El intérprete: Bob Dylan en el Gran Rex
El jueves fui a ver a Bob Dylan por cuarta vez en mi vida. La primera, en el estadio de Obras Sanitarias, allá por 1991, en su primera visita al país, sentado en la popular. Recuerdo que tocó tres noches seguidas y me arrepentí por años no haber sacado entradas para las tres. Volví a […]
El jueves fui a ver a Bob Dylan por cuarta vez en mi vida. La primera, en el estadio de Obras Sanitarias, allá por 1991, en su primera visita al país, sentado en la popular. Recuerdo que tocó tres noches seguidas y me arrepentí por años no haber sacado entradas para las tres. Volví a verlo como soporte de los Rolling Stones, en aquella extraordinaria serie de conciertos en River Plate, en 1998. Fui una vez, nomás, y de ahí me quedé con la rara sensación de que a buena parte del público que estaba (que no era tanta a esa hora; plena luz del día), mucho no le importaba el asunto. De hecho, esperaban que se fuera para que llegaran los Stones. Me senté (y me sentí) solo en la primera fila de una platea baja semidesierta y el tipo pareció tocar para mí. Después de 5 minutos de fastidio (la gente hablaba alrededor como si nada), logré abstraerme y disfrutarlo.
La tercera vez fue hace poco, en el Estadio de Velez. Pese a un mal sonido que no permitía escuchar mucho más allá de las primeras 20 filas del Campo VIP (yo estaba un poco más atrás), ahí recuerdo que pensé mucho en qué fue lo que pasó entre unos shows y otros para que este artista que nunca fue masivo en la Argentina de golpe metiera, no sé, 40 mil personas en un estadio. Solo. Creo que fue el show que menos me movilizó de los tres. Me parece que el problema fue sencillo: no se escuchaba nada…
Este de ayer tenía algo muy especial. Era un teatro, situación ideal para ver a Bob, por el tipo de sonido que tiene la banda, por su voz cada vez más «goyenechesca» que no se proyecta demasiado y porque es un show que parece armado, conceptual y sonoramente, para un espacio pequeño. Fila 7 al centro, entonces (gracias a la gentileza de la jefa de prensa), la ocasión no podía ser mejor para ver el mejor de todos los shows de Dylan que vi en mi vida.
Y lo fue. Con una banda que suena como debería sonar una banda «de música americana» (mezcla de blues, boogie woogie, tex mex, americana, music hall, folk y rock & roll) y un Dylan fiel a su estilo de reinventar, destripar y rehacer sus propias canciones, el hombre hizo muchos de sus más grandes éxitos (ver el set list) no sólo alterados por su «delivery vocal» sino, otra vez, por arreglos completamente diferentes a los que uno lleva en la cabeza.
Esa situación que a buena parte del público fastidia, a mí me parece que es algo único y distintivo en Bob. Es lo que hace que, como espectador, todo el tiempo estés con expectativas ante un cambio, un giro, tratando de reimaginar esa canción que está en tu cabeza en esa canción que Bob canta y la banda toca. Muchas veces, los shows de tus bandas favoritas juegan a rebotar contra tu memoria sensorial: arranca un tema, a los x segundos definimos (advinamos, recordamos) cuál es, y luego utilizamos una suerte de memoria emotiva para reproducirlos mentalmente. De ahí en adelante, todo funciona como un eco, un ida y vuelta. Puede ser mejor o peor, pero el camino está bastante trazado de entrada. Y gran parte del público suele ir a ver eso, a reconfortarse en ese reencuentro.
Acá no. Bob Dylan es el anti Roger Waters. No hay nada de más (ni videos ni casi juegos de luces), nada está pregrabado, nada suena igual al disco, nada suena medido, justo, exacto, perfecto (Bob se equivoca y se ríe, se distrae por momentos, deja algún pedazo de letra sin «decir») y hasta el sonido en general no sorprende por su enorme calidad (se escucha bien, normal, tirando a sucio). Estamos viendo a una banda en vivo: seis tipos, tocando las canciones de nuestras vidas, como ellos quieren y de la única forma en la que se pueden tocar ahora, como sonidos en mutación permanente.
Si se fijan en la lista verán que fue lo más parecido a un grandes éxitos que puede hacer Dylan. Pero uno no lo notaría por el público. Y no es porque no conocen los temas o no los reconocen (se tarda, pero se llega, como en el caso de «Blowin’ in the wind», que por más de memoria que una sepa la letra, ni siquiera se entiende muy bien qué está diciendo, y la música es completamente diferente), sino por el hecho de que esa no incitación a la identificación inmediata y a la respuesta sensorial directa produce una suerte de, digamos, descompensación casi física.
Es increíble que con más de 70 años, el músico de rock más importante de todos los tiempos, una suerte de mito vivo de la cultura popular y un tipo que podría estar circulando por grandes estadios con un show enorme y prolijo, efectivo y efectista (coristas cubriendo las zonas vocales a las que Bob no llega, etc.), se dedique a tocar sus canciones de esta manera. En un punto, es como si estuviera con The Band en el subsuelo de esa casa donde se grabaron los Basement Tapes, probando y tratando de encontrar el mejor sonido posible para canciones que parecen traídas del principio de los tiempos, standards y temas tradicionales que se corporizan, como en una suerte de exorcismo (agrandado gracias a esas sombras de película de terror que dan las figuras de los músicos en la tela de fondo) de la cultura norteamericana.
Lo que hace Bob es desenterrar las canciones y, como un arqueólogo de la cultura popular, desarmarlas, reencontrarlas, reinterpretarlas. Dylan es hoy la definición perfecta de lo que significa ser un intérprete. No alguien que sube a hacer lo que tiene que hacer, a repetir una versión de lo que ya hizo y dejó grabado, sino alguien que descubre, en cada momento -en cada verso, en cada solo-, cómo hacer lo que quiere hacer, casi como un «action singing»: una canción que se va creando mientras se interpreta. Vean, sino, cómo los músicos lo siguen tratando de «adivinar» qué va a hacer.
El más clásico de los clásicos puede así ser tradicional y vanguardista a la vez (el sonido de la banda vs. el sonido de su voz), un artista reformulando su creación en vivo, casi como ensayando ante miles de personas. Ser testigo de ese proceso es una experiencia que le recomiendo a todo el mundo.
Vuelvo el sábado, obvio.
SET LIST: 26/04/2012
Leopard-Skin Pill-Box Hat
It Ain’t Me, Babe
Things Have Changed
Tangled Up In Blue
Beyond Here Lies Nothin’
Tryin’ To Get To Heaven
High Water (For Charley Patton)
Spirit On The Water
The Levee’s Gonna Break
A Hard Rain’s A-Gonna Fall
Highway 61 Revisited
Love Sick
Thunder On The Mountain
Ballad Of A Thin Man
Like A Rolling Stone
All Along The Watchtower
Blowin’ In The Wind
Excelente, Diego. Comparto casi al 100%, es increíble cómo maneja a la banda sólo con su mano derecha y cómo pareciera que van reformulando los temas a medida que se desarrollan, tomando alguna figura melódica de las zapadas. Por suerte repito como vos y voy a poder comprobar si es parte de la improvisación o si esas figuras están pautadas.
A comparación de Vélez, me parece que a los clásicos del final (salvo Blowin’) no los cambió tanto «esencialmente». Ballad of a thin man tuvo el riff bien marcado, los golpes de la batería en Like a rolling stone estuvieron, lo mismo en All along…
Un maestro, es una enseñanza para todos cómo deja mudo al público a lo largo del show.
Coincido, vuelvo a ir por varias razones. Primero, porque me encanta y tengo ganas. Segundo, porque sé que va a hacer otros temas, no es de repetir listas. Pero, tercero, para volver a escuchar algunas que hizo el día anterior y ver si las modifica o no y hasta que punto hay tanto de «creación momentánea».
Felicitaciones por tan sentida cobertura. Acabo de llegar del show (hoy viernes), fue mi primero. Y por algo Dylan es Dylan … Ejemplo de vida, de artista, de reinvención, de gracia, complicidad, estilo.
Escuchar su armónica en vivo fue lo mejor que me pasó en la vida.
Recordé mucho a Levon Helm (que falleció la semana pasada).
Larga vida a Dylan.
Gracias. De alguna manera, tuviste suerte. Para mí, esta es la primera vez que podemos ver a Dylan de verdad. En el show de Obras, estuvo cerca de lograr una cierta intimidad, pero en los otras dos, en estadios, no pudimos apreciarlo del todo bien. Ahora sí, y por la repercusión que están teniendo sus shows, mucha gente recién ahora se está dando cuenta de lo inmenso que es Bob en vivo también.
q buena crítica te mandaste man. vamos a ver q temas cambia para hoy sabado, ayer me mató simple twist of fate, hoy me la juego q toca como nuevas
it´s all over now baby blue y summer days
Le pegaste a una de dos, nada mal!
d
Diego, la nota es extraordinaria.
La noche del viernes fue para mi memorable. En el 91 fui al show de Obras, tenía apenas 12 años, y lo recuerdo porque fue el primer concierto de rock que vi en mi vida. Tenía el brazo enyesado, estaba adelante con mi vieja y una pareja amiga de ella. Nunca me aburrí tanto, supongo que no estaba preparado para el magnetismo y el misterio que me eclipsó cuando Dylan volvió a aparecer en mi vida.
Desde mis veinte no dejo de escucharlo.
El show de Velez lo volví a compartir con mi vieja, entonces era yo quien le decía a ella cual era la canción que sonaba, ella no las reconocía. Ese momento también fue inolvidable. Ver a Dylan me causa una sensación de extrañamiento que me hipnotiza. Creo que ese hombre representa algo que nadie más tiene pero que nos gustaría saber qué es.
Ayer, el Rex parecía una caverna. Las luces, las sombras, la voz rústica curtida por el paso del tiempo…las canciones…Inolvidable!
Pero hay algo que me parece que se me escapó. En la lista de temas mencionas que cantó A Hard Rain’s A-Gonna Fall y no puedo creer que se me haya pasado. Hice una película con esa canción y no la identifiqué. La puta madre!!!
De lo que sí estoy seguro es que cantó Simple Twist of Fate.
Abrazo grande!
Espero el show del lunes!
Gatti.
Vos fuiste el viernes, la que sale acá es la crónica del show del jueves.
Ese día hizo HARD RAIN y no SIMPLE TWISTE OF FATE.
Yo acabo de ir de vuelta -recién llego de allá, sábado- y me tocó el mismo plan: HARD RAIN si, TWIST OF FATE no.
Tampoco hizo DESOLATION ROW, que hizo el viernes y es un Top 10 Dylan para mí.
Y también hizo unas tres canciones que me costó identificar. Eran Ballad Of Hollis Brown, The Lonesome Death Of Hattie Carrol y To Ramona. Todas de la época acústica, rarísimas sonaban.
Hoy hizo NOT DARK YET y fue increíble.
Y una del disco nuevo, FORGETFUL HEART, que fue algo precioso.
Impecable, otra vez!
Pequeño agregado sobre el segundo show que vi, el sábado, el tercero de su serie de cuatro, que culmina mañana lunes.
De los seis temas que Dylan parece cambiar entre show y show (hay otros once que son inamovibles y casi siempre los toca en el mismo orden, en especial los cinco del final), nos tocó el sábado un grupo de canciones de las que uno podría considerar entre las no tan conocidas de Dylan: tres «album tracks» de sus primeros discos, acústicos, como Ballad Of Hollis Brown, The Lonesome Death Of Hattie Carrol y To Ramona. Temas extraordinarios todos ellos, pero que no están ni entre los 40 o 50 más conocidos de Bob.
Si normalmente los hits de Dylan son difíciles de reconocer en vivo por los arreglos musicales modificados y el delivery vocal, cuando se trata de temas que uno no tiene tan de memoria o que no conoce bien la letra (puntos que siempre ayudan a reconocer las canciones), el asunto se hace aún más complejo. Si a eso le sumamos que hizo otros dos temas de su últimos disco (Jolene y Forgetful Heart), podemos concluir que los cambios fueron para el lado más riesgoso (el sexto «cambio» fue para la bestial y brutal Not Dark Yet).
Curiosamente, mientras los escuchaba llegaba a la conclusión de que era mejor así. Que liberado de la estúpida tarea de «descubrir qué es» en la que uno se embarca cuando escucha un tema de Dylan en vivo, la música puede ser apreciada con mayor concentración, con menos tarea de ida y vuelta entre «el tema que conocemos» y «el tema que están tocando».
Esa «liberación» ayuda al disfrute del show. O al menos a mí me pasó eso: escuché a la banda más, me pareció que sonaron mejor, tocaron mejor, y hasta la voz de Bob pareció más clara (bah, un poco) si bien mi ubicación era más lejana.
Claro que me hubiese encantado escuchar, como los del viernes, Girl from the North Country, Make You Feel My Love o Simple Twist of Fate. Pero, siguiendo con el eje de la nota, el punto en escuchar a Dylan es tratar de no hacer ese trabajo de «lo que es» frente a «lo que está grabado». Un show con temas poco conocidos -o con mayor cantidad de temas poco conocidos- ayuda a liberarse del chequeo, de la comparación. Entregarse al momento…
Y, de paso, me hizo volver a escuchar con atención TOGETHER THROUGH LIFE, un disco al que no le dediqué en su momento la atención suficiente y que es buenísimo…
muy buena nota, diego. fui el jueves comparto la misma sensación, el concepto de tocar en vivo, de música en vivo es único . vuelvo mañana y sólo deseo que toque not dark yet. qué genio el tipo, aguante dylan!
«Bob Dylan es el anti Roger Waters». Grosso. Y por todo lo demás que escribiste también. Me alegra no haber sido el único que vio el show así, y me alegra el doble que lo hayas ordenado en el pensamiento y escrito! Saludos!
Gracias…
el lunes se cantó todo, casí ni uso su tonada ronca, muchos agudos tuvo, increible como canta cuando quiere
the dream is over
armate un foro de dylan ya q sos el inicado
¿Te puedo robar la foto del grupo de brazos cruzados? Es para publicar acá (http://lamusicaesdelaire.blogspot.com), tengo escrita la crónica y fui pidiendo fotos a los pocos que pudieron sacar. Por supuesto que menciono la fuente.
¡Gracias!
Si, claro, no hay problema…
En el show del lunes toco A Simple Twist of Fate. Se me cayeron las medias…
Lo se, argh!
Tenía una entrada para el lunes, pero se la cedí a alguien que no había podido ir y se moría por verlo…
Justo con Dylan me vengo a hacer el generoso… je!