Entrevista a Radu Muntean (versión completa)

Entrevista a Radu Muntean (versión completa)

por - Críticas
06 Dic, 2010 04:06 | 1 comentario

«La gente no hace cola en las calles para ver nuestros filmes (en Rumania). Ni siquiera todos mis amigos vieron mi película… No es algo como el fútbol, que la gente sale a la calle a festejar un premio en un festival de cine, por más que sea la Palma de Oro. A lo sumo es como ganar un medalla en los Juegos Olímpicos o un partido de rugby.»

Como los personajes masculinos de sus filmes, Radu Muntean tiene una apariencia dura, seca. Sólo de a poco va revelando un costado más sensible y creativo que permite imaginarlo como la mano maestra detrás de los emotivos hechos que narra “Martes, antes de Navidad”, la película que viene recibiendo premios en todo el mundo y que, tras competir en Mar del Plata, se exhibe en el Gaumont mañana a las 20.30 en el marco de la Semana de Cine Europeo.

Es una película notable centrada en Paul (Mimi Branescu), un hombre casado y con una hija que tiene hace varios meses una amante, Raluca (María Popistasu), de la que está enamorado. El hombre se enfrenta a la decisión de abandonar a su esposa (Mirela Oprisor) para irse con Raluca o dejarla a ella para continuar su vida. Si bien la trama no parece la más original del mundo, su secreto está en la forma en la que el director rumano la cuenta.

Con escenas íntimas de Paul con su nueva pareja, con su esposa, con su hija y, especialmente, en el tenso cruce entre todos ellos (la amante es la dentista de la niña), Muntean va observando a los personajes en su entorno creando una suerte de suspenso emocional donde es difícil tomar partido y en el que jamás se juzgan las decisiones y actos de los personajes.

En Buenos Aires, donde estuvo durante unos días y presentó la película en su primer pase en el Gaumont, el realizador de 39 años habló de ésta, su cuarta película (“The Paper Will Be Blue” y “Boogie” son dos de sus anteriores, muy buenas ambas) con “Clarín”.

La película está armada en base a largos planos secuencia y las actuaciones se sienten muy naturales. ¿Los diálogos fueron escritos totalmente o hubo espacio para la improvisación?

Todo estaba escrito, no hay improvisaciones. Lo que hicimos fueron varios ensayos de las escenas y allí sí hacíamos algunos ajustes y pequeños cambios con los actores. Escribí el rol de Paul para Mimi, pero otros roles los elegí por casting. Es una ventaja, en algunos casos, pero no es una condición necesaria.

La preparación debe incluir también trabajar pensando en la cámara…

Nos preparamos mucho tiempo porque algunas escenas eran muy largas, una dura 14 minutos por ejemplo. Lo importante era que los actores entendieran bien a sus personajes, que supieran lo que ellos van a hacer. Todo puede estar escrito pero no se puede controlar todo lo que va a suceder, hay que dejar espacio para lo que surge en el momento. Estás detrás de cámara, a merced de los actores.

Es casi una marca de estilo del nuevo cine rumano esos planos largos con mucho diálogo, películas que transcurren en tiempo real o en pocos días…

Sí, es cierto, pero no sé cuál es el motivo. Mi generación estaba un poco cansada de lo que pasaba en el cine rumano anterior. No fue algo programático, pero sucedió espontáneamente, alrededor del año 2000. Después cada director tomó su propio camino. Queríamos hacer un cine más honesto y directo, no tan metafórico.

¿La situación que cuenta la película se inspira en algún caso particular?

No es autobiográfica si a eso te referís… (risas). Siento que hay un punto en la vida de cada persona que hay que tomar algunas decisiones importantes. Creo que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos, estamos siempre a mitad de camino entre el pasado y el futuro y no sabemos muy bien cómo manejar el presente. Hay una incomodidad persistente.

De las películas rumanas recientes tal vez sea la más universal de todas. ¿Siente que hay algo específico que la diferencia de otras historias de amor?

Esta es la historia de un hombre enamorado de dos mujeres y eso es algo universal que puede suceder en cualquier lado. Por supuesto que hay ciertas situaciones que son específicas, como la forma en la que se festeja la Navidad allí, pero nada que sea tan diferente del resto del mundo. Me interesaba meterme dentro del alma de esas personas y no tanto en el contexto. No es que planeé hacer una película menos política que las otras rumanas recientes, pero es lo que me interesa. Lo mismo sucedía en “Boogie”.

Mucha gente comparó su filme con cierto cine francés, con el de Eric Rohmer por ejemplo. ¿Está de acuerdo con esa comparación? ¿Fue Rohmer una influencia?

Uno ha visto muchas películas a lo largo de su vida y después va y hace lo propio. Hay influencias, claro, pero se mezclan. Puede ser Rohmer, pero también Bergman o Bresson, que son todos cineastas muy distintos entre sí pero que forman parte de lo que me gusta.

¿Siente que la Palma de Oro, los premios, las críticas y los aplausos que recibe el cine rumano en el mundo está cambiando la situación interna allí?

No tanto, la gente no hace cola en las calles para ver nuestros filmes. Ni siquiera todos mis amigos vieron mi película… No es algo como el fútbol, que la gente sale a la calle a festejar un premio en un festival de cine, por más que sea la Palma de Oro. A lo sumo es como ganar un medalla en los Juegos Olímpicos (risas) o un partido de rugby. La gente ve las grandes películas de Hollywood para olvidarse de sus problemas… No quieren ver películas que se los recuerden.

¿Pero sí habrá más estudiantes de cine, más gente que se larga a filmar?

Sí, eso sucede, los jóvenes sienten que algo está pasando y eso no existía hace diez, veinte años. Mi película, por ejemplo, se vendió a 20 países y le va mejor afuera que en Rumania, te soy honesto. Muy buenas críticas y excelente recepción de la gente. Eso es lo mejor que me ha pasado después de hacer la película.

¿Y lo peor?

Y… que hace un año que estoy yendo de un festival a otro, y no puedo parar a empezar a escribir mi próximo proyecto. Se vuelve algo muy confuso con el correr de los meses, perdés el contacto con la gente, con las cosas. Tampoco el éxito de “Tuesday” facilitó demasiado la producción de la próxima película, sigue siendo muy difícil conseguir dinero. Pero sigo trabajando en publicidad, vivo de eso.

Mucha gente ve a los “nuevos cines” como movimientos en los que todos se conocen entre sí. ¿Es así en Rumania?

Somos pocos y nos conocemos todos, pero con algunos tengo una relación más cercana que con otros, nos mostramos los guiones, nos consultamos. No somos un grupo unido con un programa de acción, eso es seguro.


Versión extendida de entrevista publicada hoy en Clarín, a la que se puede acceder por aquí.