Series: crítica de «The Handmaid’s Tale» (Temporada 2)

Series: crítica de «The Handmaid’s Tale» (Temporada 2)

por - Críticas, Series
12 Jul, 2018 09:55 | 1 comentario

En su segundo año la serie continúa los sucesos de la novela original (cuya trama concluyó en la primera y originalmente única temporada) de una manera oscura y brutal, poniendo el eje en los frustrados y frustrantes intentos de fuga por parte de June, la protagonista. La grandes actuaciones no logran compensar lo forzado y caprichoso de la trama.

Las pistas estaban ahí pero muchos preferimos no verlas. La segunda temporada de THE HANDMAID’S TALE parecía, desde el principio, destinada al fracaso, a no saber cómo continuar los eventos de la primera, que atraviesan la novela de Margaret Atwood, aproximadamente, de principio a fin. Para la segunda había que inventar algo nuevo, que fuera consistente con la primera (y con la novela) y a la vez pudiera llevar la historia a extenderse por varias temporadas más. Ya desde el principio era claro que nadie sabía muy bien qué hacer con la historia de Offred/June (Elisabeth Moss) ni con la de Gilead ni con el resto de los personajes de la novela/serie. Pero en sus idas y vueltas, y pese a sus inconsistencias narrativas y a su obcecada linealidad temática, uno suponía que los creadores de la serie iban a encontrar un hilo, un eje, una consistencia dramática sólida en algún momento. Pero no. Fue solo una ilusión.

La temporada fue inconsistente por donde se la mire porque los personajes dejaron de ser ya personajes para transformarse en causas o en envases semivacíos a llenar con lo que fuera útil para llevar adelante las ideas de la serie. Y las ideas de lo que la serie debía ser se terminaron imponiendo, bruscamente, a la lógica de los personajes. Dicho de otra manera: cuando se piensa a personajes como receptáculos temáticos y no como seres vivos y contradictorios, todo lo que esos personajes tienen para ofrecer se licúa, se banaliza, se vuelve previsible. THE HANDMAID’S TALE tenía todo para ser una serie feminista inteligente y cuestionadora pero terminó transformándose en una suerte de «origin story» para un superhéroe imposible.

Los vaivenes de Offred entre agachar la cabeza o rebelarse y los aún más grotescos de la propia Serena (Yvonne Strahovski) entre cuestionar su lugar o aceptarlo pueden resultar interesantes en los papeles pero, dramáticamente, jamás logran tener sentido. Y si uno dejaba pasar esas inconsistencias repetidas a lo largo de la temporada en pos de llegar a un final que las justificara, ese final no hace más que confirmarlas con una serie de giros absurdos e improbables que solo pueden ser creados desde un lugar cínico (hay que encontrar la vuelta para que la serie siga varios años más) o de un confuso lugar ideológico que supone que ese destino es, para June y para el espectador, algo parecido a «victorioso». No, no lo es. Es absurdo.

Como verán, traté de no espoilear nada no ya del final sino de toda la segunda temporada de THE HANDMAID’S TALE. Suceden muchas cosas y a la vez no sucede nada. Es una lara serie de fugas que no se concretan porque alguien decide que no se tienen que concretar, personajes adosados sobre los que no hay mucho para decir y que parecen malos pero son buenos o acaso sean malos, escenas de tortura elegancia agotadora, muchos más planos encuadrados como pinturas del siglo XIX y no mucho más. La lógica se agota pronto y si uno sostiene la atención es solo porque el elenco es muy bueno y hace parecer creíbles cosas que no lo son.

La novela de Atwood se volvió un ícono feminista a partir de sus personajes y no al revés. Es difícil crear drama cuando se intenta que todo lo que los personajes hacen sea relevante en un sentido mayor y se lo subraya como tal para que no queden dudas. Cada acto de la intachable protagonista es un ejemplo de valentía (ver el Episodio 11), cada personaje femenino ha sido de algún modo u otro redimido (no hay nunca dudas de hacia donde irá cada uno) y cada fantasía de «empoderamiento» ha sido cumplida a costa de cualquier lógica. Y, cuando uno descubre esa lógica interna de la temporada, todo se vuelve previsible.

Pero el final es casi paródico. Si uno creía que esa lógica interna iba a sufrir alguna fractura capaz de generar una sorpresa, con lo que se encuentra allí es, sí, con una sorpresa (o varias), pero absurdamente consistentes con esas ideas al punto de no tener ninguna relación con la verdad o la coherencia de personajes que cambian radicalmente de posición de un momento a otro. Es una suerte de fantasía revolucionaria de escuela primaria, musicalizada para el impacto e iluminada como si fuera un episodio particularmente oscuro de una saga de Marvel: el nacimiento de Super Offred, la vengadora que Atwood jamás imaginó.