El gran comité del sentido común
Hace cinco, diez años, era imposible predecir con la facilidad con la que se puede hacer ahora, las nominaciones, premios y votos de fin de año de las distintas agrupaciones de críticos y organizaciones que dan premios en los Estados Unidos. Apostaría que el margen de error, cuando lleguen las nominaciones a los Oscars, será […]
Hace cinco, diez años, era imposible predecir con la facilidad con la que se puede hacer ahora, las nominaciones, premios y votos de fin de año de las distintas agrupaciones de críticos y organizaciones que dan premios en los Estados Unidos. Apostaría que el margen de error, cuando lleguen las nominaciones a los Oscars, será ínfimo: cualquiera con acceso a internet podrá predecir correctamente el 90 por ciento de los nominados. Y, a la hora de los premios, lo mismo. Será difícil equivocarse.
¿Esto fue siempre asi? No, claro que no. Años atrás –cinco, diez– las elegidas estaban mucho más diversificadas, cada agrupación, crítico, organización funcionaba con un mayor grado de independencia entre sí. Pero desde que han empezado a proliferar sitios de internet dedicados a recopilar mejores del año, a candidatear y «empujar» películas a ser candidateadas (el peso del lobby en los Estados Unidos es grandísimo), a ignorar otras y a revelar «descubrimientos», todo parece estar atado a esos parámetros.
¿Por qué? Porque la generación de votantes también cambió, porque están todos conectados, via Facebook, Twitter o sitios y páginas de internet, porque todos saben lo que se dice, lo que no se dice, lo que es correcto votar y lo que no, lo que queda bien y lo que es un bochorno. Eso achica todo, aplasta todo, hasta reducir el universo de «lo mejor del año» a un grupete de 20-25 películas y actuaciones.
De golpe, todo el mundo sabe que hay una actuación reveladora en una película llamada «Animal Kingdom». De golpe, todos los votantes de los Globos de Oro son fanáticos de «Blue Valentine» y «Winter’s Bone». De golpe, nadie considera que películas como «El escritor oculto» pueden ser una de las diez mejores del año y, ergo, nadie se acuerda de ella. El «olvido» de unos y el «número puesto» de otros son condiciones preexistentes, parece. ¿Por qué «Atracción peligrosa» sí y «La isla siniestra» no? ¿Por qué «The Fighter» sí y «Rabbit Hole» no?
No me refiero aquí a esas películas que se presentan ya indiscutibles a lo largo del año, como «Red social» o «Toy Story 3», que casi nadie discute. Pero el resto del universo, y ni hablar de las actuaciones o las películas extranjeras, parecen formatearse por el gran comité del sentido común que termina siendo internet.
No hay dudas de que la proliferación de sitios y blogs, además de las redes sociales, son ideales para descubrir, conocer, apreciar o revalorar ciertos filmes. Pero también, es cierto, pueden aplastar, formatear, inducir a determinada reacción. De Metacritic a Rotten Tomatoes, pasando por las decenas de sitios sobre premios que proliferan en los Estados Unidos (tienen mucha publicidad de «For Your Consideration», razón básica de su crecimiento exponencial en los últimos años), el campo se abre y se cierra a la vez. ¿Cómo no empezar a dudar y terminar revisando si esas mismas películas «candidatas», «números puestos», no son las mismas que tienen un aviso al costado en ese mismo sitio? ¿Por qué dar por cierto, seguro y confirmado que «El discurso del Rey» es genial y «va a ganar varios premios, y no lo hará «Monster», por ejemplo?
Finalmente uno termina extrañando esos años en los que cada uno pensaba por su lado sin tener idea de «lo que había que decir» y en el Oscar premiaban engendros como «Africa mía», que hoy seguramente serían bastardeados por muchos bloggers casi forzando a los votantes a dejarla de lado. Claro que es mejor en términos cinematográficos que premien «Red social» o «Vivir al límite», no hay duda, pero uno quiere que se expresen por su cuenta, no por el «que dirán». Y eso es algo que apenas los veteranos del Premio a Mejor Película Extranjera hacen. Para bien o para mal, votan lo que se les canta.
Claro, también nos quedan los impresentables de la Asociación de la Prensa Extranjera que hacen un poco lo mismo, mezclando lo que «hay que votar» con «El turista», «RED», «Burlesque» o cualquier famoso que se preste a venir a la ceremonia.
O nos queda la Argentina, donde un par de llamados telefónicos destruyen cualquier consenso…
Pensaba lo mismo cuando veía el puntaje que le daba Rotten Tomatoes a Burlesque. Si no tuviese el puntaje tan bajo que tiene, la película estaría nominada en otras categorías como mejor director, actriz (sería la revelación de C. Aguilera como actriz, el regreso de Cher a una estatuilla después de la única que tuvo allá por mediados de los 80) y otras categorías. También creo que tiene que ver con una cuestión del éxito de taquilla porque sino no se entiende que hace Alicia en el país de las maravillas como mejor película y no Scott Pilgrim, Easy A o The other guys. Lo cierto es que si The King’s speech tuviese 50% de aceptación en RT o Metacritic hoy nadie hablaría de esta película. A propósito, la viste?
No, no la vi. Igual, aparentemente es liviana, algo cómica, no un drama de época típico. Tipo «Shakespeare enamorado». Uff, mal ejemplo!!!
Verdad! Me acuerdo la época en la que buscaba en el diario las nominaciones porque internet no existía! Por esa misma época se hablaba de las diferencias en elecciones que había entre los GG y los Oscars.
Ni sabía de la existencia de asociaciones de críticos.
Ojo, también las inversiones para campañas de marketing han cambiado bastante.
En el 96 recuerdo las críticas a los Weinsteins por la campaña para The English Patient… y ahora??
Para mi el efecto más obvio de la influencia de estas listas es VIVIR AL LIMITE, el año pasado. Sin internet, esa peli no ganaba mejor película nunca!