San Sebastián 2019: crítica de “Waiting for the Barbarians”, de Ciro Guerra

San Sebastián 2019: crítica de “Waiting for the Barbarians”, de Ciro Guerra

por - cine, Críticas, Festivales
27 Sep, 2019 05:27 | 1 comentario

La primera película en inglés del realizador colombiano de “Pájaros de verano” es una sobria e inquietante adaptación de la novela de J.M. Coetzee que analiza los efectos del colonialismo. Con Mark Rylance, Johnny Depp y Robert Pattinson.

Los otros, los extranjeros, los inmigrantes. Los invasores, los peligrosos, los bárbaros. En la novela de J.M. Coetzee nunca hubo demasiadas dudas acerca de cuál era la metáfora principal de la que se hacía eco la historia que allí se contaba. La saga del Magistrado que va siendo testigo de cómo se construye primero y después se intenta destruir un enemigo siempre fue una manera de hablar del colonialismo en todas sus variantes, desde la clásica hasta la más actual, incluyendo las guerras y contiendas políticas recientes.

Es una historia que no tiene ni un tiempo ni un lugar claro (se filmó en Marruecos y luce como el norte de Africa pero esos “nómades/bárbaros” que conforman la población local hablan y lucen como mongoles), pero sí un objetivo irrenunciable: convertirse en un relato a modo de personal denuncia acerca de cómo los imperios invaden territorios y construyen enemigos para luego poder masacrarlos. En WAITING FOR THE BARBARIANS el protagonista es El Magistrado (el siempre sobrio y preciso Mark Rylance), encargado de manejar políticamente un lejano enclave del imperio (que no se nombra) en ese territorio abandonado de la mirada de Dios. Dice que todos los años lo quieren asustar con las famosas “invasiones bárbaras” pero los supuestos salvajes nunca llegan. De hecho, él prefiere referirse a ellos como nómades y relativizar su supuesta peligrosidad.

Barbarians

El que no está para nada de acuerdo es el Coronel Joll (un Johnny Depp con look de villano de superhéroe pero con una actuación un poco más contenida que otras veces), quien llega a observar la situación y convierte un delito menor de estos “bárbaros” en un caso testigo para su modo de trabajo: la tortura hecha y derecha. Las dos primeras víctimas abren las compuertas del contenido odio (después de todo es un puesto colonial desde mucho antes y, más allá de haber tenido en apariencia modos más suaves de control, el recelo ya estaba instalado) y el film cuenta la profecía auto-cumplida que esas torturas desencadenan.

Pero como todo relato político que se precie, la película —que tiene guion del propio Coetzee— se construye desde el lado humano. Y es por eso que tras un inicio un tanto duro y moroso, aún con Depp frente a cámara, en la segunda de sus cuatro partes, divididas de acuerdo a las estaciones, la película del colombiano Guerra (EL ABRAZO DE LA SERPIENTE, PÁJAROS DE VERANO) encuentra su ritmo. Para eso es clave que el personaje del Magistrado comience a complicarse, a mostrar otras facetas de su personalidad y no solo la aparente nobleza.

Es que el Magistrado decide “salvar” a una nómade que fue torturada y llevarla de regreso con los suyos, pero queda claro que también se enamora de esta mujer lastimada y un tanto arisca, y que quizás lo que realmente quiere es vivir con ella. La película saldrá del puesto, incorporará exteriores casi de western desértico, y mostrará también otro tipo de colonialismo, uno más blando y en apariencia amable pero igualmente paternalista y sutilmente cruel. Es difícil que ese otro, el colonizado, quiera a su invasor, por más amabilidad y culpa que éste pretenda desplegar al tratarlo.

Barbarians Venice

Y es a través de esos dos modos que los conflictos explotan. Pónganle la locación preferida (las guerras de Medio Oriente, el conflicto palestino-israelí, las crisis migratorias que atraviesan tanto Europa como los Estados Unidos) y es lo mismo. La película es tan clara en ese sentido que roza lo didáctico. Formalmente Guerra apuesta por cierto realismo de época, sin gestos estéticos llamativos ni raros, mostrando su habilidad como realizador especialmente en las escenas públicas o en exteriores. Acaso los diálogos se sientan un tanto más tiesos, duros, teatrales.

Temáticamente, WAITING FOR THE BARBARIANS puede resultar similar a ZAMA o a EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS, por citar dos películas basadas en clásicos literarios que transcurren en lejanos puestos y centrados en la espera ante una supuesta amenaza, pero la dupla Coetzee-Guerra no va tanto por el costado experimental o existencialista de aquellas adaptaciones sino que se apoya en un modelo un tanto más clásico, incorporando directamente la crisis del protagonista dentro de un contexto político y una trama que la contiene y sostiene. En cierto sentido es una mezcla entre ese tipo de adaptaciones y films como LA MISIÓN en el que la acción y el misterio no sólo están en la cabeza y la imaginación de sus perturbados protagonistas. No es casual, de hecho, que ese film de 1986 y el de Guerra compartan el mismo director de fotografía, el premiado Chris Menges. Pero BARBARIANS es un film más calmo, reposado y un tanto moroso en comparación a este último. Si bien la trama va llevando a la concreción de escenas de acción, el tono es siempre sosegado, más implosivo que explosivo.

Rylance es el gran protagonista, el personaje con un arco narrativo más clásico, mientras que Depp está utilizado de un modo más icónico: es pura presencia. Lamentablemente Pattinson está un tanto desaprovechado en el rol de otro enviado del Imperio que trabaja también a las órdenes de Joll, pero la verdadera coprotagonista es Gana Bayarsaikhan en el complicado papel de la mujer que le hace perder emocionalmente la cabeza al Magistrado. Quizás no sea una gran película, pero WAITING FOR THE BARBARIANS es una más que sólida y por momentos fascinante exploración de los costados más brutales y salvajes del colonialismo, en todas sus épocas y formas.