Andrew Sarris (1928-2012): la influencia y la inspiración

Andrew Sarris (1928-2012): la influencia y la inspiración

por - Críticas
20 Jun, 2012 08:07 | comentarios

Los vaivenes de la crítica y de sus curiosas modas han hecho que hoy el nombre de Andrew Sarris no sea tan reconocido ni celebrado como podía serlo hace algunas décadas. Las ediciones de textos de James Agee y, especialmente, de Manny Farber, los han puesto a ellos «al tope de los rankings» de lo […]

Los vaivenes de la crítica y de sus curiosas modas han hecho que hoy el nombre de Andrew Sarris no sea tan reconocido ni celebrado como podía serlo hace algunas décadas. Las ediciones de textos de James Agee y, especialmente, de Manny Farber, los han puesto a ellos «al tope de los rankings» de lo que es cool a la hora de hablar de citas y referencias respecto al trabajo de la crítica. Por otro lado, una cada vez mayor reivindicación del trabajo de la discutida Pauline Kael, eterna rival de Sarris en el mundo de la crítica estadounidense en los años ’60 y ’70, a partir de un regreso a la celebración del cine de género y una mirada ya un poco desangelada respecto a eso que los norteamericanos gustan llamar «foreign films» han hecho que Sarris perdiera un poco de peso y prestigio para la mirada de muchos colegas, especialmente los que viven fuera de los Estados Unidos.

Pero el hecho de que hoy tengamos un canon del cine de autor norteamericano sólido (Ford, Hawks, Walsh, etc) y que esos grandes autores europeos y asiáticos que Sarris divulgó y celebró en los años más importantes de su trabajo (Godard, Truffaut, Bresson, etc, etc) no sean casi discutidos por nadie, se debe en buena medida a su tarea. Es cierto que Sarris tomó la teoría autoral de sus colegas franceses de Cahiers y la adaptó a su propia mirada desde los Estados Unidos, pero también supo otorgar puntos de vista propios y personales. Y, al menos para los que leemos más inglés que francés, fue tan o más importante en nuestro iniciático desarrollo profesional como los escritos de Rohmer, Bazin o Chabrol.

Las historias oficiales sobre los diversos trabajos que ocupó, las históricas peleas con Kael, su reivindicación del cine de autor europeo que a veces lo puso en contra de cierto cine norteamericano (parte de su pelea con Kael), su influencia en la crítica de los Estados Unidos (Film Culture, Village Voice, Film Comment), su influencia en generaciones de críticos de ese país (de Jonathan Rosenbaum a J. Hoberman, de Kent Jones a Scott Foundas) podrán leerla en las decenas de textos que ellos mismos escribirán -o están escribiendo- en estos momentos.

Su influencia en los que crecimos leyendo crítica de los años ’60 en adelante es inescapable, inevitable, enorme. Y lo que quería contar acá tiene que ver con mi experiencia personal. A fines de los años ’80, cuando estudiaba Ciencias de la Comunicación en la UBA y vivía muy lejos de allí, en Adrogué, solía pasar varias horas entre materia y materia yendo al Lincoln Center de la calle Florida. Ahí leía libros, revistas, sacaba material y cada tanto me llevaba cosas que jamás devolvía. Fueron muchos los libros que leí y saqué de ahí, pero recuerdo claramente haberme llevado y leído varias veces su THE AMERICAN CINEMA, aquel libro célebre por ser el que había trasladado la «auteur theory» a los Estados Unidos, con sus rankings y categorías para cineastas. Discutibles y polémicas, claro, pero para eso estaban.

Aquel libro, varios de los de Kael, decenas y decenas de Film Comment y la desaparecida American Film, varias historias del cine, Truffaut & Hitchcock, Anderson sobre Ford y varios otros, muchos más, fueron los libros que, sin saberlo entonces, iban a funcionar como disparadores de una carrera que entonces, a los 18-20 años, no podía imaginar para mí mismo. ¿Ser crítico de cine? ¿Se puede vivir de eso? No sé si Sarris me permitió pensar que se podía. Sólo sé que fue parte de aquella etapa, de esa generación de críticos y pensadores del cine (antes de llegar más en profundidad a la teoría del medio) que me dio el empujón necesario para dedicarme a esta tarea.

Con el tiempo, lo dije antes, Sarris envejeció, sus ideas perdieron cierto peso, se lo discutió -y buena parte de las críticas de sus últimos 15 o 20 años de carrera no son particularmente notables-, pero eso no modifica la influencia, la marca que dejó en mi entonces todavía muy receptiva y menos «sospechosa» cabeza crítica. Por eso, será siempre un grande en mi «panteón», como él clasificó a los cineastas en este libro que ven acá al lado.

No sé si alguna vez lo supo (imagino que muchos se lo habrán dicho en su labor como profesor o en las charlas que daba), pero estoy seguro de que su trabajo inspiró a un montón de personas como yo a dedicarse a las diversas formas de la crítica de cine. Los que escribimos cosas como éstas y los que se dedican a leer cosas como éstas (sí, ustedes también), le debemos a Sarris -y a gente como él- mucho más de lo que suponemos.

Acá les dejo un regalito: Andrew Sarris: El cine norteamericano (PDF, en castellano)

Links a notas, entrevistas, recordatorios, obituarios de Andrew Sarris.

Obituario de The New York Times, recopilación de varias notas en Fandor, Salon (Andrew O’Hehir), Indiewire (Eric Kohn), Entrevista de Los Angeles Times, Nota en Cinema Scope de Jonathan Rosenbaum.