Diario de Venecia: Stillman, Torres Leiva, Johnnie To, Ami Mann, Ben Rivers, Lav Diaz

Diario de Venecia: Stillman, Torres Leiva, Johnnie To, Ami Mann, Ben Rivers, Lav Diaz

por - Críticas
10 Sep, 2011 06:17 | Sin comentarios

Creo que con este post llego al final de mis reportes sobre las películas que vi en Venecia. Algunas faltan, otras no las publiqué, pero en su mayoría están aquí, con comentarios bastante inmediatos que, seguramente, luego tendré que corregir y organizar un poco. Antes de los premios, calculo, haré un Top 20 y una […]

Creo que con este post llego al final de mis reportes sobre las películas que vi en Venecia. Algunas faltan, otras no las publiqué, pero en su mayoría están aquí, con comentarios bastante inmediatos que, seguramente, luego tendré que corregir y organizar un poco. Antes de los premios, calculo, haré un Top 20 y una lista general de todos los títulos que vi aquí. Ahora, sigamos con el día a día.

Vista el miércoles por la noche porque el jueves tenía una entrevista con Whit Stillman (el comentario debió ser guardado hasta hoy, por pedido de la distribuidora, ya que hoy hace poco terminó el pase oficial), DAMSELS IN DISTRESS es una película muy curiosa que marca el regreso al cine después de trece años sin filmar del director de METROPOLITAN y LAST DAYS OF DISCO. Esta es una película que conserva bastantes puntos de contacto con las anteriores, pero que cambia en algo fundamental, lo que seguro marca su aspecto más problemático y… curioso. Esta intenta ser una comedia un poco más «comedia», digamos. Más ampulosa, con bromas, chistes, situaciones que deberían ser graciosas, y no sólo por añadidura al comportamiento de los personajes sino por gags.

El tema es que Stillman no se maneja del todo cómodo en ese terreno, así que cuando esta película acerca de un grupo de chicas que en un college se dedican a ayudar a otros alumnos «en problemas» (desde protección a suicidas a darle jabones a estudiantes sucios, pasando por «darle bola» a los nerds y cosas así) se debería volvr más graciosa, falla. Y cuando deja avanzar apuntes algo más dramáticos, mejora. El problema es que Stillman está convencido que el primer camino es el correcto, cuando un estilo más parecido al de las anteriores película podría haber funcionado mucho mejor.

La película descolocará a muchos. Por más que los diálogos sean puramente «stillmanianos» (¡esas inflexiones!, ¡esos términos!, ¡esa verborragia!), DAMSELS IN DISTRESS los combina con un humor de college algo tonto, o que pretende ser RUSHMORE, o John Waters, o Todd Solondz (o los tres mezclados) y le sale algo que no es una cosa ni la otra, mezclando números musicales con crueldad hacia los protagonistas, apostando un segundo por la conexión emocional y el siguiente con un chiste sobre sexo anal. Es rara la película: o se olvida en poco tiempo o va en camino a convertirse en clásico de culto del futuro. Si Stillman la veía como una posibilidad de entrar en un terreno más comercial, tengo la impresión de que no lo consiguió.

Había visto VERANO, en DVD, unos meses antes de su paso por Venecia. Aquí la volví a ver junto con el equipo en la proyección oficial y noté algunas cosas diferentes. Por un lado, lo más evidente, es el tratamiento de la imagen. En la pequeña pantalla de una televisión no alcanzás del todo a notar el trabajo que hicieron José Luis Torres Leiva y el director de fotografía Inti Briones para encontrar el tipo de imagen que mejor correspondiera con esa serie de momentos bellos, casi epifánicos, que José Luis quería recobrar de los veranos termales de su pasado.

El trabajo es lo opuesto que el habitual: ambos quisieron que el filme se viera mal, o más bien como un material grabado en una cámarita de VHS (o, directamente, un VHS) en los años ’80. Se grabó en Digital en el programa de menor calidad (Hi8, si no entendí mal) y no contentos con este look proyectaron el corte en una pantalla y lo grabaron (de vuelta, si es que entendí bien) tipo telecine. Esto es: la película se ve como un video de los ’80, más cerca de aquella película perversa de Harmony Korine de hace algunos años que a lo que hoy se puede hacer, técnicamente, en digital. Y con una pantalla 4:3 o algo por ahí.

Toma un tiempo acostumbrarse a ese touch medio Polaroid de la imagen, pero cuando uno se mete se transporta directamente a ese ámbito, y el filme da la sensación de ser un diario personal rodado casi en tiempo real. Varias historias que se van cruzando en un día en un verano en unas termas. Las historias van separadas y tienen algunos cruces casuales, no significativos, porque casi todos pasan en el mismo lugar. Y la película transmite esas sensaciones de un verano caluroso: piscina, conversaciones, una caminata, un paseo en moto, el desayuno del hotel y así.

Pero el tema de VERANO es otro y emerge de a poquito. Tiene que ver con el hecho de «ser padres». El personaje de Rosario Bléfari está embarazada, una pareja habla del tema, otra anda con su bebé de acá para allá y hasta la perrita da de comer a varios cachorros. Es, claro, una preocupación de la edad de los personajes (y del director) y si hay algo que los veranos, los viajes, las vacaciones ponen en primer plano es esa posibilidad a futuro.

El director de EL TIEMPO QUE SE QUEDA va a un relato pequeño y en forma de diario, luego de la algo más ampulosa EL CIELO, LA TIERRA Y LA LLUVIA. Lo que transmite es esa breve felicidad de los veranos pasados, una filmación del presente transformada en memento del pasado, como si lo que vemos sucedió ahora, sí, pero también hace mucho tiempo. O bien, está sucediendo siempre.

LIFE WITHOUT PRINCIPLE tiene unos primeros 45 minutos casi incomprensibles en los que uno cree que Johnnie To perdió mucho dinero en la Bolsa de Hong Kong y enloqueció y ahora se está vengando cinematográficamente, mostrando en detalle cómo funcionan las inversiones en mercados de alto riesgo y cómo todo eso se desploma con la crisis de países entonces emergentes como Grecia. To tiene a sus personajes explicando cómo invertir en el grupo de países BRIC, leyendo reportes financieros y cosas así. Una chica que trabaja en un banco atiende a varios personajes y con todos habla del tema. El tiempo pasa y nada parece arrancar.

Pero cuando arranca, arranca. El cierre de esa larga secuencia es el asesinato de un prestamista y de ahí, la «flor narrativa» de To se abre. El tiempo vuelve atrás para contar el pasado de los personajes, sus cruces y cómo llegan a ese lugar. En medio del caos de la economía griega, gangsters, prestamistas, viejos con ahorros, jóvenes con trabajo y ganas de invertir y la propia empleada del banco se mezclarán en un relato de suspenso que tiene como escena clave, en uno de los casos, mirar si suben o no determinadas acciones en la Bolsa.

Es un filme raro y descoloca, es cierto, pero cuando uno observa, promediando la película, como las fichas empiezan a calzar dramáticamente no puede menos que admirar el talento de Johnnie To para la construcción narrativa y su correlato visual. Sin armas de fuego, casi sin escenas de acción (hay pocas y muy breves), To arma un thriller formidable sobre la crisis económica y la obsesión de sus compatriotas por el tema. O un drama, de hecho, disfrazado de thriller para no decepcionar a los fans.

TEXAS KILLING FIELDS, de Ami Canaan Mann, por decirlo brevemente, es un buen DVD para alquilar y verse una nochecita de domingo. Y punto. Si vas al cine a verlo, depende del día, te puede parecer que está más o menos bien y no más que eso. Pero estar en una competencia de Venecia es demasiado. El filme sobre la cantidad de asesinatos a mujeres en una zona medio abandonada y desértica de Texas tiene los condimentos del policial de suspenso mezclados con el filme de denuncia. Y a la hija de Michael Mann le cuesta mantener el orden de los elementos y que todo avance fluídamente. Cuando lo hace, la película camina, fluye. Cuando no, ni eso. En el mejor de los casos, es intrigante y tiene buenas actuaciones del elenco (Wortinghton, Morgan, Chastain, Cloe Moretz)

TWO YEARS AT SEA, del inglés Ben Rivers, es un bastante subyugante ensayo visual centrado en un hombre muy peculiar que lleva una vida en el campo y viaja, bastante. Blanco y negro, visualmente muy rica, casi sin diálogos, la película tiene algo del cine de Lisandro Alonso aunque desde un lugar algo más de búsqueda y por momentos excesiva experimentación visual.

De CENTURY OF BIRTHING, de Lav Díaz, vi unos 150 minutos de los 360 que dura. Partí porque ya no doy más y a las 21.30 sólo quería cenar y volverme al hotel a tratar de dormir. Acaso no debería escribir una crítica con eso que vi. Y no voy a hacerlo. Esto es un comentario breve, nomás. Más allá de alguna indulgencia innecesaria, estas historias paralelas de un cineasta que bien podría ser el propio Díaz, y de un grupo de personas -en su mayoría mujeres- que viven en una secta religiosa logran atrapar por su mezcla de observaciones, reiteraciones de motivos y ácidos diálogos (especialmente en la parte «autobiográfica»). Nunca vi entera ninguna de las películas largas, de 8/9 horas, del filipino. En los que festivales a los que voy y que las dan, nunca me dio el tiempo para poder abandonarlo todo y dedicarle un día a una película suya. Pero habría que hacerlo. Yo avancé algo, pero todavía no cumplí mi promesa…