El otro yo: «The Avengers», «El último Elvis» y el camino del superhéroe

El otro yo: «The Avengers», «El último Elvis» y el camino del superhéroe

por - Críticas
28 Abr, 2012 06:46 | comentarios

«As you know, I’m quite keen on comic books. Especially the ones about superheroes. I find the whole mythology surrounding superheroes fascinating. Take my favorite superhero, Superman. Not a great comic book. Not particularly well-drawn. But the mythology… The mythology is not only great, it’s unique. Now, a staple of the superhero mythology is, there’s […]

«As you know, I’m quite keen on comic books. Especially the ones about superheroes. I find the whole mythology surrounding superheroes fascinating. Take my favorite superhero, Superman. Not a great comic book. Not particularly well-drawn. But the mythology… The mythology is not only great, it’s unique.

Now, a staple of the superhero mythology is, there’s the superhero and there’s the alter ego. Batman is actually Bruce Wayne, Spider-Man is actually Peter Parker. When that character wakes up in the morning, he’s Peter Parker. He has to put on a costume to become Spider-Man. And it is in that characteristic Superman stands alone.

Superman didn’t become Superman. Superman was born Superman. When Superman wakes up in the morning, he’s Superman. His alter ego is Clark Kent. His outfit with the big red “S” – that’s the blanket he was wrapped in as a baby when the Kents found him. Those are his clothes. What Kent wears – the glasses, the business suit – that’s the costume. That’s the costume Superman wears to blend in with us.

Clark Kent is how Superman views us. And what are the characteristics of Clark Kent? He’s weak… He’s unsure of himself… He’s a coward. Clark Kent is Superman’s critique on the whole human race.»

– Bill’s Superman speech from KILL BILL

Cada vez que veo una película de/con superhéroes recuerdo aquel parlamento de David Carradine en KILL BILL acerca de la diferencia entre Superman y el resto de los superhéroes (seguramente es un análisis que alguien ya había hecho antes, pero yo lo escuché ahí). Y, obviamente, ante la superabundancia de ellos en THE AVENGERS, el tema no dejaba de aparecer en mi cabeza. Allí, uno podría decir, están todos esos «dobles» unidos, los de Tony Stark (Iron Man), Bruce Banner (Hulk), Steve Rogers (Capitán América), Natasha Romanoff (La viuda negra) y Clint Barton (Ojo de Halcón). Pero también está Thor, como Superman, proveniente del espacio exterior. Thor, claro, es Thor, pero a diferencia de su «colega», no necesita disfrazarse de Clark Kent, o inventar una personalidad terrenal falsa, para salir a la calle. Ha tomado varias identidades durante su vida (claro, tampoco da tomarse el bondi vestido con calzas y tremendo martillo), pero ninguna lo define, al menos no que yo sepa.

El tema del doble, del «otro» deseado que representa el superhéroe, de esa proyección idealizada que resulta la estructura misma del género, no es en realidad un tema exclusivo ni excluyente del comic o, más específicamente, del cómic de superhéroes. La idea de que, a diferencia de Superman que tiene poderes de nacimiento y los oculta para disimularse en la vida real, hay un «otro tipo» -como dice Banner/Hulk- adentro nuestro que puede salir, por decisión o, como en su caso, de forma inevitable, es central a esa identificación que se produce con ese hombre con superpoderes. Psicología de primer grado: proyectamos en el superhéroe ese otro yo que nos hace pensar que podríamos salir de nuestra, posiblemente mucho más gris, realidad.

Poco antes de ver THE AVENGERS, volví a ver EL ULTIMO ELVIS y noté que, al menos en ese sentido, central, eran la misma película. Sí, me podrán decir que no tiene nada que ver una superproducción con superhéroes combatiendo enemigos intergalácticos y destruyendo ciudades en la pelea, con una pequeña película argentina sobre la vida de un tipo que se gana la vida imitando a Elvis en boliches de mala muerte. Pero yo me atrevo a suponer que, en lo central, son la misma cosa. EL ULTIMO ELVIS es la versión realista de una película de superhéroes.

EL ULTIMO ELVIS trata también de un hombre cuya existencia es gris y monótona, no tiene amigos y su vida familiar es un desastre. Pero, ante esa perspectiva sombría, en un momento se pone, literalmente, la capa de Elvis Presley y se convierte en otra persona, en alguien que -al menos mientras dura su performance arriba del escenario- puede conquistar el mundo. Eso sí, cuando sale, vuelve a ser Carlos Gutiérrez, obrero metalúrgico del Gran Buenos Aires. Y por más que él haga todo un esfuerzo para negarlo y seguir siendo Elvis, en su cabeza, con su familia y en las cuatro paredes de su casa, en el fondo no es más que Carlos. Esa «doble vida» (la real vs. la ideal) toma un giro dramático ya que el enemigo a combatir aquí es su esposa, un «baño» de realidad que todo el tiempo intenta convencerlo de que Carlos es Carlos y que Elvis es sólo un personaje que interpreta, su propio superhéroe.

Además de tener un par de escenas donde vemos a una serie de imitadores reunidos en un lugar que tranquilamente podría ser la versión «white trash» de la escuela de superhéroes de X-MEN, en EL ULTIMO ELVIS la idea del «superhéroe» se refuerza ya que, a su manera, Carlos no es Elvis sólo en su cabeza. El tipo tiene «poder» para convertirse en Elvis. Ese poder es su voz: arriba del escenario, bajo las luces, se convierte en el Rey del Rock, acaso lo más parecido a un título heroico a lo Superman o Iron Man que puede tener un chabón regordete y suburbano en la Buenos Aires del siglo XXI.

Si THE AVENGERS representa la proyección del adolescente (cuya versión más extrema sería el «fan boy») para salir de su vida seguramente monótona y gris e imaginarse combatiendo a Loki por el futuro de la humanidad y el planeta, EL ULTIMO ELVIS representa la fantasía del adulto (cuya versión más extrema sería esta clase de perdedores como Carlos) para salir, a partir de cierto don o poder mágico (el de Carlos, a su manera, lo es), de ese mismo mundo con bajas expectativas y pocas posibilidades aparentes de triunfo.

También uno podría imaginar que, en EL ULTIMO ELVIS, Carlos es el Clark Kent de turno. Que, en realidad, él es Elvis -su reencarnación, digamos- y su disfraz sea ponerse un traje de obrero durante el día, guardando en secreto (sólo para shows, ya que en el cine realista la gente se disfraza y/o canta sólo en fiestas y/o escenarios) su verdadera personalidad. Y que hoy, como dice Bill, esa sea su forma de ver a la humanidad: solitaria, perdedora, incapaz de conectarse con los otros.

ATENCION, SPOILERS!

La diferencia, claro, está en la resolución de ambas historias. Allí donde THE AVENGERS hace su recorrido espectacular hacia un final previsible en el que nuestros héroes derrotan al enemigo y, más allá de algunas voces críticas que los miran mal, se convierten en los salvadores del planeta, Carlos termina llegando a la conclusión, resignada, de que la ilusión de ser Elvis es corta y no hay forma, eternamente, de seguir negando quién es (o, al revés, la tortura de vivir «como Carlos» es la que se le hace insoportable). Así, llevando al máximo límite esa conexión emocional pero, internamente, en ese acto, rompiéndola, el hombre acaba con su vida tal como lo hizo Elvis y en Graceland, su particular SHIELD.

Es ahí donde el realismo hace su entrada brutal: la lógica narrativa del superhéroe lo debería haber llevado a pensar en su hija, a la que irá conociendo durante el filme a partir del accidente de su ex mujer, y darse cuenta que terminar inmolándose en un suicidio/homenaje no es una buena decisión. Pero el territorio en el que se mueve Carlos no es el del cine norteamericano y se ve que el hombre no se imagina viviendo toda su vida metiéndose en otra piel para negar la suya. O bien, volviendo al paralelo con Clark Kent, Carlos no quiere matar a Elvis, sino es Elvis el que quiere matar a Carlos, sacarse de encima a ese oscuro personaje que sería su representante en el mundo, su forma de mezclarse entre nosotros sin que nos demos cuenta.

En ese sentido, Carlos/Elvis es el superhéroe viejo, resignado, con poderes débiles y una mirada crítica y fastidiosa respecto del mundo y de quienes lo habitan. THE AVENGERS, a su manera, y aún reconociendo (algo muy de la última camada del género) que no saben muy bien a quien o quienes representan cuando batallan, siguen teniendo fe en la humanidad y hacen lo posible por salvarla del colapso. Carlos/Elvis no la perdió del todo -se nota en su relación familiar-, pero ha perdido las fuerzas para combatir por ella y parece saber que está condenado a «actuar» de superhéroe durante minutos nada más, que ese talento que «Dios me dio» no va a salvar al mundo de enemigos interplanetarios, ni él tampoco parece del todo convencido de querer salvarlo. Y que, claro, pasarse todo el día como Carlos (su alter-ego, o viceversa), no le resulta para nada agradable como perspectiva de vida.

Si hay una diferencia entre Hollywood y el cine de otros países, entre el cine fantástico y el realista, está ahí. Allá, el doble y la proyección persiste y triunfa. Aquí, cae derrotados por la evidencia de la vida real. La ficción, esa segunda capa que envuelve a los superhéroes, allá se sigue sosteniendo y acá no (o, en el caso de EL ULTIMO ELVIS se exacerba a tal punto que se reencuentra con la realidad por la via, casi, del absurdo o del «acting»). Y es por eso que Hollywood es, muchas veces, el reflejo de nuestros deseos, y nuestras menos exitosas cinematografías reflejan los límites e imposibilidades de esos sueños. Es el baño de realidad, la ilusión que se cae, el sueño que se termina: Iron Man quiere seguir siendo Tony Stark, Superman puede vivir siendo Clark Kent, pero Elvis ya está cansado de disfrazarse de Carlos.

De cualquier manera, lo decía mejor Paul Simon: al final, todos vamos a ser recibidos en Graceland.

«She comes back to tell me she’s gone
As if I didn’t know that
As if I didn’t know my own bed
As if I’d never noticed
The way she brushed her hair from her forehead

And she said losing love
Is like a window in your heart
Everybody sees you’re blown apart
Everybody sees the wind blow

I’m going to Graceland
Memphis Tennessee
I’m going to Graceland
Poorboys and Pilgrims with families
And we are going to Graceland

And my traveling companions
Are ghosts and empty sockets
I’m looking at ghosts and empties
But I’ve reason to believe
We all will be received
In Graceland
«

Paul Simon – «Graceland»