Diario de Venecia: Alfredson, Hui, Marins & Campolina, Harron, Marcello, Cai, Ferrara
Las películas de espías me gustan, tanto como a cualquiera. No me considero un fan del subgénero, ni un especialistas, pero los agentes secretos dan material siempre para buena ficción, tanto literaria como cinematográfica. Claro que los hay muy diferentes -espías y películas sobre espías- y TINKER, TAILOR, SOLDIER, SPY pertenece claramente a la categoría […]
Las películas de espías me gustan, tanto como a cualquiera. No me considero un fan del subgénero, ni un especialistas, pero los agentes secretos dan material siempre para buena ficción, tanto literaria como cinematográfica. Claro que los hay muy diferentes -espías y películas sobre espías- y TINKER, TAILOR, SOLDIER, SPY pertenece claramente a la categoría de los muy pero muy británicos. No sólo porque transcurre en el MI6 y básicamente en Londres en los ’70, si no por que su personaje principal es uno de esos agentes cerebrales, perspicaces, inteligentes, a los que uno jamás se lo imaginaría en una escena de acción. George Smiley es el anti James Bond.
Y la película es también lo opuesto a esa serie. Basada en «El topo», una de las novelas más conocidas de John Le Carré –que tuvo una versión en formato miniserie en 1979, con Sir Alec Guiness en el papel que ahora hace Gary Oldman–, la película dirigida por Tomas Alfredson (el realizador sueco de CRIATURA DE LA NOCHE – LET THE RIGHT ONE IN) es, como aquella, sobria, oscura, delicada y finísima. Y entrega sus sabores a cuentagotas, para ir paladeándolos de a poco. Uno podría decir que es más sobre agentes de inteligencia que espías, o al menos en el concepto de que casi toda la trama es profundamente cerebral.
Al menos mi impresión fue que le falta a la película algo de la emoción delicada de CRIATURA… Otros, más familiarizados con la trama y que no tuvieron que prestar tanta atención a las pistas, a atar cabos y eso (la vi sin subtítulos, exigencia doble o triple por los acentos), vieron ese toque sensible. Yo me quedé descifrando plot points como si fuera uno de los espías y sintiendo que el clima de la Guerra Fría estaba más que transimitido… en todos sus sentidos.
La trama es compleja pero la simplifico diciendo que Smiley tiene que buscar un «topo», un «doble espía» que dentro del Servicio Secreto inglés que espía para, obviamente, los soviéticos. Y los sospechosos son cinco… si se lo incluye a él mismo. Yendo y viniendo en el tiempo por cada trama y sospechoso, la película se hace ardua de seguir y algo morosa, pero a la vez se agradece la delicadeza, el clasicismo y el cuidado con el que fue construida. En ningún momento se la intenta transformar en un Bourne o llevarla a un territorio de cine de acción. A juzgar por los pocos momentos de acción que hay aquí, tampoco parecen ser el fuerte de Alfredson.
También forma parte de un género clásico A SIMPLE LIFE, de Ann Hui. Es el melodrama chino contemporáneo, en el que la directora ha trabajado muchas veces. No se trata del melo estilizado a la Wong Kar-wai sino que está más cerca del subgénero en su vertiente popular/comercial china, de Hong Kong más precisamente. Es la vida de una mucama de una familia que, después de 60 años de trabajo, va a un geriátrico donde aprende a relacionarse con sus nuevos compañeros y a aceptar que ya no logra manejar las cosas como antes. Su relación con el ahora dueño de casa, al que conoce de toda la vida y la cuida en su vejes, es el eje de la película, un madre/hijo medio particular que explota muchas de las contradicciones sociales de ese país.
Si la de Alfredson es fría y clínica, la de Hui peca por un poco edulcorada. Pero no demasiado: con la historia que tiene podía haber caído mucho más en el sentimentalismo. Y lo hace muy poco, manteniendo la apuesta más cercana a la credibilidad emocional que a la impostación narrativa o al efectismo. Y la protagonista –como fue el caso de la abuela de POETRY, la película de Lee Chang-dong–, es candidata a ganar como mejor actriz.
En una escuela que, uno podría decir, combina la rigurosidad de la puesta en escena de la primera con la emocionalidad de la segunda (mi combinación favorita) está GIRIMUNHO, película codirigida por los brasileños Helvecio Marins Jr. y Clarissa Campolina. Es la historia de un pequeño grupo de personas en un pueblo del sertao brasileño, en pleno estado de Minas Gerais. Una mujer que queda viuda y su relación con sus nietos. Otra mujer, que toca tambores y canta, y su relación con el que parece ser su nieto. Y la relación entre las dos mujeres…
Todo esto está contado a través de conversaciones que parecen casuales, menores, intrascendentes, en un filme que se mete en el tiempo y el clima del lugar para retratarlo con apuntes documentalistas (en la forma de hablar de las personas, que se interpretan a sí mismas) desde lo narrativo, pero muy formal desde lo visual, con planos cuidados, largos y de una muy bella oscuridad. Por ahí dije que era como Pedro Costa en un pueblo brasileño. Tal vez no sea tan así, es menos oscuro y más esperanzado, aunque hay algo parecido en el estilo. También me hizo acordar a algunas cosas de Raúl Perrone (las más recientes), en su retrato íntimo de personas de pueblo que hablan de su vida cotidiana… Una gran película.
THE MOTH DIARIES, de Mary Harron, es de esas películas cuya presencia es inentendible es éste o cualquier otro festival. Un filme menor de terror, sobre vampiros en una escuela secundaria, su problema no es el tema ni el género, sino la película en sí, una muy mala colección de clichés sobre el tema, muy mal actuada y visualmente nula, una de las tantas películas que lo hace a uno dudar de los beneficios de la existencia del HD. Sin misterio, sin elenco, sin tensión, THE MOTH DIARIES no vale la pena ni en cable. Al menos, eso sí, tuvieron el cuidado de no ponerla en ninguna competencia.
HOLLYWOOD TALKIES, filme de Ocar Perez y María de Ribot, es un mediometraje de carácter experimental, de Barcelona, y se centra en las historias de los actores españoles que viajaron a Hollywood en los años ’20 para actuar en las versiones en español de las películas que allí hacían los estudios. Como era esperable, nada aquí va por el lado de las convencionales historias de vida. Los directores filman espacios, casas, muestran fotos, objetos, planos detalle mientras una voz (aquí, en inglés) cuenta breves anécdotas de lo que pasó. Interesante las historias y el tratamiento, aunque uno a veces supone que el tema daba para un trato un poco más convencional, si se quiere, ya que las historias de vida aparentan tener un interés suficiente para ser un poco más desarrolladas.
Vi también NOCTURNOS, de Edgardo Cozarinsky, que como las otras películas argentinas que vi la comentaré cuando se estrene (sólo diré aquí que es un filme con momentos notables) y a eso lo seguí con el programa “Peleshian”, centrado en dos cortos del legendario cineasta armenio Artavadz Peleshian y un documental de Pietro Marcello (el de LA BOCCA DE LUPO) que trata de entender al elusivo cineasta que nunca habla ni filma hace dos décadas.
SEASONS, de media hora, es un documental etnográfico sobre la vida en un pueblo rural armenio, sin diálogos, en los que se ve el funcionamiento día a día de ese pueblo. Más allá de los últimos minutos, donde se vuelve algo folclórico y pierde su universalidad (el resto podría ser en cualquier lado, la escena de la boda lo vuelve algo “así somos los armenios”), es un trabajo notable. Pero más me gustó LIFE, que en sólo siete minutos muestra el rostro de la que, supongo, es su mujer, dando a luz al que, supongo, es su hijo. La cámara jamás se mueve del rostro y los gestos de la mujer, y con eso alcanza para crear emoción, que no llega a arruinar el pequeño toque sentimental del final.
El mediometraje de Marcello busca usar elementos parecidos de expresión. Con el nombre EL SILENCIO DE PELESJAN se podrán imaginar por qué lado va. El cineasta no sale en cámara ni se lo escucha: es una búsqueda expresiva, con algunos textos e imágenes de sus filmes y de la recorrida contemporánea de Marcello en busca de su sujeto de investigación.
El filme sorpresa resultó ser PEOPLE MOUNTAIN PEOPLE SEA, segundo filme del cineasta chino Cai Shangjun, que podría definirse como un policial chino aunque no alcanzaría a dar cuenta de lo que es. El filme arranca con una excelente secuencia en la que un hombre accede a llevar en su moto a otro y éste, en una parada del camino, termina matándolo y robándole el vehículo. De ahí pasaremos al hermano de la víctima, que quiere vengarlo. El filme contará sus viajes y su descenso a ciertos infiernos (metafóricos y literales) de la China profunda con el fin de completar su plan.
Más que saber si se venga o no, lo fuerte del filme es cómo, con su estructura de suspenso casi silencioso (muy pocos diálogos tiene la películas), Cai nos va adentrando en los submundos y subculturas chinas: mafias, drogas, corrupción policial, trabajo esclavo en las minas y así, en una película densa pero cautivante, que va sorprendiendo (y confundiendo) cada vez más con el correr de los minutos, especialmente en su final.
4:44 LAST DAY ON EARTH, de Abel Ferrara, prometía ser el desastre del festival. Algunos ya la habían visto y nos decían que era terriblemente mala. La esperanza de que no fuera así llegó de parte del habitual “crítico contra”, el amigo portugués Francisco Ferreira, que decía que era buenísima. Previsiblemente, no es una cosa ni la otra, aunque estoy más cerca de pensar como Ferreira que como los colegas españoles que me habían hablado de “una de las peores películas de la historia”.
Hay que atreverse, eso sí. Ferrara cuenta las últimas 24 horas del mundo, que se destruirá por un desastre ecológico, como una suerte de psicodrama en el que un hombre (Willem Dafoe, en el papel de Ferrara, diríamos) está con su mujer e n un loft del Village neoyorquino, pasando sus horas teniendo relaciones sexuales, hablando con familiares via Skype, visitando amigos cercanos y mirando noticieros y entrevistas a personas como Al Gore o el Dalai Lama.
Película casi de converso, con un toque espiritual y algo New Age, pero sin perder algo de la brutalidad casi torpe que acostumbra a brindarnos el director de EL REY DE NUEVA YORK, la película, dirían por ahí, “no tiene pies ni cabeza”, pero logra ir incrementando la tensión mientras el mundo se termina y Dafoe llora, sufre, grita y patalea. Esa desesperación algo brusca, nada elegante y tirando a bestial, es la que la hace curiosamente atractiva. Es el fin del mundo, visto a través de un hombre que chilla y habla solo y patalea. Y punto. A otra cosa.
Ejercicio interesante: leer tu notas y leer las de Boyero en El País de Madriz. Muy gracioso.
Somos hermanos separados al nacer.
Pero muy separados, casi quedamos en las antípodas, je!
No lei las notas de Boyero, pero no me asombra.
Habitualmente lo que a él le gusta no me gusta nada a mí, y asi…