Series: crítica de «Game of Thrones: The Long Night»

Series: crítica de «Game of Thrones: The Long Night»

por - Críticas, Estrenos, Series
29 Abr, 2019 01:01 | comentarios

El impactante y (muy) oscuro episodio se centró en el gran enfrentamiento contra el ejército de White Walkers. Una épica batalla nocturna en la que algunos de los logros y muchos de los problemas de las últimas temporadas de la serie volvieron a quedar en evidencia.

La noche es oscura y llena de terrores” es una de las frases clásicas de GAME OF THRONES y fue especialmente relevante en el tercer episodio de su última temporada. Más que nada por eso de oscura. Una de las decisiones creativas más radicales y potentes de la serie —presentar una batalla nocturna con una lógicamente mínima iluminación— se chocó con las limitaciones de la compresión televisiva. En cine, donde un episodio como éste podría haber sido proyectado, ese problema no existiría. Pero los negros mezclados con negros no tienden a sostenerse bien en el HD televisivo y muchos sintieron el efecto de estar viendo una gran nube de tonalidad gris oscura durante buena parte del episodio.

El problema técnico curiosamente pudo haberle terminado jugando a favor al director Miguel Sapochnik ya que el espectador por momentos no sabía si su confusión narrativa tenía que ver con eso o si, simplemente, la batalla estaba torpemente editada. Mi impresión es que, pantalla negra o no, la batalla por Winterfell tuvo varios momentos de impericia y capricho narrativo que hicieron que durante buena parte del episodio perdieran fuerza varias de sus confusas escenas, especialmente las relacionadas con los dragones, que parecían tan perdidos como los espectadores. No todo se puede tapar con espectacularidad visual. Y menos si no se ve un carajo.

Más allá de esas cuestiones, el episodio ofreció en versión XXL lo que es hoy la serie: un compilado de escenas de alto impacto pop con personajes que ya se han vuelto más íconos que otra cosa y con una intensidad que tapa las incoherencias narrativas. Si bajo el reinado de los textos de George R.R. Martin GAME OF THRONES se pasaba de cerebral, cínica y complicada, desde que los guiones son originales esas tres cosas desaparecieron ya que la apuesta es por lo emotivo, lo heroico y lo clásico. No se trata de preferir una cosa sobre otra –yo suelo engancharme más con esta última tríada, de hecho–, pero lo que ha sucedido aquí es un cambio de modelo en medio del relato y, en ese sentido, es una suerte de traición. Basta de drama shakespeareano de traiciones y juegos de poder, más sorpresas, explosiones y dragones chocándose entre sí (no me pregunten cómo sus «conductores» no se caían). Y eso es lo que sucedió aquí.

El episodio fue intensísimo –especialmente en sus momentos más calmos, casi de película de terror– y es innegable que cualquier espectador que haya llegado a este punto siendo fiel a la serie va a querer saber el destino final de los personajes a los que acompañó por tantos años, pero eso no quita que no se puedan observar los problemas que la serie está teniendo a la hora de poder resolver una docena o más de arcos narrativos. Una de las claves que hicieron a GAME OF THRONES popular fue su capacidad para matar de manera violenta e inesperada a sus personajes más importantes (se puede decir que la primera temporada termina con la muerte del que entonces era considerado el protagonista), pero eso ya no sucede más. Y en una batalla/carnicería como fue ésta es donde se nota que los guionistas no se atreven a ir tan lejos como lo hacía Martin.

SPOILERS DE AQUI EN ADELANTE

Uno podía esperar que en el enfrentamiento con el mismísimo Ejercito de la Muerte –uno que parecía que iba a tener lugar más al final y no a mitad de temporada, aunque eso es tema para otro párrafo– alguno de los protagonistas iba a caer. Y ninguno lo hizo. Si, murieron varios queribles personajes secundarios, algunos bastante relevantes en la saga, pero ninguno de los pesos pesado, los grandes nombres que llegaron hasta acá. Y no solo eso, cada uno de ellos murió honrosa y heroicamente, sacrificándose por otros y dándolo todo por la causa, de una manera noble y hasta en algún caso épica. Nadie ligó un cuchillazo por la espalda ni cayó víctima de un pedazo de techo de Winterfell que se le vino encima. No. Nadie. Más allá de estar rodeados por miles de zombies temerarios no hubo uno solo de los grandes que pereciera ni digna ni indignamente. Y esa falta de sorpresa ha arruinado en buena medida la potencia de GAME OF THRONES. Ya todos imaginamos que –un poco como pasó con la reciente AVENGERS— de acá hasta el final alguno que otro caerá pero será mucho menor el duelo que lo esperado. Ojalá me equivoque.

Este «fan service» o «plot armor» quizás funcione con los fanáticos más acérrimos pero el espectador un tanto más distanciado no puede evitar fastidiarse ante tanto cuidado por el «qué dirán los fans». Yo sabía que no iba a suceder pero cuando en un momento del episodio parecía que Winterfell iba a caer por completo y todos iban a perecer me pareció hasta simpática la idea de seguir adelante con The Night King yendo a enfrentar a Cersei con todos los demás protagonistas en su versión zombie. Pero pequé de iluso. La solución llegó, y si bien estuvo muy bien ejecutada y bastante bien manejada en su coordinación narrativa, fue casi hecha a pedido del público. Podría haber resultado más potente aunque amarga si Arya moría en el golpe final también. Pero hoy la serie no se anima a tanto. Al menos por ahora.

La otra gran pregunta del episodio es una sobre la que no tengo una respuesta clara. Cuando empezó a quedar claro que los White Walkers eran la gran amenaza de la serie, los conflictos entre los humanos pasaron a ser intrascendentes, menores, casi peleas infantiles por un trono frente a tamaña monstruosidad. Pero en lugar de dejar la lucha contra ellos para el final, los guionistas optaron por resolver el Plot A antes que el Plot B. O, por decirlo de otro modo, volvieron a modificar el orden de importancia de las tramas. El gran problema no eran los zombies sino Cersei en King’s Landing. Caramba.

Si bien es absurdo por donde se lo mire, en el fondo tiene algún sentido. Pelear contra este grupo de muchachos de carne podrida y ojos saltones sin nombre ni personalidad durante varios episodios puede ser un tanto agobiante por lo que, siguiendo una lógica de apostar por la riqueza dramática, es más interesante lo que puede suceder de ahora en adelante. Las batallas pueden no ser tan impactantes –nada de hordas asesinas ni dragones enemigos ni gigantes grotescos ni reyes de hielo– pero los conflictos personales al menos volverán a tener cierto sentido. Lo mismo que los juegos de poder e intrigas que hicieron rica e interesante a la serie. Quedan tres episodios para cerrar de manera honesta e inteligente una serie que, a esta altura y pase lo que pase, ya quedará en la historia como un gran evento cultural. Hay tiempo todavía de volverla también relevante.

PD. ¿Hay alguien que me sepa explicar el personaje de Bran y porqué no dice lo que sabe si es que sabe supuestamente todo lo que sucederá?