Ultimo diario de viaje: Clooney, Panahi, Scorsese, Crowe
Entre las últimas películas que vi en el Festival de Viena estuvieron THIS IS NOT A FILM, de Jafar Panahi, y THE IDES OF MARCH, de George Clooney. En el largo regreso a casa -no estaban programadas en el festival, pero tenía copias- vi LIVING IN THE MATERIAL WORLD, el documental de George Harrison que […]
Entre las últimas películas que vi en el Festival de Viena estuvieron THIS IS NOT A FILM, de Jafar Panahi, y THE IDES OF MARCH, de George Clooney. En el largo regreso a casa -no estaban programadas en el festival, pero tenía copias- vi LIVING IN THE MATERIAL WORLD, el documental de George Harrison que dirigió Scorsese y PEARL JAM TWENTY, de Cameron Crowe. Conviene separarlas en dos bloques no sólo porque dos sí estuvieron en el festival y las otras dos no, sino porque temática y estéticamente también se las pueda agrupar como formas diferentes de tratar temas parecidos.
En el filme de Panahi y en el de Clooney los temas son la política, la traición, la honestidad y el cine. Distintas como son, ambas son formas de enfrentarse a «la vida política», al «hombre en relación con lo social», con el otro, con el mundo que los rodea. Ambas son, también, películas sobre el encierro. El filme de Panahi por los motivos lógicos de su prisión domiciliaria. El de Clooney por centrarse en diálogos que remiten claramente a su origen teatral. Y ambas, claro, son películas sobre el ego: el de los directores, que se ponen y exponen frente a cámaras.
Los acercamientos son, claro, opuestos. Allí donde Panahi elige retratarse de manera documental, libre, poniendo a un amigo detrás de la cámara filmándolo a lo largo de un día en su prisión domiciliaria, como si fuera una versión improvisada y «documental» de su vida real (ficción a la iraní, digamos), Clooney lo hace usando todos los recursos del género de suspenso: es una trama política, tan política como la otra si se quiere, pero el disfraz, la vestimenta, es casi opuesta.
En ese terreno que a los cineastas iraníes les encanta manejar («esto que ves es realidad, pero en realidad no lo es»), THIS IS NOT A FILM podría ser una secuela de EL ESPEJO, que también podría titularse «Esto no es una película». En sus charlas con su abogada, con su mujer, en su intento de contar a cámara (y actuar) cómo era una película que quería hacer pero no le permitieron, en un encuentro fortuito sobre el final, en su mirar la tele, en contestar emails, en su cotidiano, Panahi construye un personaje de sí mismo y pone en primer plano la dificultad de la situación que vive, como lo compromete, lo fuerza y lo obliga a negociar cosas que prefería no negociar, pero siempre teniendo en cuenta que su intención primera es proteger a los demás, no dejar que nadie «se inmole» por salvarlo.
Creativa y vibrante, llena de giros inesperados, el filme de Panahi es un notable documento «contrabandeado» que pone en primer plano las contradicciones de la situación, pero también se da espacio para respirar, para la salida humorística, la casualidad. Yo admito tener alguna dificultad con el cine en primera persona, en el cual los directores se «expresan» ante la pantalla transformando el cine en un indisimulado monólogo (me pasa lo mismo con las películas de Nanni Moretti o Avi Mograbi, que me gustan pero siempre me hacen pensar que él se reserva la última palabra y la posibilidad de quedar como «el más piola del barrio»), pero más allá de eso es indudable que se trata de una película de enorme complejidad y que evita la compasión y la «denuncia» más previsible.
THE IDES OF MARCH funciona casi en un sentido opuesto. Es obvio lo que diré, tomando en cuenta que es un filme norteamericano bastante clásico en su estructura, pero todo lo abierto que es el de Panahi aquí es cerrado, demasiado cerrado. Da la impresión de que Clooney intentó forzar las reglas del filme de suspenso para que encajen en este filme político y no dejarlo «abandonado» del sistema de formatos con el que funciona la industria. Y es una pena, porque ese aspecto (el thriller con una mujer de por medio), si bien agrega algunos puntos dramáticos para la evolución de la trama, podría casi quitarse y quedaría una película sobre un candidato idealista a presidente, y la mezcla de responsabilidad y traición que existe entre los que trabajan para él.
Me gusta que Clooney haya contado esta historia cínica y desesperanzada sobre la política estadounidense desde el lado de los candidatos demócratas. Hubiera sido simple y sencillo agarrarse de algún republicano impresentable, pero estas primarias demócratas de Ohio, con personajes que dicen cosas con las que uno podría acordar en muchos casos -pero que a la vez se comportan de manera moralmente muy ambigua- sirven para ver que estos tipos de impecables pergaminos y discursos «políticamente correctos» se manejan internamente de manera igual de bestial que «los otros». Pero el filme no es sólo mostrar cómo «son bestias interiormente» -pensarlo así sería demasiado banal-. Cada uno de los protagonistas de este drama de traiciones políticas (Ryan Gosling, Marisa Tomei, Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti) tienen razones muy «autoconvincentes» para hacer lo que hacen. Pero la necesidad de Clooney de cerrar todo (casi toda la subtrama ligada a Evan Rachel Wood, digamos) y llevarlo hacia la «moraleja» final ata los sentidos del filme de manera demasiado unívoca y hasta redundante.
Los documentales de Scorsese y Crowe sobre George Harrison y Pearl Jam, respectivamente, presentan también dos acercamientos muy diferentes a sus sujetos. A la hora de contar la historia de un músico, Scorsese prioriza en LIVING IN THE MATERIAL WORLD un eje cronológico, sí, pero esencialmente temático: la de Harrison es la historia de un hombre que llegó a la fama muy joven, que tuvo que lidiar con sus «demonios» y que, luego de la separación de los Beatles intentó encontrar cierta paz en la espiritualidad y el budismo, casi en el retiro en un impresionante hogar campestre, aunque sin poder evitar del todo episodios, si se quiere, más carnales y terrenales.
Scorsese tiene una enorme cantidad de material inédito en la que apoyarse y mediante esas fotos y videos, más entrevistas, va narrando sin prisas la historia en más de tres horas y media de película. No hay énfasis ni subrayados. A la manera del propio Harrison, Scorsese elige narrar episodios difíciles (cuando la mujer de George lo deja por Clapton, el atentado que sufrió, la muerte de Lennon, su regreso a las drogas en los ’70) siempre con el eje puesto en algo que, sabemos, resuena mucho en el cineasta: la lucha entre lo carnal y lo espiritual, lo humano y lo divino. Así, la película crece hasta estrujarnos sobre el final, con su temprana muerte. No es gran cine, para nada. Es una forma académica, si se quiere, respetuosa y humanista, de contar la historia de un interesante personaje.
Crowe hace algo muy distinto con PEARL JAM TWENTY. Tiene también mucho, muchísimo material inédito, pero lo usa de una manera más cercana al collage. Claro que cuenta la historia de la banda, desde antes de sus inicios hasta su actualidad, pero va y viene de situación en situación, mezcla entrevistas, shows, cronología, hechos históricos, atisbos de canciones y shows en vivo, en un sinfín que funciona como una suerte de inmersión de dos horas en la vida del grupo. Tal vez quiso hacerlo así, o tal vez al no contar con un personaje único le resulta más difícil generar un eje temático que sostenga la narración más allá de cada episodio (el grunge, la fama, el enfrentamiento con Nirvana, con Ticketmaster, Roskilde, las giras, etc.). Lo cual termina dando un filme más intenso en términos de ritmo, si se quiere, que el de Scorsese, pero mucho menos rico en matices. Si bien Crowe no es el prototipo del cineasta «moderno», uno podría pensar que son dos formaas distintas de entender el relato cinematográfico documental: uno, como siempre que se maneja en este género, casi enciclopédico. El otro, un amigo de la banda que además dirige. Y que fue periodista, lo sabemos, pero no es de esa manera como encaró el proyecto. De hecho, el filme de Scorsese es más «periodístico» en su estructura. El de Crowe, es de fan con acceso VIP. Un buen DVD extra para un Box de veinte años de Pearl Jam.