TV: «The Knick» (Temporada 1)

TV: «The Knick» (Temporada 1)

por - Críticas
23 Oct, 2014 07:35 | comentarios

Seamos directos: THE KNICK es la mejor serie de televisión del año y, probablemente, una de las mejores de la historia del medio. Si bien, es cierto, solo llevamos vista una temporada, es tanto lo que está bien que uno no puede menos que augurar un futuro brillante para la saga. Y si uno se arriesga […]

the-knick-poster-season-1-405x600Seamos directos: THE KNICK es la mejor serie de televisión del año y, probablemente, una de las mejores de la historia del medio. Si bien, es cierto, solo llevamos vista una temporada, es tanto lo que está bien que uno no puede menos que augurar un futuro brillante para la saga. Y si uno se arriesga a ponerla en un podio histórico con solo diez episodios es por la evidente brillantez de sus logros formales y temáticos. Tengo la impresión que la serie dirigida por Steven Soderbergh tiene todo para convertirse en esas que marcan un antes y un después en la historia del medio. Pero no es exclusivamente por su historia, o su trama, o siquiera sus personajes (que son extraordinarios, pero no lo que marca la diferencia) sino por ser la primera que trabaja a partir de un punto de vista que podemos considerar, a falta de una nueva palabra que lo reemplace, cinematográfico.

En esta historia acerca de las duras, complicadas y apasionantes vidas de una serie de médicos, enfermeros, mafiosos, millonarios y empleados relacionados a un hospital neoyorquino a principios del siglo XX lo que se impone es una idea de cómo contar visualmente una historia, como evitar todos y cada uno de los clichés que en algún momento llevaron a la televisión a ser considerada la «hermana menor» del cine y cómo imponer un punto de vista, una mirada, sobre lo que se cuenta y cómo se lo cuenta. Los «showrunners» nos han hecho creer hace ya varias décadas –y la crítica les ha seguido el pulso y adorado hasta la devoción– que lo que importa es saber qué es lo que se cuenta: historia, trama, personajes, psicología, evolución narrativa, organización dramática. THE KNICK tiene todo eso (con aciertos y errores, tampoco logra desprenderse del todo del ABC de cómo organizar una serie de TV «adulta»), pero además impone algo que se ve poco y nada en televisión: una idea clara, particular y específica de puesta en escena.

knick1En esta reseña de la temporada completa trataré de no detenerme en los detalles narrativos de la historia (así que, no teman, no habrán muchos SPOILERS, aunque, aviso, siempre alguno se escapa) sino en cómo Soderbergh se ha tomado el trabajo de pensar una serie visualmente, obviando casi todos los recursos clásicos de la televisión (aun de la buena televisión) y haciendo lo más parecido a una serie de autor que recuerdo desde TWIN PEAKS. Para los que me digan que Soderbergh no escribe los episodios ni es el único «showrunner» de la serie, me permito aclararles que la teoría del autor se fundó, básicamente, a partir de cineastas que no escribían sus guiones y que tenían aún mucha menos influencia que él en sus grupos de trabajo.

Soderbergh dirige, hace fotografía, cámara y edita cada episodio en siete días, pero aún si no lo hiciera (tampoco es una competencia de variedad de talentos esto) lo que queda claro viendo la serie es que la economía narrativa, la potencia visual y las ideas de organización del tiempo y el espacio narrativos son claras y consistentes, más que en cualquier otra serie. Nuestra fascinación por MAD MEN o GAMES OF THRONES –cito solo algunos ejemplos al azar– en general tiene que ver con una apreciación del guión, de las actuaciones, de alguna secuencia laboriosamente filmada (caso TRUE DETECTIVE), de ingeniosos trucos visuales (BREAKING BAD) o de la psicología oscura de los personajes. Todo eso está en THE KNICK, pero además aparece ante nosotros un mundo poco conocido (la Nueva York de 1900) y una manera de acercarse a filmar eso casi radical.

640Uno podría usar a PANDILLAS DE NUEVA YORK como referencia, pero no sería justo. No es exactamente la misma época ni los personajes y Scorsese contaba con un presupuesto enorme para hacer lo que quisiera. Soderbergh se limita, como los mejores directores, a pensar cómo aprovechar su presupuesto de la mejor manera posible: muestra lo necesario y hace que eso sea lo más importante, puede armar toda una escena en la que suceden cinco cosas a la vez enfocándose en un rostro y tiene una ya conocida predilección por la cámara en mano, los planos secuencia y los cortes fuera de eje que le dan, especialmente a una serie «de época» un estilo muy particular, más cercano al de un drama hospitalario de hoy que uno de 115 años atrás.

El Dr. Thackeray (Clive Owen) es un brillante e insoportable doctor, arrogante, creído y maníaco, especialmente mientras se va acrecentando su adicción a la cocaína. Sus tratamientos experimentales lo llevan por buenos y no tan buenos caminos, y mientras el hospital lidia con una serie de personajes y situaciones cada vez más complicadas a lo largo de la temporada, él se mantiene como una especie de antecesor (uno aun más brutal y desagradable) de nuestro ad man Don Draper, tan talentoso como arrogante, aunque un poco más odioso. Sí, el chiste es obvio: THE KNICK podría tranquilamente titularse MED MEN.

La crítica televisiva acostumbra a dedicar párrafos a contar qué cosas pasan en las series y al crítico de ocasión opinar si les parecen o no apropiadas. Lean «reviews» de Estados Unidos de la serie y en el 90% de los casos les contarán lo que pasó en el episodio y si estuvo bien o mal que la historia fuera para un lado o para otro, o que un personaje hiciera tal o cual cosa. Básicamente, la crítica de televisión parece nunca poder desprenderse de la crítica de guión, algo que el cine logró despegarse, de a poco, desde hace medio siglo. Y aún siendo THE KNICK una serie cuya evidente fortaleza está en otro lado, los profesionales de la materia no parecen poder entender la diferencia.

knick2De hecho –y en esto me arriesgaré a ponerme odioso– los problemas que la serie tiene suelen ser de guión, de modelos narrativos que se organizan de una manera tan «televisiva» –coincidencias forzadas, problemas serios de varios personajes que explotan todos al mismo momento, inclusión constante de adelantos médicos famosos, etc– que por momentos terminan siendo innecesarios. A una serie con la intensidad y potencia visceral de THE KNICK le haría falta un guionista que pueda desprenderse tanto de los clichés de cómo armar una escena o secuencia televisiva de la misma manera que Soderbergh lo hace con la manera de filmarlas. De todos modos, esos «problemas» son menores y el guión es lo suficientemente convincente, inteligente y poderoso como para atrapar aún a los que no prestan atención alguna al lenguaje audiovisual.

THE KNICK es importante como serie porque abre el camino a la «serie de autor» de una manera inédita. TRUE DETECTIVE tenía un mismo director toda la serie, pero se apoyaba fuertemente en el thriller de investigación, un modelo narrativo probado y conocido, con miles de antecedentes tanto en cine como en TV que la serie administraba con mucho ingenio e inteligencia. El «género» de THE KNICK es más difuso: es una serie de autor y punto. Al terminar la temporada hay tantos personajes y frentes abiertos, tantas posibilidades hacia donde la serie puede ir y tantas variables posibles, que no sabemos qué nos depara el futuro. Sabíamos para donde iba BREAKING BAD y eso limitaba la expansividad de la serie. Podremos saber –por el libro– adonde va GAME OF THRONES y eso también es un potencial problema (aunque el principal problema ahí es lo pobremente dirigidos que están el 80% de sus episodios que consisten en un «acá pasa esto y acá pasa esto mientras acá pasa esto otro y así»). Pero en lo que sí coincide THE KNICK con GOT y MAD MEN es en la capacidad de trabajar relatos corales, en los que el eje puede girar en cualquier momento y no hay nunca un destino del todo claro.

Tampoco celebrar que THE KNICK sea una serie «bien dirigida» quiere decir que van a ver allí un cineasta haciendo gala de sus trucos y un «show off» de efectos o escenas impactantes (nada de cabezas cortadas y solo una pequeña «masacre», casi un regalito para los que buscan acción). Casi al contrario. Soderbergh dirige económicamente: su maestría está en hacer mucho con poco, crear un universo en un primer plano, en una secuencia filmada desde lejos, en una fiesta en la que los protagonistas están perdidos entre la gente u otra en la que una mujer anda, simplemente, en bicicleta por la ciudad. Su maestría es tener un punto de vista con el que trabajar el guión y domarlo de la manera en la que pocos directores lo hacen en la TV. THE KNICK prueba que en manos de un gran director hasta una escena cuyo guión no ofrece nada particularmente interesante puede ser brillante. Y esa es la lección principal de esta extraordinaria serie. Uno siente, todo el tiempo, que hay alguien que sabe lo que está mirando y sabe cómo contarlo con imágenes.