20 discos recomendados de 2012 (enero-julio)

20 discos recomendados de 2012 (enero-julio)

por - Música
24 Jul, 2012 04:38 | comentarios

Aunque es poco lo que he escrito sobre música últimamente, Micropsia arrancó como un blog multipropósito en el que la idea no sólo era hablar de cine sino también de «otras cosas». Hay, cada vez más, notas sobre televisión -ligadas al entusiasmo que muchas series me provocan- y la última nota que escribí, en cierto […]

Aunque es poco lo que he escrito sobre música últimamente, Micropsia arrancó como un blog multipropósito en el que la idea no sólo era hablar de cine sino también de «otras cosas». Hay, cada vez más, notas sobre televisión -ligadas al entusiasmo que muchas series me provocan- y la última nota que escribí, en cierto sentido, fue sobre teatro. La música siempre fue un componente importante del blog, pero la tenía un poco abandonada. Ahora -por motivos obvios- estoy escuchando más música y me parecía una buena oportunidad para recomendar algunos discos de la primera mitad (bah, de los primeros siete meses siendo específicos) de 2012.

«Swing Lo Magellan», de Dirty Projectors.

El estilo, la forma de componer, las melodías y especialmente la voz de Dave Longstreth han probado ser divisivas. El hombre no se caracteriza por la discreción. Su banda puede sonar como una mezcla de Vampire Weekend con Beach Boys pasando por Talking Heads en el medio sin olvidarnos de las guitarritas africanas de Paul Simon. Pero a ese paquete suele agregarle un regodeo por los arreglos barrocos y las melodías intrincadas que envidiaría el mismísimo Fito Páez de sus épocas más «cómo meter 20 palabras en 5 segundos en una canción». En este disco, el hombre parece haberse puesto límites y las canciones tienen una estructura bastante más amigable al oído sin por eso perder los timbres, sonidos, ocurrencias y vueltas de tuerca que ya son su marca de fábrica. En temas como «About to Die», «Dance for You» o «Gun Has No Trigger» hay una simpleza sonora (dentro de sus parámetros, claro) y una claridad y sinceridad en las letras que no aparecían en discos previos. La «excentricidad» de Dave no desapareció, pero esa accesibilidad resulta una enorme ayuda para que el disco se vuelva lentamente adictivo. Lo que resulta extraño a primera oída irá volviéndose familiar al punto que a partir de la cuarta, quinta escucha, «Swing Lo Magellan» parezca un disco de grandes éxitos.

 

«Sweet Heart Sweet Light», de Spiritualized.

No me podría considerar «un fan de la primera hora» de Spiritualized. Lo he escuchado, como escuché todo lo que viene haciendo Jason Pierce desde Spacemen 3, pero nunca lo conté entre mis artistas favoritos. Acaso demasiado épico, ensimismado, grandilocuente, no sé. Y no es que este disco sea muy distinto a los otros. En realidad, los temas y el estilo siguen siendo los mismos: el artista sufriente y torturado que canta con su pequeña voz mientras alrededor una suerte de vendaval musical cuasireligioso va creciendo de a poco. Pero esta vez entré en él como nunca antes desde «Ladies and Gentlemen…», su clásico disco de, ufff, 1997. Tal vez este disco me agarró en un momento en el que pude apreciarlo más. Y también, claro, hay dos temas ahí como «Hey Jane» y «Little Girl», que tienen esos grooves hipnóticos que te desafían a dejarlos si podés. No pude ni puedo todavía.

 

«An Awesome Wave», de Alt-J.

No es tan diferente el sonido y la intención musical de Alt-J, en cierto modo, a la de Dirty Projectors, con su gusto por los beats extraños, los coros y las melodías intrincadas en algo que también toca por momentos el folk (tal vez sean los coros y armonías vocales los que dan en ambos casos esa sensación). Los  británicos de Alt-J (signo que tendrá sentido para usuarios de Mac… dicen), sin embargo, prueban ser más fluctuantes estilísticamente, las canciones más clásicamente estructuradas en un formato pop (el «pop arty» de Foals o la melancolía de The XX) y definitivamente más accesibles. Obviamente los temas más directos serán los primeros en engancharte (prueben resistirse a  la «radiohédica» «Something Good» o a la pegadiza «Matilda»), pero todo el disco se va convirtiendo en una sugestiva adicción. Se va a escuchar hablar de ellos de acá en adelante, sin dudas.

 

«Channel Orange», de Frank Ocean.

Si el soul y el R&B forman parte de tu vocabulario musical (y si no lo forman, deberían a esta altura), ésta es la clase de discos que deberías estar escuchando todo el tiempo. Ocean no sólo tiene una voz envidiable, sino que compone y articula ideas sugestivas y complejas para esta clase de seductores y amables grooves de dormitorio. Hay soul de los ’70 (Stevie Wonder meets Philly Soul), Neo-Soul a la manera de D’Angelo, Maxwell, etc; hay R&B urbano, cercano al hip hop (Drake, el Kanye West de «808s & Heartbreak) y todo tipo de música negra contemporánea atravesando un disco que por momentos hasta se atreve a ser conceptual/progresivo (en «Pyramids», un tema de 9 minutos sin estribillo que envidiaría el George Michael de los ’90) en una evolución perfectamente lógica. Quizás el mejor disco de R&B de los últimos años.

 

«Old Ideas», de Leonard Cohen.

Nada del todo nuevo por aquí: el título lo dice. Son «ideas viejas» y probablemente temas compuestos muchos años atrás por el propio cantautor canadiense. No importa, claro. Cuando te gusta Leonard Cohen -su voz, sus melodías, hasta sus arreglos medio grasas de las últimas décadas de su carrera- es muy raro que un disco te decepcione del todo: las variantes entre uno y otro son mínimas, leves modificaciones a un patrón ya establecido hace años. Y si esas «variantes» te caen especialmente bien (como sucede aquí, con las canciones elegidas) y los arreglos no exceden los límites del patrón que Cohen estableció en las últimas décadas (al contrario, se limitan a acompañarlo discretamente, desde el fondo, y dejan en primer plano su voz), no hay forma de no entrarle con ganas a su nuevo viejo disco de nuevas viejas ideas. Algo parecido a lo que pasa con…

 

«Banga», de Patti Smith.

Si bien la carrera musical de Patti admite un rango mayor que el casi obsesivo patrón de Cohen, sus canciones son tan identificables como sus íconos, sus temas, sus obsesiones y su poesía. Y «Banga», en ese sentido, es uno de lo discos más potentes, rockeros y dramáticos que hizo en mucho tiempo. Pese a la «pretensión» que parece surgir de textos que hablan de Tarkovsky y Americo Vespucio, lo que sostiene esa poética es una banda que convierte esas canciones en poderosos e intensos mantras que dan un marco extraordinario asu voz cada vez más añejada y «whiskosa/cigarrillosa». Y el cover de un clásico inoxidable de Neil Young como es «After the Gold Rush» es extraordinario, algo nada sencillo de hacer con las canciones de Neil, como se sabe…

 

«Hello Land!», de Guillemots.

El primer disco de esta multinacional banda, «Through the Windowpane», de 2006, me había parecido uno de los descubrimientos de ese año y lo escuché muchísimo entonces. Y los dos siguientes me parecieron tan prescindibles al punto de ni siquiera recordar haberlos escuchado más de una vez. Pocas veces una banda a la que uno le pone expectativas se desbarranca tan rápida y raudamente. Pero «Hello Land!» es un feliz redescubrimiento. No se trata de un «retorno» en el sentido más estricto ya que poco y nada tiene que ver este disco con el primero. Podría decir que se siente como una banda nueva, que tiene el mismo nombre que otra que me gustaba. Canciones pop con aires melancólicos, controlada experimentación sonora (sí, hay un tema de 9 minutos, obviamente), muchos coros y un cierto clima pastoral, bucólico, hacen de este disco uno de los (re)descubrimientos del año. Y piensan sacar cuatro discos en 12 meses… ojalá mantengan el nivel.

 

«Standing at the Sky’s Edge», de Richard Hawley

Los que estamos acostumbrados a escuchar la voz de crooner oscuro de Richard Hawley nos topamos con más de una sorpresa cuando nos pusimos a escuchar este disco rockero, con bastantes toques psicodélicos que hizo RH, en el que las baladas densas del músico de Sheffield ocupan un segundo plano. Están ahí, pero medio escondidas en un importante atraco sonoro de todo tipo, con guitarras predominantes y distorsión creciente… Y no es una decepción ni nada parecido. Al contrario: saber que un músico que tiene una «firma» tan reconocida y un sonido tan característico -con los que podría seguir sacando discos iguales por décadas- se atreve a romper el molde, es una más que bienvenida noticia. Y el disco está a la altura de esa ambición, de punta punta. Y abre nuevas puertas también…

 

«Americana», de Neil Young & Crazy Horse

Tal vez los fans que esperábamos esta reunión de Neil con los muchachos (la mejor banda del rock del mundo y punto) queríamos escuchar nuevos temas y no tanto versiones de clásicas canciones e himnos tradicionales de los Estados Unidos, como «Oh Susannah» y «My Darling Clementine», digamos. Pero una vez que uno supera ese momento y se adentra a escuchar el álbum por lo que es, lo que tiene para proponer, nota que la banda está ahí, haciendo lo que sabe hacer, despellejando las canciones de sus melodías escolares y generando una especie de desgarrada crítica social solamente puesta en la agresión desenfrenada de las guitarras. Esto es cambiarle el sentido a las canciones, sin tocarles una coma. Simplemente con fiereza y actitud Crazy Horse.

 

«Among the Leaves», de Sun Kil Moon/»Tucson»,  de Giant Giant Sand

Como con otros miembros de esta lista, la música que Mark Kozelek hace con Sun Kil Moon, como solista o hacía con Red House Painters me conquista siempre. Uno puede decir que son variaciones sobre la misma cosa, pero a mí me funciona a la perfección, casi como un mantra o el reencuentro con un viejo amigo. Algo similar me pasa con Howe Gelb y Giant Sand, si bien esta nueva mutación de su banda (Giant Giant Sand) tiene más elementos, más vocalistas, una historia operística y más músicos. Los dos, a su manera (y Lambchop, citado después, o Leonard Cohen, antes), hacen discos que raramente decepcionan. Se los puede criticar por no arriesgarse y por ser previsibles, y no estarían equivocados, pero yo vivo a gusto en esa atractiva previsibilidad. En ese sentido, me declaro conservador de las buenas canciones.

 

Seguramente me estoy olvidando de muchas cosas ya que no hice un repaso exhaustivo y profundo al elegir este Top 10. A simple vista me aparecen como valiosos discos de 2012, los de Jack White (Blunderbuss), Rufus Wainwright (Out of the Game), Diamond Rugs (Diamond Rugs), Andrew Bird (Break it Yourself), Dent May (Do Things), Lambchop (Mr. M), Killer Mike (R.A.P. Music), Chromatics (Kill For Love), El-P (Cancer 4 Cure), Paul Weller (Sonik Kicks) y paro en 20 aunque podría seguir unos cuántos más…