación de una conocida novela de los 70 de Arkady y Boris Strugatsky, autores cuyo cuento «Picnic al costado del camino» adaptó Tarkovsky para hacer «Stalker»
abrazo
Si, es cierto. No la leí, pero los que lo leyeron lograron entender «la trama» de la película mucho más que nosotros. A mí me ayudó haber visto el documental «Playback», aunque de cualquier modo hay cosas que explican ahí (como la cámara que el protagonista tiene en la frente y que va grabando lo que ve) que nunca se entienden ni se aclaran en la película.
De cualquier modo, el estilo tiene poco y nada que ver con «Stalker».
es interesante porque también Sokurov adaptó a estos autores.
Dni zatmeniya (1988)
viste que no hubo peli francesa?
Si, vi, muy raro. Siempre hay alguna peli francesa más o menos como la gente para competencias…
Este año, no. Ni idea qué pasó.