TV: «Fargo» (Temporada 2, Parte 1)
Si bien ya expresé más de una vez que no me parece del todo apropiado hacer críticas de series cuando aún no han terminado sus temporadas, tomando en cuenta todo lo que hay circulando y lo rápido que pasan por el radar y la atención de la gente, me parece que en ciertos casos se […]
Si bien ya expresé más de una vez que no me parece del todo apropiado hacer críticas de series cuando aún no han terminado sus temporadas, tomando en cuenta todo lo que hay circulando y lo rápido que pasan por el radar y la atención de la gente, me parece que en ciertos casos se hace necesario hacer una especie de análisis intermedio, un mid-season report, lo más parecido al análisis de un partido de fútbol en un entretiempo. Claro que después todo puede cambiar, pero –como pasa con esos conceptos de comentarista deportivo después de los primeros 45 minutos– hay material suficiente como para arriesgar algunas ideas. Especialmente en series que interesan, que se adivinan potencialmente muy buenas y que uno quiere compartir su entusiasmo con el resto de los mortales. Bah, con los que lean esto.
A diferencia de TRUE DETECTIVE –otra serie con similar formato: cada temporada es una historia completamente nueva–, la serie creada por Noah Hawley no sufrió de ningún tipo de deterioro evidente. No pasó de ser el gran descubrimiento a la gran decepción sino que, por el contrario, fue generando un fenómeno opuesto. La primera temporada empezó con muy bajas expectativas (la idea de adaptar la película de los hermanos Coen sonaba, digámoslo, un tanto trucha) y fue dejando en claro que su nivel era más que aceptable. Si bien tengo algunos problemas con esa primera temporada –hay cosas que me gustaron y otras que no tanto–, era evidente que se trataba de un producto cuidado, ingenioso, bien realizado y bastante sólido.
La segunda temporada representa un crecimiento respecto a la primera. Si bien las características son las mismas –el tono algo irónico importado de los Coen, los escenarios, la lógica entre absurda y dramática de las situaciones, cierto gusto por el monólogo metafórico/existencialista, las casualidades permanentes–, la segunda temporada incluye un grupo de personajes más sólido y consistente, no tan virado al género y un tanto más realista, dentro de lo que se puede serlo en este tipo de serie. La familia de los policías (Patrick Wilson, Ted Danson y Cristin Milioti) es el corazón y núcleo de esta historia, son los que investigan un curioso crimen que tuvo lugar en un restaurante y que terminó con varios cadáveres, incluyendo el de una jueza y el de Rye, hijo menor de los Gerhardt, una familia mafiosa de la zona. Para los que les preocupan las conexiones con la primera temporada, el papel que interpreta Wilson es el del padre de Molly Solverson, la policía de la primera temporada. Solo que esta historia transcurre en 1979 y está mucho más joven (aquí lo encarna Wilson, allí lo hacía Keith Carradine).
El otro grupo familiar lo componen Peggy y Ed Blumquist (Kirsten Dunst y Jesse Plemons), un matrimonio que se ve metido casualmente en esa masacre cuando ella arrolla con su auto a Rye –el mafioso que acaba de cometer el crimen– y ambos no tienen mejor idea que deshacerse del cadáver. La otra pata de la trama está en la familia mafiosa en cuestión, los Gerhardt, integrada por un padre que acaba de sufrir un ACV, una madre de armas tomar (Jean Smart) y varios hijos con distintas características, uno de ellos (Dodd/Jeffrey Donovan), el más virulento y agresivo de todos, dispuesto a quedarse con el imperio familiar, amenazado por un grupo de mafiosos aún más grande, de Kansas City, que quiere comprar sus operaciones o destruirlos en el camino, en el que se destaca Bokeem Woodbine como el «suave» Mike Milligan.
Los cruces entre esta docena de personas hasta ahora han resultado muy orgánicos y sustanciales, mucho más que en la temporada anterior: no se siente que haya giros de guión innecesarios para demorar la resolución de la historia, desviándola hacia caminos sin salida. Más allá de alguna situación o personaje que pueda ser un tanto obvio o excesivamente caricaturizado –una de las características que ambas temporadas comparten entre sí y con los Coen– y pese a algunas decisiones que pecan de «referenciales» (Milligan, es un personaje copiado de cualquiera que Samuel L. Jackson haya hecho para Tarantino, por ejemplo), FARGO funciona dramáticamente mejor que la primera temporada y la amenaza que se cierne sobre los personajes es aún más potente.
Es cierto que cinematográfica y dramáticamente no propone nada nuevo: es como estar viendo una película de los años ’90 en una especie de combo donde los citados Coen y Tarantino se cruzan. Pero Hawley excede esas referencias gracias a los muy buenos personajes que crea, especialmente los de Wilson, Milioti, Plemons y Smart, junto a Zahn McClarnon como el silencioso indio que trabaja para los Gerhardt y Rachel Keller como la díscola hija de Dodd. El tono zumbón y un tanto paródico que tiene por momentos no hace que los personajes nos resulten necesariamente idiotas, como muchas veces pasa en el cine de los Coen, y ese es un logro que no debe ser pasado por alto ya que no es muy fácil de lograr.
El único defecto que no han podido resolver de la primera temporada es la cantidad de casualidades que hacen avanzar a la historia. Es la única zona del guión que –a mi entender– no logran solucionar y eso que teniendo diez episodios para desarrollar una situación no debería haber necesidad de apurar choques entre personajes a partir de milagrosos encuentros (de objetos, de personas, de toparse con alguien o algo en el momento menos o más indicado). Pero ya es una característica de la serie y no queda otra que tomarla como viene. No intenta ser realista, eso es claro, y uno tampoco le pide eso. Pero le pide cierta plausibilidad y eso está siempre en el límite. Finalmente, son los personajes –con su humanidad, su complejidad y sus contradicciones– los que cubren las dudas, baches o deficiencias. Y los de esta temporada son en su mayoría grandiosos. Por lo menos hasta ahora, ya que van cinco de los diez episodios que tiene. Todavía falta el segundo tiempo y ya se sabe como son esas cosas…
Coincido en que esta temporada es superior a la primera. Quiero destacar la excelente banda de sonido. Estoy esperando el final de la serie opara comprarla.
La musica es buenisima, coincido. No alcancé a comentarlo…
d
Yo ya voy por el sexto. De lo mejor que he visto en años.
El sexto es buenísimo, lo de Nick Offerman (el abogado) es genial. Lo único que me fastidia es el nivel de pelotudez de la parejita. No son demasiado nabos, ya?
abz
d
Tal vez él si; ella está del retomate, es inimputable. Coincido con lo de la escena del abogado; es magistral. ¿Qué será esa especie de ovni que ven el indio y el atropellado? ¿La caja de Barton Fink?