Diario de Valdivia 4: «Tabloid», de Errol Morris, todo por un sueño
Con el estilo interrogativo y los personajes fuera de lo común que acostumbra a tener en sus filmes, Errol Morris entrega en TABLOID una de las películas más simpáticas y amenas de su carrera. El realizador de THE THIN BLUE LINE, MR. DEATH y THE FOG OF WAR, entre otros, uno de los más interesantes […]
Con el estilo interrogativo y los personajes fuera de lo común que acostumbra a tener en sus filmes, Errol Morris entrega en TABLOID una de las películas más simpáticas y amenas de su carrera. El realizador de THE THIN BLUE LINE, MR. DEATH y THE FOG OF WAR, entre otros, uno de los más interesantes documentalistas estadounidenses de los últimos 35 años, encuentra un personaje que le permite hacer uno de sus filmes más juguetones, si se quiere, pero igualmente rico y ambiguo.
Joyce McKinney es el personaje central de esta curiosa historia. Una mujer que, en los años ’70, viajó de Estados Unidos a Gran Bretaña con el objetivo de secuestrar (o rescatar, depende la versión que uno crea) al hombre que amaba para sacarlo del universo mormón en el que él participaba y por lo que se habría alejado de ella. Su «rescate/secuestro» se puso más interesante cuando, según se dijo entonces, la mujer lo llevó a una cabaña, lo ató a la cama y se dedicó a tener sexo con él durante varios días.
El caso se hizo famoso y el personaje se transformó en una celebridad en Gran Bretaña. ¿Era una enamorada excéntrica que quería rescatar al amor de su vida y «curarlo» en la cama? ¿O una delirante que quiso secuestrar a un hombre que no la quería como ella dice? Nunca se sabrá, porque según ella a su pareja le lavaron el cerebro los mormones y siempre dirá que fue secuestrado y «torturado». Ella dice que no fue así, pero no hay testigos de esos días de sexo y cadenas.
Ese es sólo el comienzo de la historia de Joyce, una ex Miss Wyoming que no dejó de aparecer en la vida pública con casos extraños y bizarros hasta hoy: prostitución grupal, clonación de perros, fugas varias, etc. Es un claro antecedente de la «celebrity culture» actual, bien trash, que en esos años no estaba tan explotada. Morris toma su historia y amplia el relato para contarnos como dos tabloides británicos se peleaban por su historia: uno a favor de ella y otro, en contra.
Con el sistema de entrevistas acostumbrado de sus anteriores filmes, Morris presenta las distintas opciones y comentarios que se hacen de la/s historia/s de Joyce. Y es ella, delirante pero muy inteligente, extraña pero querible, la que enriquece su historia, la que tiene excusas y justificaciones para todo, la que nos hace pensar que no es otra cosa que la bonita chica de pueblo a la que el mundo enredó en situaciones que la excedían.
Especie de artista conceptual de sí misma, Joyce lleva a Morris a reflexionar sobre esa estética y lógica del exceso, algo que él deja en claro en ciertas cuestiones de la puesta en escena, más lúdica y graciosa que lo habitual. Morris nunca juzga ni toma partido. El presenta el discurso de la protagonista, de algunos personajes que la acompañaron en sus diversas travesías y -si bien controla lo que dicen desde la edición- deja que ellos solos presenten sus casos, se contradigan o no y hagan lo que finalmente hacen los grandes protagonistas del mundo «tabloide»: tratar de venderse a sí mismos, de crearse como personajes más grandes que la vida, tan enormes como los titulares gigantes que a los pocos días se olvidan.
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