Entrevistas a David Fincher y Daniel Craig (versión extendida)
Por obvios motivos de espacio, no entraron en la edición de CLARIN (ver acá con título «bergmaniano» y todo) las entrevistas completas con David Fincher y Daniel Craig. Aquí hay una versión bastante más larga, con algunas preguntas que no quedaron y otras que están mucho más desarrolladas que en la edición publicada. Para los […]
Por obvios motivos de espacio, no entraron en la edición de CLARIN (ver acá con título «bergmaniano» y todo) las entrevistas completas con David Fincher y Daniel Craig. Aquí hay una versión bastante más larga, con algunas preguntas que no quedaron y otras que están mucho más desarrolladas que en la edición publicada. Para los que quieran saber qué opina Fincher del cine de autor o quiera enterarse cuántos metros de película filmó esta vez, esto está solo acá.
David Fincher no parece estar para tonterías. Gesto serio, reconcentrado, se muestra como un tipo pensante, sincero, sin lugar ni tiempo para pavadas ni ganas de ponerse el casete de la respuesta de ocasión. El director de Pecados capitales y Red social no te regala una sonrisa, pero sus palabras marcan, dejan huella. Es, en cierto sentido, como sus películas: intensas, rigurosas, obsesivas. La comedia, probablemente, no sea lo suyo.
Daniel Craig, al menos en esta ocasión, trata de imitarlo, como si copiara sus modismos y su cara de pocos amigos. Pero lo que a Fincher hace parecer pensante e inteligente, a Craig le queda, simplemente, como mala onda. Como si uno estuviera interrogando a Bond atado a una silla y él, mientras responde con evasivas, piensa cómo hacer para escaparse de allí.
La ocasión que reúne a Fincher y a Craig (y a Rooney Mara, pero volveremos sobre ella en otro momento) es la presentación de La chica del dragón tatuado, la nueva adaptación de la novela de Stieg Larsson que aquí se conoció como Los hombres que no amaban a as mujeres y que ya tiene una primera película made in Suecia, lugar donde empezó todo este fenómeno Milennium que se extendió a otros dos libros y, también, a otras dos películas.
Fincher, que viene de dos películas de alta repercusión a la hora de nominaciones y premios como fueron El curioso caso de Benjamin Button y Red social, vuelve aquí a un género que ya exploró: el oscuro thriller de investigación sobre misteriosos asesinos. Es, en cierto sentido, una combinación de la intensidad narrativa de Pecados capitales y los personajes complejos y obsesivos de Zodíaco. Es, claramente, territorio Fincher. Aunque uno pensaba que el hombre quería ya alejarse de esos universos.
Para Craig, que estaba en pleno rodaje de Skyfall, su tercer filme como James Bond, es una extraña oportunidad de meterse en otra saga que podría obligarlo a repetir tres veces el mismo papel, el del reportero/investigador Mikael Blomkvist, antihéroe de esta serie que tiene como su “apuesta fuerte” a esa mezcla de hacker, punk y casi catatónica freak llamada Lisbeth Salander (Mara). Pero considerando lo mal que le ha ido al actor británico de 43 años en sus papeles fuera de Bond, no es tan disparatada su elección de ir a algo “seguro”.
La chica del dragón tatuado cuenta cómo Blomkvist y Salander se unen para tratar de resolver una misteriosa desaparición de una joven ocurrida hace casi cuatro décadas en el seno de una millonaria familia empresarial sueca. Pero, más que el caso en sí, lo que generó el fenómeno fue la curiosa química generada entre este periodista en desgracia y esta joven abusada y vengadora.
David, ¿qué fue lo que te interesó de la historia para encarar la película?
Fincher: Fue la promesa de los ejecutivos del estudio de que íbamos a poder hacer algo para adultos. Que íbamos a ser justos con este material tan popular e intentar hacer una película que no sea para chicos.
Los dos personajes son desafiantes y cuestionan la autoridad, algo que aparece en casi todas tus películas. ¿Eso te interesó particularmente?
Fincher: No sé si es que cuestionen o desafíen a las autoridades, pero sí en un punto lo interesante de estos personajes es que no siguen los parámetros prestablecidos de lo que hay que hacer. Me gusta que él sea un personaje caído en desgracia, aunque sea por las razones correctas. Y en ese aspecto ella es un personaje increíble.
Daniel, Fincher es conocido por hacer muchas tomas y ser muy perfeccionista. Antes de empezar, ¿tenías preconceptos de cómo iba a hacer el trabajo? Y, ¿fue cómo pensabas, finalmente?
Craig: Siendo actor, que te digan que a un director le gusta hacer muchas tomas es una bendición. Uno vive para eso. Si pensás que un actor es alguien al que le gusta disfrazarse y mostrarse, es la plataforma perfecta para eso.
¿Hubo alguna escena que haya sido particularmente difícil de hacer?
Craig: Yo no tuve que pasar por lo que pasó Rooney (la escena de la violación), pero a los actores nos gustan las cosas difíciles. Si empezás a preguntarle a actores te dirán que lo difícil es lo más sencillo o lo que más les gusta hacer. Los pedacitos de caminar, entrar y salir de cuartos, abrir puertas, autos, prender motores, comer… eso es más difícil. Especialmente en una película de David (risas). Las escenas “de actuación” no son difíciles. Vivís para eso. Y hay muchas escenas de esas en el filme, por eso lo disfruté.
Antes de filmar habías dicho que te interesaba darle un toque de cine negro a la película, tipo “Barrio Chino”. ¿Lo cumpliste?
No lo sé, espero que sí. Cuando leí los libros sentí que había algo inherentemente sueco respecto al material. No sabía muy bien qué quería decir eso, pero hablando con Stellan Skarsgård él me hizo notar algunos proverbios suecos que venían a cuento. Uno de ellos, “El Mal sera expulsado con Mal” terminó siendo uno de los slogans de la película. O “Lo que se esconde en la nieve sale afuera cuando se derrite”. Esas eran ideas madre, ideas que cuando estás en Suecia entendés de donde vienen. Esta película no podría haber transcurrido en Connecticut o en Montreal. Necesitaba esta mezcla de sociedad tranquila, cosmopolita y a la vez con una estructura social muy rigurosa. Esas contradicciones eran parte del material, lo que hace al libro ser lo que es. Al estar un par de semanas en Estocolmo, entendés de qué va todo el asunto. Y no hay forma de pensarla en Seattle.
Craig: Hacía frío y mi personaje no es alguien acostumbrado a la vida al aire libre así que tenía que andar con jeans y una camisa y una campera liviana. Y no fue fácil. Pero como dijo David, y odio usar el viejo cliché, pero la locación es un personaje más en la película. Y más allá del frío insoportable, tuvo un efecto positivo.
Es una historia con escenas fuertes, gráficas, violentas. ¿Cómo pensás que va a reaccionar el público a ellas?
Fincher: Mirá, no creo que el libro se fuera pasando de lector en lector con la gente diciendo: “Estoy seguro que te va a encantar la secuencia de violación anal”. Calculo que al contrario. Que la gente lo recomendaba a sus amigos aclarándoles que era un libro difícil, duro. Los temas que tratan son densos, feos si querés, secretos horribles. Pero no tengo miedo de trabajar esos temas. Creo que hay un montón de películas por año que son blandas y reconfortantes y con valores amables. Esta no es una de ellas. No es por eso que la elegí, pero no me disuadió en lo más mínimo.
¿Siempre te gustaron películas que rozan zonas muy oscuras?
Fincher: Me acuerdo cuando fui a ver Alien por primera vez y mis amigos me decían “casi vomito” o “no me la banqué”. O El exorcista. Creo que hoy no se podría hacer una película como El exorcista y eso que se basaba en un libro muy exitoso. Hoy no se adaptaría. Pero no creo que no haya que hacer películas con contenidos desafiantes porque pueden ser muy fuertes para el público. Creo que experimentar ese tipo de cosas en la seguridad de un cine es la mejor forma de lidiar con esas cosas, de hablar de esos temas. Pero no es tampoco una película temática, que quiera crear polémica. No es una película política. Ni siquiera estoy seguro que sea una película feminista. Creo que es un buen entretenimiento que trata sobre un montón de asuntos que el autor llevaba en la sangre y de los que quería hablar. Cosas que vivió, respuestas que buscaba, luchas que peleaba. Tiene algo de entretenimiento popular y un subtexto de cosas reales que venían de alguien muy pasional que luchaba contra las injusticias. Y que escribió muy elocuentemente al respecto. Esa mezcla ha hecho que la serie se transforme en un fenómeno cultural.
Daniel, tu personaje es un periodista. ¿Cómo te llevás con la prensa?
Me gustan los periodistas, creo que el periodismo es una parte muy importante de una sociedad democrática y algunos de mis héroes son periodistas. Y Mikael es un personaje con una moral fuerte. Puede tener sus problemas, ser débil y tener muchas fallas, pero cuando leí el libro me conecté con él. Y eso fue mucho antes de tener alguna idea de que yo iba a actuar en la película. Obviamente, cierto periodismo a veces tiene un efecto negativo en mi carrera, pero soy lo suficientemente grande para entender por qué está ahí.
¿Podrías hablar del casting y porqué elegiste a Craig?
Blomkvist es alguien que proyecta masculinidad y necesitaba a alguien que fiera serie, pero a la vez que tuviera capacidad de divertirse. Daniel es conocido como James Bond, pero es un gran actor. La elección era obvia y, sin embargo, no fue fácil conseguirlo porque todos lo quieren tener. Al final tuvimos suerte y se quedó con nosotros. Es muy talentoso, más todavía de lo que imaginaba. Verlo era genial. Hacer la película no fue fácil, fue bastante cansador, pero ver a alguien que trabaja tan bien y que evoluciona día a día, aún dentro de cada escena, fue mi gran placer como director. Y la responsabilidad después es tomar todo ese material y hacer algo digno con él. Es una gran suerte tenerlo con nosotros.
Craig: Fueron siete meses de mi vida y la verdad es que la pasé muy bien. Pero reconozco que a mi me gusta trabajar de esa forma. Más allá del tema serio y la oscuridad del filme, el set era liviano, tranquilo. Tenés que trabajar así, poder bromear sobre algunas cosas. Y, a la vez, saber cuándo es el momento de tomarse las cosas seriamente. Creo que ya tengo suficiente experiencia como para saber manejarme en un set. Hago bromas todo el tiempo. Es que hay momentos en los que filmás en que es tan absurso lo que estás haciendo que tenés que poder reírte de eso.
¿Cómo ves al personaje?
Michael es un personaje que está conectado con el mundo actual, pero hay algo de él que tiene que ver con el pasado. Tiene mi edad, es un tipo soltero que todavía se aferra a su juventud y todavía quiere estar a la moda. A la vez es n periodista que tiene una vida sedentaria y pasa mucho tiempo sentado, escribiendo. Es un poco una combinación de todas esas cosas.
David, ¿estás contento con el resultado?
Siempre tengo dudas, pero también confianza. Si trabajás de esto tenés que saber que vas a equivocarte, que va a haber escenas que no van a quedar como las tenías en tu cabeza. Filmamos 1,7 millones de pies de película (unos 500 mil metros o aproximadamente 300 horas de película), así que las decisiones que tomamos no fueron fáciles. Me encantaría tener dos años para editar una película, pero nunca los voy a tener. No me gusta la idea de hacer un test y reeditar. Creo que las películas están inscriptas en el guión y luego podés modificarlas un poco, pero no demasiado. No podría sentarme y decir, viendo el material: “Tratemos de encontrar la película”. No creo que la película sea un thriller, pero sí que tiene misterio. Y esos misterios tipo Agatha Christie tienen certas reglas con las que funcionan. La gente tiene que entender la familia Vanger, cómo es la isla en la que viven, preocuparse por saber lo que le pasó a Harriet. No podemos saber cómo reaccionarán hasta que lo armemos y los espectadores lo vean. Con suerte, lo verán de la manera en la que vos querías.
Si bien dicen que no es una remake sino una adaptación nueva de la novela, es inevitable que las películas serán comparadas. ¿Qué sentís que la tuya tiene de particular o especial que la diferencia de la otra?
Fincher: Sería muy naive si pensara que no van a comparar las dos películas. Pero mi trabajo es interpretar la palabra escrita del guión y baso mis decisiones en torno a eso. No elijo las películas en función de lo que la gente quiere verme hacer o porque quiero dar un giro a mi carrera. Respondo a un guión que me interesa. Y el guión es muy distinto al de la otra película. También creo que le podés dar el mismo guión a cinco directores diferentes y vas a terminar con cinco películas muy distintas. No quiero ponerme a defender la teoría del autor y esas cosas. Seguramente un 60, 70% de las decisiones se toman antes de llegar al set. Pero el otro 30/40 se hacen en el momento y pueden salir tanto de vos como de alguien talentoso que trabaja en tu equipo y te hace probar cosas que nunca imaginaste.
¿Por ejemplo?
Fincher: Es algo general, otra forma de encararlo, de contarlo. Hay cosas que no van a cambiar: va a haber un puente, un accidente en el puente, una gran casona, va a haber nieve, motos, tatuajes. Son cosas dadas. Pero una película es más que esas cosas.
¿Estuviste en contacto con el director de la película original?
Fincher: No, para nada, pero vi la película y me parece muy buena, bien hecha. Noomi (Rapace) está muy bien como Lisbeth. Pero es una película muy distinta a la nuestra, el acento está puesto en otras cosas.
¿Y Rooney Mara? ¿Cómo la elegiste?
Fincher: Rooney era alguien que sentí, en esa pequeña escena del principio de Red social que filmamos a lo largo de dos días en la que filmamos un montón de tomas, que lograba aparecerse con cosas muy originales y salidas divertidas. Y no era algo fácil. Actuar mano a mano con Jesse Eisenberg con un guión tan específico como era el de Aaron Sorkin, no es sencillo. Cuando empezamos a hablar de La chica del dragón tatuado dije: “Llamemos a la chica de la primera escena de Red social”. No la había vuelto a ver, pero me imaginaba a una chica muy distinta y ahora necesitaba a alguien que pudiera interpretar a una mujer increíblemente dañada y que le cuesta mirar a los ojos. Hicimos unas pruebas, también con el vestuario y los diálogos, con su mirada, la forma en la que observa a su jefe. Así que, honestamente, me encantaría decir que cuando me llegó el libro dije “Rooney Mara”,pero no fue así. Sabía que me gustaba y que era talentosa. Y en el casting nos dimos cuenta que era la indicada.
Cuando la conociste a Rooney ya estaba metida en el personaje?
Craig: Algo de eso hay, creo que recién la estoy conociendo de verdad ahora (risas). Fue un proceso duro, el casting que hizo ella. Tuve que probar que daba con el personaje. Y cuando fui a leer escenas con ella, parece que pasaron años, me impresionó lo metida en el personaje que ya estaba. En ese momento pensé que ella era un poco así, pero por suerte no es para nada como Lisbeth. Me convenció que era genial para el papel y que tenía mucho talento. Es buenísimo trabajar con gente así, hace que todo sea más fácil.
Para David, lo más importante del filme es la relación entre los personajes. ¿Sentiste que podía haber una conexión real entre ellos?
Craig: Es una relación muy rara. En el libro funciona, aunque no debería. Se juntan aunque no deberían, aunque no pertenecen al mismo mundo. Y eso es lo que la hace interesante a la relación. Por suerte filmamos buena parte de la película cronológicamente, así que nuestra relación con Rooney fue creciendo de forma paralela a la de los personajes. Uno de los motivos por lo que me gusta esta historia es por esa relación, por lo rara que es.
¿Firmaste contrato para la trilogía o sólo para esta película?
Fincher: Todas las trilogías se hacen de a una película por vez. Quiero decir, si gastás 90 millones de dólares en una película y recauda 3 millones de dólares el primer fin de semana y cae un 50% la semana siguiente, olvidate. Quiero decir, los productores están felices de que existan esos otros dos libros, pero nuestro foco es sólo en esta película y en hacerla lo mejor posible.
El final de la película es distinto al del libro. ¿No tenés miedo de enojar a los fanáticos con esa decisión?
No. Me llegó el guión con unos cambios pequeños que me parecieron concisos e inteligente. Era un buen giro y me pareció que podía funcionar en la novela. Es diferente la forma en la que uno se mete en una novela. La gente no se sienta y se pone a leer un libro diciendo: “Lo tengo que terminar en tres días”. Un libro toma el tiempo que toma. Una película no puede empezar e introducir a su protagonista por la mitad. La gente tiene una cierta expectativa acerca de cómo una historia se cierran en un plazo de dos horas, así que tenés una reacción diferente. No quiero decir “pavloviana” porque suena como una falta de respecto, pero hay una cierta métrica de la narración cinematográfica a la que la palabra escrita no tiene porqué adherir. Así que sí, nos parecía que ciertas cosas quedaban colgando en el final y el productor Scott Rudin tuvo la idea que usamos y se la pasó a Steve (Zaillian, el guionista) y él la escribió. Sí, le cambiamos el final. Es algo mejor, pero creo que es una buena idea cinematográfica. Y no puedo preocuparme por lo que cada persona va a pensar. Siempre va a haber gente a la que no le va a gustar lo que hacés.