Thierry Frémaux y el «suicidio» del cine argentino
Según levantaron varias agencias de noticias, el director del festival de cine de Cannes Thierry Frémaux, dijo en México la siguiente y explosiva frase: «»Esperábamos más del cine argentino, luego de un momento importante, pero nunca creció: los cineastas argentinos se suicidaron. Pablo Trapero («Carancho») es el único que le está apostando a las películas […]
Según levantaron varias agencias de noticias, el director del festival de cine de Cannes Thierry Frémaux, dijo en México la siguiente y explosiva frase: «»Esperábamos más del cine argentino, luego de un momento importante, pero nunca creció: los cineastas argentinos se suicidaron. Pablo Trapero («Carancho») es el único que le está apostando a las películas distintas, sin importarle el éxito de la taquilla».
La declaración ha tomado por sorpresa a muchos y a algunos los habrá dejado con gusto amargo (imagino que no a Trapero, claro). Sin embargo, creo yo, lo que dice Frémaux es bastante representativo de lo que se piensa en muchos festivales de cine respecto al cine nacional, por un lado, y deja en evidencia cuáles son las políticas de esos festivales en relación a los «cines nacionales».
Por un lado, es cierto que son menos las películas que, en los últimos años, han tenido la repercusión internacional que hicieron que el Nuevo Cine Argentino sea una pieza clave en la movida cinematográfica hace 5, 10 años. Esa disminución de películas interesantes -al menos en la opinión de Frémaux- puede deberse a varios factores: la falta de nuevos filmes de realizadores como Lisandro Alonso y Lucrecia Martel, dos abonados a Cannes, y los pocos filmes que ha encontrado interesantes.
Es cierto que hay una menor cantidad de filmes descollantes y que, por otro lado, dado el apoyo del INCAA a los proyectos para televisión, buena parte de los jóvenes realizadores hayan migrado hacia allí: un trabajo más seguro y redituable que el del cine independiente. Pero creo que la cuestión pasa por otro lado: los festivales necesitan renovar sus modas y vender «nuevos productos» cada tantos años. Así, el cine asiático deja paso al latinoamericano, de ahí al del Este de Europa, para volver a Asia pero a otros países y de ahí a otros países latinoamericanos y no se extrañen que en breve Bulgaria o Eslovaquia sean nuevos polos del cine del Este de Europa cuando Rumania y Hungría empiecen a dar señales de agotamiento.
Los festivales funcionan así. Y los «momentos» que cada cinematografía tiene, como «entidad nacional», más allá de sus nombres propios, siempre estará circunscripta a esas modas. Nuestro cine, salvo algunas pocas excepciones, ha ayudado también a generar esa sensación. No hay tantas películas argentinas que sorprendan como podían hacerlo en esos años en los que había de 5 a 8 películas nacionales en Cannes. En 2011 hubo sólo una y es probable que este año pase algo similar (Trapero…) Esa merma, claro, favorece que los programadores empiecen a buscar por otros lados.
Nos guste o no, nos parezca injusto o no, es la lógica con la que estos festivales funcionan. Lo que sorprende, sí, es que Frémaux haya hecho esas declaraciones en público, sabiendo las repercusiones que eso puede generar. Digo, es habitual que estas cosas se piensen y rumoreen, no que se digan en voz alta y públicamente. No está mal que lo haya hecho, sólo que llama la atención. Honestidad brutal, que le dicen…
Yo coincido más con Frémaux, si bien entiendo lo de la «moda». Pero ojo: olvidás justamente la política de fomento del INCAA y le quitás responsabilidad a los cineastas argentinos que se estandarizaron para alcanzar la política de subsidios. Porque lo decís sin decir cuando hablás de quienes se pasaron «a la televisión, un trabajo más seguro y redituable», lo que revela que muchos so-called «cineastas» son en realidad filmadores, no lo hacen en busca de una expresión personal (lo que buscan los festivales con mejor y peor gusto, con mejor y peor fortuna) sino un trabajo estable. Ese es el gran, enorme punto en contra del cine argentino, que entró en una meseta intrascendente casi definitiva. Apostar por los nombres ya instituidos (Alonso o Martel) es simplemente admitir que no hay novedades en el cine argentino y que lo poco que hay más o menos decoroso es eso: más o menos decoroso. Si pensamos que Frémaux lo dice menos de un año después de que un film argentino ganase por primera vez la Caméra D’Or (que suele ser una apuesta-semillero) se entiende todo. También es necesario decir que el propio Cannes y el cine en general está en una meseta, tan llana y gris como para que una nulidad como El Artista tenga premiere cannoise y Oscar a Mejor película. Pero insisto: no son ajenos a este estado de cosas la política y los comités del INCAA.
en una nota de pagina 12 en noviembre ya habia hablado bien sobre la cantidad de pelis que hace trapero
Leo, con variaciones, la política de fomento del Incaa fue siempre la misma, por lo menos en cuanto al tipo de películas que pronueve. Por suerte, siempre hubo (y hay) huecos (porque la Ley de Cine tiene problemas pero es muy generosa) para que se hicieran (y se sigan haciendo) películas lejos de lo estandarizado. Y en los últimos años, por la iniciativa de unos cuantos directores y productores, por la consolidación del Bafici y por cambios tecnológicos, también aparecen numerosas películas con posibildiades de trascendencia internacional hechas por fuera del Incaa. A lo que quiero llegar es que creo que el presente del cine argentino (y su potencial hacia el futuro inmediato)es el mejor de toda su historia. Estoy de acuerdo con la teoría de las «modas».
Autocrítica de mi texto, escrito a las apuradas (se nota, además, está lleno de errores y reiteraciones): 2011 no fue, en términos internacionales, un mal año para el cine argentino. ABRIR PUERTAS Y VENTANAS ganó LOCARNO, LAS ACACIAS y EL ESTUDIANTE ganaron mil premios cada una. Las tres son operas primas. Entonces: ¿cuál sería el suicidio del cine nacional?
No sé muy bien a qué se refiere Fremaux: el suicidio es por apostar al cine comercial? por apostar al cine solo para festivales? por apostar a ganar plata con los subsidios del INCAA haciendo cualquier cosa menos cine? Está al tanto Fremaux del tema TV + Incaa + subsidios?
Estoy de acuerdo que Cannes es, en un punto, una bolsa de gatos donde el director de DRIVE es elegido mejor director, MELANCOLIA gana premios y EL ARBOLITO DE LA VIDA gana mejor película. Y ni hablar de EL ARTISTA. Mucha peli berreta. Pero también está Kaurismaki y los Dardenne… Es decir: tampoco Fremaux es una garantia de calidad!
Creo que , igualmente, es cierto que el cine argentino, más que suicidarse, como dicen los americanos, «se dispara en su propio pie», tiene actitudes autodestructivas en función del conflicto de donde buscar «aprobación»: si a través del prestigio de los festivales o de un salario a fin de mes que hoy solo puede proveer hacerte una miniserie de 13 capitulos subvencionada.
Igual, creo que la de Fremaux es una manifestación pública de algo que no es nuevo. Y no sólo en el cine argentino. Todo «cine nacional» se consagra, se desarma, se industrializa, muere y solo sobreviven un par de autores.
O hay casos más heavies. Fijate China. Ahora empieza una Semana Oficial de Cine Chino en el Gaumont (…) y las dos películas «fuertes» son de los otrora «prohibidos», «rebeldes», Chen Kaige y Zhang Yimou. ¿Estaremos yendo para el mismo lado?
Hace muchos años que Cannes tiene que mantener un equilibrio delirante entre lo más industrial y esa extraña clase de películas que tienen un toque de calidad y al mismo tiempo no joden mucho al público del festival. Ese público está lleno de representantes, de agentes de ventas, de distribuidores, de tecnocrátas de los fondos, de programadores de otros festivales, de compradores de las cadenas de TV europea y de otros actores parafilmícos que aceptan de buen grado los designios de Fremaux y su combo que a su vez se deben a ellos. Es un círculo perfecto. Las rupturas cuando vienen vienen de afuera: de la Quincena sobre todo y en menor medida de la Semana. ¿Decir que el cine argentino se suicidó es decir que no ha ganado nada en la oficial de Cannes en los últimos años? Tal vez sea porque sus elecciones han sido tan limitadas, tan cuidadas para que no cayeran mal que se ha limitado por el lado más industrial y por el lado más radical: ni El secreto de sus ojos ni Historias Extraordinarias estuvieron en Cannes, por citar dos casos paradigmáticos y opuestos.
Al quedarse con la porción que a Cannes le parece que debería funcionar (Trapero y sus policiales sociales, Martel y su autorismo de «qualité»)entonces limita el universo de lo que para ellos es el cine argentino o cualquier otro cine si fuera el caso. Recordemos que Lisandro Alonso con Phantasma ya no logró el beneplácito de Fremaux y cuándo hizo Liverpool, la llevó a la Quincena.
Los mexicanos a los que Fremaux alaba están haciendo la misma película desde hace 7 u 8 años y me parece un cine mucho más limitado a sus propios códigos que el cine argetino que es más amplio desde el punto de vista de su base social y por ende de sus temas. Pero bueno, Fremaux sabrá distingir Sangre, de Batalla en el cielo, de Año bisiesto y de Parque Vía. Para mi son todas iguales y están hechas todas por los mismos pibes ricos que quieren una sola cosa: llegar a Cannes.
Hay otras películas mexicanas por supuesto pero no las veo en Cannes. Me parece que si no le das a la violencia, a la sordidez y la crueldad no vas para ningún lado en México. Si hacés una comedia suerte en pila.
Preocuparse por esta gilada no da mucho, pero ustedes (los argentinos, se entiende, yo soy oriental) anuncian la muerte del cine argentino cada que no tiene 5 películas en festivales grandes y celebran la fortaleza del medio cada vez que sí.
Me parece que la riqueza de la cinematografía argentina no va por ese lado.
Saludos.
Juan: obviamente SIEMPRE la política del INCAA fue para el mismo lado. No es en este caso puntual o con este gobierno en particular. Pero es un grave problema. Yo no coincido con vos en que este sea el mejor momento -potencial- del cine argentino: creo que hay cada vez menos cineastas y cada vez más películas. Más allá de los ejemplos «por fuera del INCAA», que tienen un recorrido restringido y que a veces la pegan…y a veces no (por cada El Estudiante hay dos Castro, digamos).
Para mí Frémaux tiene razón en cuanto a lo que pasa con el cine argentino. Obviamente el señor es un contradictorio a sabiendas (en mi reportaje para Noticias quedó fuera un párrafo sobre «programo yo mismo el anti-Cannes con Un certain regard» que prometo pegar por aquí), pero también es cierto que los festivales buscan un cine que pueda considerarse, desde algún lugar, de expresión personal, y que la excesiva «profesionalización» del cine argentino mediante el apoyo estatal (que ha llevado al absurdo de que muchos cineastas pasados a la televisión sean algo así como empleados públicos) conspira contra eso. Por cierto, y esto también es importante, el propio sistema de especificidad del circuito de festivales ha hecho eso estandarizando, domesticando más bien, todo cine que no provenga de Hollywood manteniéndolo en un lugar donde no pueda competirle no solo comercialmente (no suele pretenderlo) sino -más grave- estéticamente. Lo que da como resultado el éxito imbécil de El Artista, no por nada premierada en Cannes.
Lo de las modas de los cines nacionales son parte de las reglas del juego. Creo que lo que Frémaux hizo fue poner negro sobre claro esas reglas: se alaba un cine nacional, se lo sigue por un tiempo, se consagra a uno de sus autores, se descarta el resto. Viene funcionando así: habrá que ver si es Porumboiu o Muntean el que venga de Rumania.
Y, Diego, lo que decís de China, coincido. Quizás porque los «rebeldes» lo fueron en el sentido en el que las propias autoridades chinas querían que lo fueran, porque aceptaron censuras y presiones y fueron finalmente, con nuevas condiciones económicas, cooptados por el régimen. A ninguno de los dos, por cierto, se les da demasiada pelota en el circuito de los Frémaux de este mundo.
Saludos desde Pantalla Pinamar (sic).
En serio estas en Pantalla Pinamar?
Digamos que tu credibilidad cae en picada con esa declaración…
Digo, es lo mismo que hacer una serie de TV para el INCAA. Si es una chantada, te quedás acá y no vas. Si no estás haciendo lo mismo que los tipos que criticas, Leo!
Con cariño,
d
La teoría de las «modas» es la principal arista de esta problemática. Y hasta, como se decía en un texto anterior, los casos de Argentina y México son casi intercambiables. A mi gusto, ningún cineasta argentino alcanza la expectativa que genera Reygadas antes del estreno de sus películas en Cannes. Su rol en el cine nacional y en relación al festival, desde que Alonso comenzó a repetirse y Martel dejó de filmar, lo ocupa Trapero, con valores infinitamente más llanos y previsibles. Rol ganado en muy buena ley sólo por ser el único director que estrena cada dos años y está sujeto siempre a la estética marginal tercermundista que tanto aplaca la sed de los festivales europeos. Todas las películas argentinas que ganaron premios este año son, a mi gusto, menores en cuanto a aportes y descubrimientos cinematográficos. No es un gran momento para el cine nacional en cuanto a su calidad (sí en cuanto a su volumen de producción). Aún así, a propósito de lo dicho por Frémaux, es más fácil suicidarse cuando a uno se le acaban los quince minutos de fama que en pleno cocktail de bienvenida. También fue más sencillo, hace diez años, pasar algunas películas por innovadoras ante el amparo de un movimiento nacional en auge. Esperamos con ansias un nuevo destape.
No sé si es el mejor momento, como dice Juan, pero el cine argentino sigue siendo bueno y variado, incluso rabiosamente original en casos como el de Campusano. Qué Frémaux hable del cine argentino y sólo repare en Trapero me parece indicativo del tipo de películas ‘argentinas’ que está buscando. Aclaro que no sé en qué consiste esa tipología, pero Trapero debe ser la clave. Y las películas de Trapero no evidencian precisamente desdén por la recaudación, así como tampoco genuflexión hacia ella, sino la búsqueda de un mainstream de autor atractivo para cartelera y festivales.
y francia no saca un realizador como la gente desde hace 30 años reloj.