Diario de Viena 3: las películas de la competencia (I)

Diario de Viena 3: las películas de la competencia (I)

por - Críticas
02 Nov, 2011 01:44 | Sin comentarios

Ayer tuve la reunión del jurado en la que decidimos los ganadores del premio Fipresci de la Viennale ’11, acaso el premio más importante que se da en este extraordinario festival, ya que aquí no existe una competencia oficial. De hecho, ni siquiera existen secciones. Año tras año siempre se dividen igual: Largos de ficción, […]

Ayer tuve la reunión del jurado en la que decidimos los ganadores del premio Fipresci de la Viennale ’11, acaso el premio más importante que se da en este extraordinario festival, ya que aquí no existe una competencia oficial. De hecho, ni siquiera existen secciones. Año tras año siempre se dividen igual: Largos de ficción, Documentales, Cortos, Retrospectivas, otros programas temáticos y una gran y completa Retro en el Filmmuseum, que este año fue dedicada a Chantal Akerman, que finalmente no pudo venir por problemas de salud de su madre. Sí pasaron Nanni Moretti, David Cronenberg, Bertrand Bonello, Albert Serra y un par de decenas de realizadores medianamente conocidos, pero muchos de ellos muy interesantes, de los que habitualmente se suele ver por el BAFICI, por ejemplo.

El ambiente relajado, casual y personal del festival permite, en la mayoría de los casos, un acercamiento muy directo con estos realizadores (en el bar del festival, sin ir más lejos, o desayunando en el hotel), sin los habituales intermediarios que existen en los grandes eventos internacionales. La Viennale es, de alguna manera, un festival grande en su búsqueda y propuesta, pero chico, amable y accesible en, digamos, su «puesta en escena».

Como jurado FIPRESCI me tocó compartir con dos colegas muy valiosos, como el portugués Vasco Cámara y Marina Kostova, de Macedonia. El «cuarto» jurado (el tercer hombre…) era Hans Langsteiner, al que casi no vimos porque al ser local vio las películas en otros tiempos, horarios, muchas de ellas antes de nuestra llegada. Es que la Viennale dura dos semanas y los jurados están aquí 8 días, con lo cual hay que acomodar algunos ritmos y horarios. La demanda para los jurados es bastante fuerte. Nosotros vimos 18 filmes en sólo 5 días y medio, ya que ni el primero ni el último se tomaron en cuenta, entre el arribo y la entrega de premios.

Fue una selección muy buena, de lo mejorcito que hay en festivales cuando los jurados tienen que lidiar con el muy amplio y medio pantanoso universo de las operas primas y segundas películas. Esto es: siempre es más probable que nos gusten muchas películas de realizadores consagrados, pero entre los nuevos siempre se está entre la gloria y el horror. Aquí, digamos, hubo muchas películas muy buenas y sólo unas pocas flojas. Mis opiniones sobre los filmes, como sabrán, no reflejan lo que pueden ser los premios. Soy sólo uno de los cuatro integrantes del jurado y siempre es probable que los otros tres hayan elegido una película que yo desprecio. Uno trata de evitarlo, pero no siempre es posible. Aquí, como el título de la ganadora se anuncia más tarde, no puedo adelantar cuál es ni nada. Pero para ir avanzando con el repaso de estos 18 títulos se hace necesario arrancar ahora.

Una gran decepción en torno a las expectativas que traía por haber ganado uno de los premios más importantes del Festival de Locarno fue HASHOTER (Policía), la opera prima del israelí Navad Lapid. Me resultó una película llena de trazos gruesos sobre los enfrentamientos internos en Israel. En este caso, la policía que lucha contra el terrorismo generalmente palestino acá se las debe ver con un grupo revolucionario de jóvenes. Pero el filme, más allá de ese cambio de eje, propone pocas cosas interesantes, algunos apuntes de puesta en escena (el acento homoerótico puesto en el comportamiento policial, por ejemplo) y no mucho más. Por lo demás es una banalidad y esquematismo sorprendente, con personajes que bordean lo caricaturesco y un sistema narrativo frustrante.

Otro filme sobre el que tenía algunas expectativas era THE DREAM OF ELEUTERIA, del filipino Remton Siega Zuasola, pero a los diez minutos ya sabía que «el chiste» de la película no era más que eso, un «chiste» que no justificaba la pantomima, la comedia dramática en tono de acto escolar que plantea. ¿Cuál es el chiste? El filme está narrado en un solo, largo y continuo plano de 90 minutos que toma a una familia cuya hija será mandada a Alemania a casarse allí y lo que pasa cuando ella decide no ir y la familia (y casi todo el pueblo) se mete en la conversación, de uno u otro lado. Más allá de lo interesante que puede ser pensarla políticamente, el filme es banal, chato, con personajes secundarios que parecen sacados de una comedia grotesca argentina de los ’80 (el «loco del pueblo», la «cheta», el padre borracho y así) y la sensación de que el plano general fuerza a las situaciones a doblarse y estirarse, a personajes aparecer y desaparecer como si estuvieran esperando entrar al lado del camarógrafo, y la sensación de que el esfuerzo y el ejercicio no vale la pena. Que el que aprecia la película por lo que cuenta ni prestará atención al «estilo» y al que le interese el estilo difícilmente le movilice este tipo de películas.

Otra primera película que no me interesó fue YOU HURT MY FEELINGS, un ultraindie filme norteamericano centrado en un hombre que trabaja de babysitter cuidando a dos chicos, su ex novia y la nueva pareja de ella. La idea en sí –la relación entre los personajes, el trabajo de esta especie de tierno pero confundido oso con los pequeños chicos– da para algo más que este video de bajísimo presupuesto, con personajes incapaces de expresar algo medianamente interesante, una relación entre dos hombres que no sale de las peleas a golpes y las borracheras, y una chica en el medio que no se sabe porqué está interesada en ellos. O por que ellos están interesados en la chica, que es lo mismo. Desaprovechada en todo sentido, parece una película descerebrada. Pero no como una celebración de la estupidez, sino como la imposibilidad de crear personajes con algún tipo de, no se, personalidad…

La película alemana TOTEM fue otra decepción. Opera prima de Jessica Krummacher cuenta la historia de una familia totalmente insoportable -marido, mujer, hijo, parientes, amigos y hasta dos bebés falsos que tratan como si fueran reales- que maltratan a una empleada doméstica a niveles insoportables, pero la chica parece o bien tener paciencia para cualquier cosa o ir acumulando una bronca tal que explotará tarde o temprano. Un giro más sobre la idea de LA CEREMONIA, aquí el problema no es tanto la trama sino la forma torpe, repetitiva y banal del filme y los personajes, y su supuesto tono entre cómico, grotesco y desagrable. Un festín del patetismo, vea…

Un poco mejor nos llevamos con una película austríaca llamada STILLEBEN, opera prima de Sebastian Meise que trabaja en un tema ya clásico del cine de este país que es el abuso de menores. A diferencia de la reciente MICHAEL, esta STILL LIFE se acerca a un tema algo más ambiguo que la pedofilia. Se trata de un padre de familia que es descubierto teniendo fantasías sexuales con su hija, algo que su hijo mayor se entera al descubrir una carta que el padre le da a una prostituta donde le pide que actúe como una niña y se haga llamar como su hija. El filme revelará sus cartas narrativas de inmediato (no hay misterio ni demasiado morbo puesto en el asunto) y el resto del tiempo se dedicará a ver cómo hace la familia para lidiar con la noticia. Si se piensa que lo del padre es más fantasía (condenables, si se quiere, pero sólo fantasías sin víctimas directas), la película entra en un terreno pantanoso, ya que lo que hace es condenable e implica una inevitable ruptura familiar, pero no por eso se ha cometido delito alguno. ¿Qué harán los personajes para salir, o no, de ese «enredo»? Eso es lo que maneja -no del todo bien, pero siempre de manera cuidadosa- Meise en su opera prima.

Otro filme, el sexto de esta primera entrega (son 18) es chino y se llama ESCUCHANDO LAS HISTORIAS DE LA TERCERA ABUELA, dirigido por Wen Hui. Es una historia familiar acerca de las experiencias de una de las abuelas de la directora que, sentada frente a la cámara, nos cuenta sus recuerdos de toda la vida, yendo de la infancia a su casamiento y pasando por lo que a la familia acomodada económicamente le provocó la llegada del comunismo y la revolución cultural. Un testimonio interesante, valioso, dentro de un planteo seco y riguroso (salvo por unas viñetitas que no aportan mucho) para un filme que puede servir como documento e historia familiar, pero no logra trascenderlo del todo ni convertirse en especialmente revelador.