«Ruby, la chica de mis sueños» y «Buscando un amigo para el fin del mundo»: ascenso y caída de la MPDG

«Ruby, la chica de mis sueños» y «Buscando un amigo para el fin del mundo»: ascenso y caída de la MPDG

por - Críticas
19 Sep, 2012 02:54 | comentarios

Son muchas las coincidencias que unen a dos de los estrenos de esta semana, RUBY, LA CHICA DE MIS SUEÑOS y BUSCANDO UN AMIGO PARA EL FIN DEL MUNDO. Pertenecen esa zona gris entre el cine comercial y el independiente, cuentan historias de amor con un elemento «fantástico», tienen bandas sonoras «cool» y suman a […]

Son muchas las coincidencias que unen a dos de los estrenos de esta semana, RUBY, LA CHICA DE MIS SUEÑOS y BUSCANDO UN AMIGO PARA EL FIN DEL MUNDO. Pertenecen esa zona gris entre el cine comercial y el independiente, cuentan historias de amor con un elemento «fantástico», tienen bandas sonoras «cool» y suman a un importante grupo de actores jóvenes y veteranos reconocidos, mezcla de comediantes y no tanto… En el caso de RUBY… la guionista es una mujer y los directores son una pareja de ambos sexos (Valerie Faris y Jonathan Dayton, los de PEQUEÑA MISS SUNSHINE). En el de BUSCANDO UN AMIGO…, Lorene Scafaria es la guionista y directora, y también viene de escribir otro pequeño éxito indie como NICK AND NORAH’S INFINITE PLAYLIST.

Son, uno podría decir, productos de la escuela Sundance, o juegan con un formato que ha tenido éxito allí y que funciona bastante bien en el mercado norteamericano: la comedia romántica existencial. Seamos más detallistas: la comedia romántica existencial con una estructura narrativa curiosa, un protagonista masculino pasivo o depresivo y una «MPDG». Se me ocurren dos ejemplos recientes: ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN RECUERDOS y GARDEN STATE, aunque hay muchos, muchísimos más (la lista sigue abajo).

Todos estos filmes tienen diferencias y parecidos, pero en ninguno de los casos falta una MPDG. Ahora bien, ¿qué es una MPDG? En esta forma tan «americana» de poner siglas a tipologías de personas (desde el clásico WASP hasta el más reciente y zarpado MILF), hace unos años al crítico Nathan Rubin acuñó esta nueva sigla. MPDG quiere decir «Manic Pixie Dream Girl», término cuya traducción podría ser «chica maníaca, sensible y angelical» («pixie» es traducible como «duende» más que como «angel», pero no encuentro cómo ubicarlo así en la traducción).

La explicación de esa sigla, según Rubin, es así: «La MPDG es esa burbujeante y vacía criatura cinematográfica que existe solamente en la afiebrada imaginación de autores/directores sensibles para enseñar a sus perturbados protagonistas masculinos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras». En otras palabras: Zooey Deschanel, en casi todo lo que haga. Y en breve se toparán con su encarnación argentina: Inés Efron en DIAS DE VINILO. Bah, en casi todo lo que haga Inés.

La MPDG, no se si hace falta aclararlo demasiado, es esa chica simpática, atrevida, un poco zarpada, emocionalmente abierta y dispuesta a vivir aventuras, que viste usualmente de forma colorida (algunos pelos de colores o anteojos demasiado grandes no vienen mal), le encanta la música indie, tiende a hablar demasiado y puede ser encantadora, conflictiva e irritante a la vez. Casos concretos: Kristen Dunst en ELIZABETHTOWN, Natalie Portman en GARDEN STATE, Kate Winslet en ETERNO RESPLANDOR…, Zooey en 500 DIAS, un poco de AMELIE, algo de Kate Hudson en CASI FAMOSOS y la lista sigue, con la un poco más veterana (¿MPDW?) Parker Posey en LOUIE. Para algunos, la «madre» de todas ellas es Katharine Hepburn en BRINGING UP BABY (LA ADORABLE REVOLTOSA), otros dicen que Shirley MacLaine en PISO DE SOLTERO. Para mí, aunque las otras son sin dudas sus antecedentes más concretos, el caso clínico de MPDG es Diane Keaton en ANNIE HALL. Bah, todo el concepto ANNIE HALL, incluyendo a Woody Allen.

El creador torturado al que «la chica de sus sueños» saca del letargo emocional para despabilarlo pero luego meterlo en problemas  es el centro de RUBY SPARKS. Aquí, la MPDG en cuestión es Zoe Kazan, que aparece mágicamente entre reflejos de sol con su personalidad excesiva (sacarse la ropa y tirarse a una pileta parece un ritual obligado de las MPDG): romántica, simpática, avasalladora pero también, para nuestro héroe, potencialmente peligrosa. Lo interesante del filme -y eso es lo que quiere decir Kazan, entiendo- es que este tipo de mujer es una fantasía masculina, que no existe. De hecho, en la película es eso: el escritor bloqueado que interpreta Paul Dano la escribe para un nuevo cuento y ella, como por arte de magia, aparece en su vida. El problema es que, cuando ella empieza a desarrollar actitudes que no encajan con sus deseos, él hace lo imposible para modificarla, ya que todo lo que agrega o cambia a su texto (ejemplo, «ella no puede vivir sin mí»), la MPDG lo hace.

En una zona ETERNO RESPLANDOR…, pero sin llegar a las complicaciones y vueltas de tuerca de esa «mindfuck movie», RUBY SPARKS (tal es el título original) presenta, si se quiere, la primera deconstrucción cinematográfica de ese tipo de personaje. Escrito por una mujer, Ruby es una chica que se resiste a ser construida y estructurada según un molde masculino. Si esta bastante buena película no llega a ser brillante es, además de por sus problemas narrativos específicos, por el hecho de que hay cierta parte de ese «personaje» que, da la impresión, a la propia guionista le resulta adorable. No se anima a desarmarla por completo. Lo que hace es ponerla en evidencia como construcción, como fantasía.

En BUSCANDO A UN AMIGO PARA EL FIN DEL MUNDO la aparición de la MPDG es un poco más sorprendente porque la película podría tranquilamente evitarla. Es un drama con toques cómicos sobre el fin del mundo con personajes un poco más grandes en edad. Digámoslo así: mientras un asteroide se acerca a la Tierra y, se dice, la destruirá en tres semanas, un hombre (Steve Carell) al que su mujer abandona escapa cuando se desata el caos en su ciudad y marcha con su auto a buscar a su perdido amor de la adolescencia, de quien había recibido una carta de cuya existencia se acaba de enterar. La que, sin querer, había retenido esa carta, era su vecina, Penny (Keira Knightley), un ejemplar británico y transplantado de MPDG.

De pelo corto y despeinado, caótica y desorganizada, romántica y torpe, Penny escucha Scott Walker y Herb Alpert (en realidad escucha temas de The Walker Brothers aunque pone en la bandeja el primer disco solista de Scott, lo cual es un asunto que fastidia a obsesivos como yo…), y se suma a la ruta con sus vinilos bajo el brazo, en su caso con intenciones de ver por última vez a su familia. En el filme, que es más denso y oscuro que RUBY SPARKS, la única necesidad de que ese personaje sea convertido en una MPDG es para darle, digamos, un poco de luz, color y alegría a la situación. Carell anda con una cara de depresión a prueba de todo y nos queda claro que los caminos paralelos de ambos se unirán. Que más allá de que el mundo se acabe, o no, en un par de semanas, siempre se está a tiempo de encontrar un «alma gemela». De hecho, si el mundo se acaba será mejor, porque todos sabemos que las MPDG no son buenas para la rutina, la convivencia y el matrimonio, y que pronto se largarán a vivir otras aventuras con personas más interesantes que los guionistas de estas películas. Perdón, quise decir de los protagonistas…

¿Estas «manic dream girls» del cine independiente de la última década cumplieron su ciclo? Yo lo dudo. Por un lado, aparecen muchas todo el tiempo en series de televisión (las de GIRLS no cuentan, bah, tal vez la británica del grupo). Y, a la vez, se han expandido a la cultura popular, generando casi una moda, una estética y un look propios. De hecho, muchos hemos creado nuestras propias MPDG (digo «creado» y no «tenido» porque se trata de una personaje que aparece cuando se lo revisita, que se idealiza en el recuerdo). Es aquella chica que conocimos en algún momento, con la que tuvimos (o no) una relación que seguramente duró menos de lo que hubiésemos querido, y a la que el tiempo y la nostalgia transformaron en un personaje casi cinematográfico. Ese «espíritu libre» que nos cambió la vida y que perdimos para siempre. Ese personaje que, seguramente, no existió tal como lo creemos hoy, pero que elegimos reinventar a nuestro antojo.