Creer o reventar: cuando el cine juega con la realidad

Creer o reventar: cuando el cine juega con la realidad

por - Críticas
10 Ene, 2011 12:38 | Sin comentarios

Lo que es real y lo que no lo es forma parte de un debate constante que ha recorrido la historia del cine desde sus inicios. Desde discusiones sobre la objetividad del aparato cinematográfico hasta los debates sobre el realismo, la ontología de la imagen y el status del documental, separar lo «real» de lo […]

Lo que es real y lo que no lo es forma parte de un debate constante que ha recorrido la historia del cine desde sus inicios. Desde discusiones sobre la objetividad del aparato cinematográfico hasta los debates sobre el realismo, la ontología de la imagen y el status del documental, separar lo «real» de lo «irreal» parecer ser algo inherente al hecho cinematográfico.

Con el tiempo el debate se ha corrido un poco al campo de la semiótica, del análisis del cine como lengua, como código (o serie de códigos) y allí empezaron a primar términos como «credibilidad», «plausibilidad» y el realismo aparece cada vez más como una opción estética, una como cualquier otra.

No es esto un intento de empezar una clase de teoría cinematográfica, no teman. Sólo es el punto de partida (el background, la «precuela») del tema al que intento referirme. Leyendo los incontables balances de fin de año se hace evidente que son siempre los temáticos y/o analíticos los que ameritan más atención que los listados de películas. Las listas son un entretenimiento y sirven también para que el lector tenga una idea de que cosas le gustan al crítico que está leyendo. Es un proceso de identificación, de debate o hasta de pelea. Pero los balances analíticos son más ricos, dejan más preguntas.

En Los Angeles Weekly, Karina Longworth escribía un interesante balance que se centraba en la discusión sobre lo que, ella sentía, era uno de los temas del año, una especie de «cine epistemológico», en el que permanentemente se discute el status de lo real, de si es verdad o no lo que estamos viendo. No se trata de abrir la puerta a discusiones sobre el status del cine en general, sino cómo muchas de las películas más interesantes de las que se vieron este año se preguntan y nos preguntan, juegan, sobre la realidad (ficcional, documental) de lo que estamos viendo.

En LA ISLA SINIESTRA y en EL ORIGEN, ni Leonardo DiCaprio ni el público saben muy bien si lo que están viendo (no todo, pero al menos una parte) pertenece al orden de lo real o si se trata de mundos imaginados por el protagonista. En la inminente EL CISNE NEGRO sucede lo mismo: ¿cuanto de lo que pasa, pasa realmente y cuanto está en la mente de la protagonista? Estas ideas no son nuevas, claro, pero empiezan a llamar la atención cuando se repiten como tendencia a lo largo de un año determinado.

Ella suma a ese debate películas como EL ESCRITOR OCULTO -a mí no me parece que juegue con el status de lo real, más bien se trata de trucos y trampas clásicas-, y hasta RED SOCIAL, que también me parece que entra en un debate diferente y bastante tradicional: si es real o no la pintura que la película hace de sus personajes en relación a los verdaderos. También agrega a ENTER THE VOID, película que todavía no vi pero, imagino, corre por caminos cercanos aunque relativamente paralelos a esta discusión.

Hay en el género documental también una discusión que tranquilamente podría correr paralela a esa idea de si es real o no lo que estamos viendo. Sucede fundamentalmente en I’M STILL HERE, la película en la que nunca sabemos si Joaquin Phoenix es o se hace, si es un documental o un «mockumental» (falso documental). Similar situación ofrece EXIT THROUGH THE GIFT SHOP, en la que no sabemos si lo que se cuenta pasó de verdad, si los personajes son quienes dicen ser, si Banksy la dirigió o no y hasta si Banksy existe o es una empresa o algo por el estilo. No vi CATFISH, pero los que lo hicieron también cuestionan bastante severamente lo «armado» de su propuesta.

En esa línea destaco otra película que no llegó a los cines argentinos salvo por su paso por el BAFICI: TRASH HUMPERS, de Harmony Korine. Si bien queda bastante claro que se trata de una ficción o, de vuelta, un falso documental, más de uno podría llegar a pensar que no lo es y realmente dudar (me pasó a mí) cuanto de «real-real» hay en él. Uno sospecha que algunos personajes que aparecen allí lo son, de hecho…

Ese universo de diferencias entre lo onírico y lo real en la ficción, y lo falso o real en el documental podría extenderse hacia el cine arte o europeo, visitante mas asiduo de estos «juegos de mente». Este año tuvimos AQUEL QUERIDO MES DE AGOSTO, que en un momento parece ser un documental y después deja de serlo aunque quizás nunca lo fue. Y está YUKI & NINA, que en un momento empieza a funcionar por carriles que exceden los del realismo o la «plausibilidad». Y también, obviamente, UNCLE BOONMEE WHO CAN RECALL HIS PAST LIVES, la película de Apichatpong Weerasethakul que casi hace el movimiento opuesto: presentarnos las formas de vida más exóticas y extrañas como si fueran lo más común del mundo.

La lista de películas que juegan con nuestros límites de la credibilidad se extienden por todos lados: los milagros que suceden en LOURDES, por ejemplo, o el extraño camino que toma la narración de HADEWIJCH: ENTRE LA FE Y LA PASION, de Bruno Dumont, o la propia LUZ SILENCIOSA, de Carlos Reygadas, con resurrección incluida, aunque es claro que en los filmes de temática religiosa esto siempre está en juego.

Pasemos entonces a CERTIFIED COPY, de Abbas Kiarostami, acaso la «Reina Madre» de todas las películas sobre estas temáticas no estrenadas que nos hará preguntarnos una y otra vez qué es real, que no, cuando deja de serlo, si nunca lo fue, si siempre lo es, o que cuernos está pasando. Tampoco podemos dejar de citar aquí a POST-MORTEM, de Pablo Larraín, película con un extraño movimiento que nos hace cuestionar la realidad de todo lo que vemos después. ¿Y la premiada LA BOCCA DEL LUPO y su extraña historia de amor? ¿Y el «no-tan-documental-como-parece» ALAMAR? ¿Y EL EXTRAÑO CASO DE ANGELICA, de Manoel de Oliveira? Y ni hablar de UN MALDITO POLICIA EN NEW ORLEANS, que supera y reúne todos los debates estos juntos…

Más allá de citar y citar títulos de películas que navegan esas finas aguas, sería interesante saber porqué. Tengo la sensación de que, si bien no es un fenómeno nuevo ni mucho menos, está creciendo cada día. La parte «cínica» mía podría pensar que se trata de una decisión comercial: este tipo de películas siempre favorece una segunda vista para chequear si lo que creímos es lo que era, o si no es así, si DiCaprio se da cuenta o no, si sueña o no, si Portman se la apreta a Mila Kunis o no, si el documentalista/artista que retrata Banksy es o se hace, si Phoenix es o se hace, si Korine es o se hace…

Ninguna de esas películas parece ideada en ese sentido por lo cual se me ocurre otra opción para entender el fenómeno, opción a la que se puede sumar buena parte de las películas europeas y/o asiáticas que mencioné (aunque no todas). Tengo la sensación de que estas películas captan (interrogan, investigan) una sensación de estar en un mundo semivirtual, que funciona paralelamente entre lo «real» y lo cibernético, entre «personas» y «avatares» (de hecho, hasta AVATAR y TRON: EL LEGADO podrían entrar en esta lista, aunque desde otro lado) y en donde se discute cada vez más «la creación de universos» que manejan los medios de comunicación frente a lo que sería «la realidad no mediatizada».

Como toda teoría, o aproximación a una teoría, puede ser absurda. El año que viene tal vez haya pocas películas así y uno tendrá que reformularse y explicar todo desde otro ángulo. Y ya no estará LOST en la pantalla para justificar lo injustificable.