«En ojotas»: de secretos y unicornios

«En ojotas»: de secretos y unicornios

por - Críticas
12 Jul, 2011 10:30 | comentarios

Retomo la sección «En ojotas» que empecé a hacer en las épocas en las que era verano en la Argentina y esa expresión tenía sentido. Lo hago por dos motivos: uno, porque estoy de vuelta en el verano, sólo que en México, y también usando ojotas buena parte del tiempo, ya que soy de esa […]

Retomo la sección «En ojotas» que empecé a hacer en las épocas en las que era verano en la Argentina y esa expresión tenía sentido. Lo hago por dos motivos: uno, porque estoy de vuelta en el verano, sólo que en México, y también usando ojotas buena parte del tiempo, ya que soy de esa minoría de críticos de cine que no le escapa al sol. Y, segundo, porque tengo la impresión de que es la única manera en la que puedo relatar, o intentar acercarme, a lo que aquí sucede, y a lo que está sucediendo en buena parte de la vida cinematográfica (o, al menos, en la mía).

Estoy en Cancún, en un evento llamado SUMMER OF SONY, en el que el estudio presenta las películas que tendrá de acá a principios del año que viene. Y hay de todo. Desde material «Oscarizable» como THE IDES OF MARCH, de George Clooney (con Clooney, Ryan Gosling, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood y Philip Seymour Hoffman, entre otros), del que pudimos ver tres escenas y un trailer, y MONEYBALL, película de Bennett Miller (Capote), con Brad Pitt, Jonah Hill y… Philip Seymour Hoffman, hasta comedias como MALAS ENSEÑANZAS, con Cameron Diaz; JACK & JILL, con Adam Sandler y Katie Holmes; FRIENDS WITH BENEFITS, con Justin Timberlake y Mila Kunis, pasando por películas para toda la familia como LAS AVENTURAS DE TINTIN, dirigida por Steven Spielberg y producida por Peter Jackson, y LOS PITUFOS 3D, con Neil Patrick Harris y Sofia Vergara, en un total de doce filmes que se ven, en todo o en parte, aquí.

Este extraño evento tiene lugar en un hotel cinco estrellas típico de Cancún, en el que casi no hay que salir afuera más que para los screenings, y en el que la rutina consiste en ir a una conferencia de prensa tras otra, de una entrevista en grupo tras otra, y de ahi a algunas entrevistas personales. Eso, más las proyecciones de películas completas, avances, trailers, escenas, etc, ocupan buena parte del día, ya que si bien son seis días lo que dura el encuentro, tener que lidiar con doce filmes a la vez hace que no quede mucho tiempo para el descanso. Lo bueno del formato cerrado y concentrado, si se quiere, es que en la ocasional hora y media o dos horas que queda entre evento y evento, se puede bajar un rato a la pileta (o a la playa), tomar algo frente al mar o, por la tardecita, concurrir a un cóctel o a una fiesta.

Tampoco es que uno esté aquí tomando sol con Brad Pitt y George Clooney, aclaremos. Ocasionalmente puede cruzarse con alguna celebridad no tan guardada (Jamie Bell, Andy Serkis, Neil Patrick Harris o Santiago Segura circulan más tranquilamente por el hotel), pero en el ascensor nunca me encontré con Katie Holmes ni Cameron Diaz ni Mila Kunis, lamentablemente… Es un evento de trabajo que suele arrancar a las 8 de la mañana y terminar al anochecer, con algunas horas de «break» en el medio. Claro, con la ventaja que ese break uno lo puede hacer en la pileta tomando sol. Mejor que comer frente a la computadora en tu oficina o tu casa es, sin dudas…

El tema es que como se trata de películas que se conocerán dentro de bastante tiempo, se pide que no se escriba sobre lo que se ve hasta más cercano el momento del estreno. Esta restricción tiene sentido para la compañía y uno la acepta si decide ser parte de este asunto, pero impide que podamos hablar de muchas cosas interesantes que se ven por acá. Y, en estos tiempos de redes sociales ultraveloces, donde la información no parece poder guardarse ni minutos, resulta más que complejo guardar material por tanto tiempo.

De cualquier manera, ese no es un problema. Uno hace la entrevista, la guarda y la publica cuando se acerca esa fecha de estreno y hay más interés general por una película que ahora puede ser totalmente desconocida. A la vez, hay otros filmes sobre los que todo el mundo quiere saber todo y uno no tiene más que guardarse ese secreto por un tiempo. Pongamos el caso de TINTIN: nosotros vimos el trailer en 3D de la película el sábado y nadie lo mencionó ni pensaba hacerlo. Ayer lunes ese mismo trailer fue subido por la compañía a internet, lo cual nos «liberó» a poder hablar de él. Y así, con casi todo. Son las reglas del juego, es cierto, pero la memoria no siempre funciona de acuerdo a esos parámetros. Podemos guardar entrevistas porque quedan grabadas, pero ver varias películas y escenas de películas, y suponer que las tendremos en la cabeza tal cual las vimos meses después es un poco ilusorio…

En mi caso, eso se mezcla con el trabajo de consultor para un festival de cine. En los últimos meses vi decenas de películas sobre las cuales no puedo hablar y, también, empiezan a acumularse en un sinfín de imágenes cada vez más confusas e indefinibles. Un combo donde una película experimental brasileña se mezcla con Spielberg, esa con un drama chileno, y todo eso con una serie de estrenos que semana a semana llega a los cines. Y sobre los cuales, digamos, hay también que esperar -entre que se ven y se escribe sobre ellos- a veces varias semanas…

Esa sensación de «embargo permanente», de «secreto», de «de eso no se habla» empieza a tornarse insoportable. Y lo que la hace todavía más difícil de sobrellevar, como decía antes, es la inmediatez y la velocidad con la que hoy corre la información. Mantener datos, imágenes, informaciones y hasta hechos concretos «en suspenso» durante semanas o meses vuelven casi anacrónica a esta actividad en tiempos de Twitter, blogs y otras redes sociales. Lo que era nuevo ayer, es viejo mañana e historia antigua dentro de una semana. Y en esa cadena de información uno termina perdido, avasallado, incapaz de retener lo que ve.

Uno podría suponer que tener más tiempo ayuda a madurar la información y las imágenes vistas, sin entrar en la carrera de la primicia online. Y si bien eso es cierto, idealmente, el problema termina siendo la acumulación. Si, claro, tener tiempo para procesar un par de películas es excelente, pero cuando son 20, y a esas 20 se suman otras 20 de las que sí se puede hablar (los estrenos, digamos), más que madurar la información hasta tornarla concepto, uno termina simplemente olvidándola, o confundiéndola, o no permitiéndole madurar y crecer lo suficiente.

El cine sigue siendo un proceso largo y trabajoso. Hacerlo toma tiempo: terminarlo, presentarlo, venderlo, armarlo y así. Es su ritmo clásico y los cambios tecnológicos, si bien los han acelerado un poco, en la producción el cambio no ha sido tan radical.  Pero el consumo lo está siendo, y eso marca una diferencia que puede ser preocupante para nuestro trabajo. La tentación por la inmediatez, la velocidad y la primicia conspira contra el análisis, y si bien los mejores textos sobre, digamos, películas vistas en el Festival de Cannes podrían estar saliendo a la luz ahora, da la impresión de que todos querían leerlos durante el festival. Y, cada vez más, de ser posible apenas terminada la película. Tengo la sensación de que no tardaremos en escribir críticas en Twitter durante las proyecciones… Lo que se valora es llegar antes, no mejor.

En el medio de esas contradicciones temporales funcionan eventos como SUMMER OF SONY, entre la primicia y la promoción, entre la inmediatez y la espera. Cual es el mejor camino, no lo sé. Tal vez futuras generaciones puedan resolverlo mejor que algunos de nosotros, anacrónicos señores de 40, que todavía se debaten internamente sobre estas cosas. Finalmente, como decía alguien, todo es una cuestión de tiempo. Y todas las películas hablan del tiempo.