GIRLS: la TV como diario personal

GIRLS: la TV como diario personal

por - Series
04 Jul, 2012 11:15 | comentarios

Tardé cuatro episodios en darme cuenta lo buena que era GIRLS. O, en realidad, tal vez haya sido la serie la que mejoró a partir del cuarto episodio para transformarse en algo original y novedoso. O, vayamos más lejos aún, tal vez lo que Lena Dunham y compañía habrán querido hacer es darnos tres capítulos […]

Tardé cuatro episodios en darme cuenta lo buena que era GIRLS. O, en realidad, tal vez haya sido la serie la que mejoró a partir del cuarto episodio para transformarse en algo original y novedoso. O, vayamos más lejos aún, tal vez lo que Lena Dunham y compañía habrán querido hacer es darnos tres capítulos de una serie simpática pero no muy transgresora, sumar público a raudales, y una vez que todos estuvieran cautivados por estos personajes, empezar a tirarles con el ropero por la cabeza. Literalmente.

Hasta ese momento, GIRLS me había parecido una serie «cute» («indie», «chick-lit», llámenla como quieran) y, más allá de alguna escena «zarpada» de sexo, no era para mí más que la versión Sundance de SEX & THE CITY, a la que le bajan el promedio de edad de los protagonistas, le agregan algo más de «onda» e inseguridades, y la lanzan como si fuera la «gran cosa nueva» cuando no es más que la misma cosa de antes, sólo que ahora vestida en una tienda de ropa para chicas de veintipico, y con terminología y slang apropiados para el público de esa edad.

Fue en el cuarto episodio en el que empecé a notar que en realidad era otra cosa (algunos SPOILERS por acá). En ese capítulo (el episodio en el que leen el diario de Hannah), las situaciones de las cuatro protagonistas de la serie toman un cariz más realista, denso y crudo, pero no necesariamente más «serio» por eso. Hannah (Lena Dunham) sigue siendo igual de contradictoria, la relación con su roomate y amiga Marnie (Allison Williams) entra en una zona compleja de la que ya no saldrá y su «novio» (Adam Driver) empieza a cobrar un protagonismo que será cada vez más fuerte; la británica Jessa (Jemima Kirke) empieza a mostrar también nuevas zonas (es el episodio en el que pierde a los chicos que cuida en una plaza) y Shoshanna (Zosia Mamet) todavía sigue siendo el «Kramer» de la serie, el personaje ligeramente ridículo, pero pronto entrará a mostrar otras facetas.

Lo que va haciendo a GIRLS más y más interesante con el correr de los episodios es lo franca que es Dunham, como creadora, a la hora de mostrar las contradicciones, las actitudes y curiosidades de sus personajes. La serie tiene un grado inusual de intimidad (los personajes suelen aparecer semidesnudos, tienen sexo en cámara de manera bastante más «franca» que en el promedio de la televisión -si bien es HBO y allí se puede lo que en otros canales no- y se dejan ver no siempre en su mejor aspecto) y lo que muchos podrían ver como cierta «crueldad» (entre las amigas, entre ellas y sus novios o ex novios, entre Hannah y sus padres o su pareja, etc.) es, al menos en mi opinión, franqueza y honestidad a la hora de pintar las relaciones entre las amigas, y entre ellas y el resto del mundo, que van desde el egoísmo más brutal a momentos de compasión y comprensión llamativos… a veces al mismo tiempo.

Si bien no llega a ser un programa de autor total en el sentido en que LOUIE lo es, las similitudes son varias. Tanto Louis C.K. como Lena Dunham los escriben, protagonizan y muchas veces los dirigen (el primero, siempre; ella, a veces). LOUIE es un relato en primera persona absoluta, mientras que en GIRLS son varios los personajes que comparten protagonismo, si bien Lena/Hannah está en el centro de todo. Y a diferencia de otros programas de «autor» (de Sorkin a Harmon pasando por Weiner, los que ustedes quieran), estos son shows en los que la sensibilidad del autor está presente de una manera mucho más profunda: son casi diarios personales filmados, en los que el creador se coloca ahí ya no como creador intelectual de un formato televisivo, sino en cuerpo y alma, exponiendo sus fragilidades, caprichos, sus físicos no del todo «televisivos», sus miserias y sus pequeños triunfos a disposición del espectador.

Si LOUIE es mejor es porque Louis C.K. la piensa y organiza más desde un criterio cinematográfico. En GIRLS, Dunham no abandona nunca del todo el ritmo y el entramado clásico de una serie cómica de media hora (sin las risas grabadas, obviamente, estamos hablando de HBO), y sus apuntes visuales y creativos están generalmente subordinados a un formato tradicional, por más que esas ideas estén puestas en el relato de manera inusual y sean, fundamentalmente, ideas «revulsivas» para el espectador masivo (la idea de chicas de veintipico sin trabajo, o con poco trabajo, con relaciones sexuales utilitarias, confundidas, sin ambiciones ni intenciones de «formalizar»). En cambio, muchas veces las ideas que rondan en LOUIE son casi cercanas al teatro del absurdo: en su excesivo y certero realismo, se acercan al «no-sentido», a tomar la realidad tan literalmente que, al final, nada realmente sucede en sus episodios. Y no es la «nada finamente coordinada» de SEINFELD. Es la «nada» del sinsentido total.

Sin llegar a ese nivel, GIRLS abraza sus contradicciones, las de sus personajes y se arriesga a mostrarlos de una manera desagradable (especialmente a la propia Dunham). Se plantea como un retrato de experiencias que, finalmente, terminan conformando en vivo esa «memoir» que Hannah pretende estar escribiendo y que, si bien no lo hace de manera literal ni literaria, nos presta su vida para que nosotros terminemos por construírsela. Y ya no con lo que ella elige poner en ese diario para mostrarse de la mejor manera posible ante los demás, sino con el material en bruto, en crudo, como si GIRLS fuera una serie-ayudamemoria que ella se filma para acordarse a la hora de transformarla en literatura  y allí, si quiere, embellecerla. En ese sentido, entrar a GIRLS es entrar a la construcción de esa obra, al diario íntimo de su creadora, de la misma manera que en el capítulo 4 el novio de su «roomate» y un amigo de él lo leen y exponen de la más violenta forma posible, ante decenas de personas.

La ironía de que dos de los protagonistas de la serie transformen en una canción partes del diario personal de Hannah es clara. Nosotros, los espectadores, estamos haciéndo algo similar con la serie de Dunham. Viéndola, leyéndola, como alguien que mira algo privado, prohibido y personal. Como espías de una serie de vidas que usualmente vemos ya vestidas y maquilladas. GIRLS es una serie, en muchos sentidos, semidesnuda. Y nosotros, voyeurs de turno, espíamos esperando que los demás no se den cuenta.

La primera temporada de GIRLS comienza a emitirse el 23 de julio por HBO Latinoamérica