Cannes 2019: crítica de «Oh Mercy», de Arnaud Desplechin (Competencia)

Cannes 2019: crítica de «Oh Mercy», de Arnaud Desplechin (Competencia)

por - cine, Críticas, Festivales
24 May, 2019 06:03 | Sin comentarios

La película del realizador francés se centra en las experiencias de dos policías en Roubaix, pobre y violenta ciudad cercana a Bélgica, en la que tienen que resolver varios casos complejos, especialmente

El director francés vuelve a Roubaix, su ciudad natal, pero no para contar una historia autobiográfica ni una del pasado del lugar sino una actual, en tiempo presente. OH MERCY puede ser vista como un policial o también como un drama humano protagonizado por policías y acaso esa dificultad de clasificación termina siendo un problema en un film que no acaba por decidirse por ninguno de esos dos caminos y se queda en el medio de ambos.

No es de por sí un problema no ser fiel a un género pero, de la manera en la que la película está estructurada, termina siéndolo, ya que la primera hora se ocupa de proponer un planteo humano y melancólico de las experiencias de dos policías que trabajan en una ciudad cada vez más violenta y, de ahí en adelante, casi que abandona lo que venía contando para enfocarse de lleno en uno de los casos que investigan.

Los dos policías en los que se centra el film son Daoud (Roschdy Zem) y Louis (Antoine Reinartz). El primero es el jefe, el experimentado sheriff de la ciudad, un hombre de origen argelino de mirada compasiva y vida solitaria que dice saber si alguien es o no culpable con solo mirarlo a la cara. El segundo es un recién llegado, menos experimentado y que ha dejado una carrera como sacerdote para tratar de ayudar desde un lugar claramente muy diferente.

Las complicaciones que viven a lo largo de un par de días en Roubaix parecen ser el eje de la película, que pasa relativamente rápido a través de algunos casos que manejan, de manera muy distinta, el sereno Daoud y el preocupado Louis. Entre ellos, un hombre al que se le quema la cara, una pelea familiar, una violación, una chica que se fuga de su casa y así. Los «casos» parecen ser secundarios a experimentar las sensaciones de ambos: la soledad de hombre con gato y peleado con su familia de Douad y la muy diferente y casi monástica vida atormentada de Louis. Pero uno de los casos se complica y la segunda mitad se dedicará casi específicamente a él.

Son dos mujeres, con aspecto un tanto lumpen, que ofician como testigos del incendio de una casa por el que murió una mujer y del que se ocupa Louis. Primero intentan encontrar posibles culpables, que no parecen haber sido, hasta que –a partir de la colaboración del más sabio Douad en el caso– queda claro que ellas algo tuvieron que ver. Y casi el minuto a minuto de sus diversos interrogatorios ocupan la segunda mitad de la película.

El caso en sí es interesante, pero lo son más los personajes, tanto los policías como Claude y Marie, que encarnan Lea Seydoux y Sara Forestier como una extraña pareja de amantes. Y si bien la película nunca deja de explorar sus vidas, cuando entra en los detalles específicos de lo que pudieron haber hecho o visto el asunto pierde interés y se vuelve reiterativo.

Es una pena que Desplechin haya preferido recorrer este camino en lugar de seguir uno más humano y expansivo, ya que esa otra película prometía ser más interesante, más allá de debates sobre si el comportamiento de los policías no está visto de una manera demasiado «naive». Quizás, resumiendo en unos 15-20 minutos la segunda parte, uno no llegaría molesto al final de OH MERCY, pero tampoco tengo muy en claro si resolvería el problema estructural de esta promisoria pero irregular película del talentoso director de REYES Y REINA.