TV: «Rectify» (Temporada 3)
Cada temporada que termina de RECTIFY me hago la misma pregunta: ¿cómo es que esta serie no es más conocida, premiada, importante? ¿Cómo es que no recibe nunca nominaciones a los Emmy? ¿Cómo es que muchos –me incluyo– perdemos el tiempo viendo cosas sin mayor valor más que una cierta buena factura en vez de prestar […]
Cada temporada que termina de RECTIFY me hago la misma pregunta: ¿cómo es que esta serie no es más conocida, premiada, importante? ¿Cómo es que no recibe nunca nominaciones a los Emmy? ¿Cómo es que muchos –me incluyo– perdemos el tiempo viendo cosas sin mayor valor más que una cierta buena factura en vez de prestar más atención a series como éstas?
Se me ocurren algunas posibles respuestas. Por un lado, no está en HBO, Netflix o algún canal que mueva prensa y publicidad de manera importante, sino en Sundance TV, un canal pequeño, que es propiedad de AMC Networks, empresa que por motivos obvios le pone más fichas a BETTER CALL SAUL y THE WALKING DEAD como antes lo hacía con MAD MEN y BREAKING BAD. En un punto, se entiende: WALKING DEAD promedia los 5, 6 millones de espectadores por episodio en EEUU mientras que RECTIFY raramente supera los 200 mil. Es decir, poca gente sabe que existe RECTIFY siquiera.
Y por otro lado, la propia propuesta de la serie impide en cierto modo lograr ese tipo de repercusión mediática. Es un drama con toques policíacos de tempo lento, hipnótico y pausado, que transcurre en el sur de los Estados Unidos, que no tiene muchos elementos cool ni vendibles y que, por ponerlo de alguna manera, es bastante triste y por momentos hasta deprimente. Si bien se apoya en un caso policial –un hombre que sale de la cárcel después de 20 años de estar esperando una sentencia de muerte cuando aparecen datos de ADN que ponen en duda si mató o no a su novia de la adolescencia–, la investigación que continúa luego de liberado Daniel es bastante secundaria dentro de la trama.
RECTIFY, desde la primera temporada, se ha ocupado más que nada de la reintegración social de Daniel, con su familia y en su pueblo, en el que todos lo miran con sospecha. Es que Daniel es un tipo silencioso, parco y bastante particular, con un forma de comportarse que por momentos bordea el autismo y con actitudes tanto tiernas como agresivas, que hasta hacen dudar a sus propios familiares y al espectador respecto a su inocencia o culpabilidad. A lo largo de la serie ya lo hemos visto varias veces perder la «compostura» y reaccionar violentamente, por lo que suponemos que algo así puede haberle sucedido en el pasado también.
A lo largo de sus tres temporadas cortas –la primera tuvo seis episodios, la segunda diez y ésta, seis–, su creador Ray McKinnon ha puesto el eje en las consecuencias que el regreso de Daniel tiene en sus familiares: su madre (Janet) que se volvió a casar y tiene un hijo de su nuevo matrimonio (Jared); el hijo de un anterior matrimonio de su marido (Teddy) y la esposa de éste (Tawney); y especialmente su hermana, Amantha, la que consiguió gracias a la ayuda de su pareja, un abogado, sacarlo de la cárcel. Por otro lado, están los policías y políticos del pueblo que no se rinden a la idea que él sea el asesino, los otros jóvenes (ahora, cuarentones) que estuvieron involucrados en el caso de violación y asesinato, y los familiares y amigos de la víctima.
La tercera temporada es la más efectiva, concisa y emocional de todas (para los que nunca vieron nada, acá hay algunos SPOILERS hasta el final de la segunda temporada). Para evitar que se reabra el caso y pueda volver ser juzgado y condenado a muerte, Daniel decide aceptar un acuerdo por el que admite haber cometido el asesinato y debe irse del estado de Georgia para no volver. Toda la temporada se centrará en los días que pasan hasta el momento en que Daniel tenga que decidir si partir de ahí o buscar alguna otra alternativa.
Daniel, de hecho, tiene un protagonismo menor en la temporada, ya que más que nada debe lidiar con la decisión de separarse otra vez de su familia. Son ellos los principales protagonistas, a quienes vemos quebrarse en todas y cada una de sus relaciones: su madre empieza a tener dificultades con su marido a partir de enterarse de la pelea entre Daniel y Teddy, la relación entre Teddy y su esposa Tawney parece insalvable, y la propia Amantha ve desarmarse su propia vida laboral y personal.
El caso policial parece tener nuevas aristas ya que la policía descubre el cadáver de George, uno de los posibles involucrados en la violación y asesinato de Hannah, y empiezan a sospechar si Daniel tuvo que ver con esta nueva muerte, pero el sheriff está convencido que el culpable fue Trey (otro de los involucrados en el caso original) y lo persigue, aunque desde el comienzo de la serie se sabe que George se suicidó.
De todos modos, la descripción de los acontecimientos no sirve para explicar la fuerza de RECTIFY, que se logra gracias a ser una de las pocas series –como MAD MEN, tal vez, aunque de otra manera– cuyo eje son los personajes y sus relaciones, mucho más que cualquier disparador narrativo del orden policial. Es un drama, hecho y derecho, con una trama de investigación entrelazada de tal manera con los comportamientos de los personajes que pocas veces se siente forzada o empujada por los guionistas. La mano de McKinnon para enhebrar ambas partes de la historia es magistral, logrando que nos importe la resolución del caso solo en la medida de lo que representa e implica para los personajes y lo que los puede alterar psicológicamente. Si Daniel mató o no a su entonces novia (algo que seguimos sin saber de verdad) es importante solo en relación a lo que pueda afectar a los personajes que lo circundan.
Lo que le importa a la serie son las relaciones interpersonales y en ese sentido esta temporada hace hincapié en las tres parejas quebradas o en crisis tras la salida de Daniel de la cárcel y cómo su decisión de irse del Estado, en un punto, es tratar en cierta manera de que la vida de su familia vuelva a la «normalidad» que tenía cuando él estaba encerrado. Es una suerte de sacrificio el que siente que tiene que hacer tras darse cuenta lo que su presencia y personalidad ambigua provoca en los demás.
La tercera temporada de la serie –que tiene, por suerte, menos situaciones oníricas/flashbacks que las anteriores, acaso su rasgo menos convincente– termina de manera tal que bien podría concluir aquí, aunque se sabe que ya está en marcha una cuarta. En función del tiempo que pasa por temporada (uno tiene la impresión que no han pasado más que un par de meses en sus 22 episodios), la serie podría continuar indefinidamente, especialmente tomando en cuenta la densidad adquirida por cada uno de los personajes, pero sería conveniente que no se extienda demasiado más. Cuatro o cinco temporadas serían suficientes, casi como la extensión de una buena novela de literatura sureña, con la que parece tener muchos más puntos de contacto que con otras series de TV.
Si la «TV de autor» está volviendo de a poco a perder terreno frente a la de los grandes espectáculos, RECTIFY es una apuesta en sentido contrario. Sus tiempos son literarios, cinematográficos. Se relaja y observa en lugar de tensionarse y focalizarse. Y se distrae en detalles que son centrales para el mundo creado aunqe no para «la trama». Puede dedicar tanto tiempo a su protagonista mirando la puesta de sol, pintando una piscina o metiéndose al mar como a un interrogatorio policial o una escena de tensión. De hecho, salvo pequeñas excepciones, no tiene escenas que puedan considerarse «de acción» o de suspenso. Pero ese suspenso existe y de manera mucho más orgánica. Como en MAD MEN, lo que nos preocupa es saber qué pasará en la vida de esa gente: qué decisiones tomarán, hacia dónde los llevarán las circunstancias, si lograrán atravesar los momentos difíciles que les toca vivir o no. Tan simple y tan complejo como eso. Y tan humano…
Excelente crítica para una excelente serie. Esta serie no tiene más prensa porque estamos nerdificados. Ahora todo es sobre superhéroes, resucitar viejas series, precuelas, spin-offs y a nadie le interesa que le cuenten algo nuevo. Es responsabilidad de ustedes, los comunicadores, hacer llegar estas propuestas al gran público. Por más Rectifies y menos Game of thrones.
A mí me gusta de todos modos GAME OF THRONES, pero coincido con vos: las series cada vez más apuestan por el camino del cine (precuelas, spin-offs, superhéroes) y va a terminar en unos años siendo lo mismo. Aun Netflix y HBO, muchas veces, optan por el producto más «espectacular». Las series chicas como RECTIFY o algunas otras van a quedarle a Amazon, Sundance, Cinemax, etc. AMC no logró hacer funcionar ninguna de las series nuevas (RUBICON, HALT AND CATCH FIRE, etc) y terminó optando por FEAR OF WALKING DEAD y BETTER CALL SAUL, dos precuelas… Más claro que eso, imposible.
Series como RECTIFY terminarán siendo igual de marginales que lo son las cosas «serias» en el cine norteamericano. Es una pena –y hay excepciones, claro, ahora HBO lanza una de David Simon, pero solo miniserie–, pero va todo encaminado para ese lado…
Saludos,
d
Entiendo el punto de vista de Dante, Rectify es un buen ejemplo de la serie que sin parafernalia ni saturación de estrellas te atrapa. No demerito a Guerra de tronos, pero en eso estriba su encanto.