Diario del Festival de Roma: Parte 3
En un orden que no es cronológico al que voy viendo las películas -corro bastante atrás de las que veo-, resumo en este tercer post tres comedias -un género que no es el más habitual en los festivales de cine- que vi en mis primeros días en Roma, dirigidas por la francesa Valerie Donzelli, el […]
En un orden que no es cronológico al que voy viendo las películas -corro bastante atrás de las que veo-, resumo en este tercer post tres comedias -un género que no es el más habitual en los festivales de cine- que vi en mis primeros días en Roma, dirigidas por la francesa Valerie Donzelli, el australiano P.J. Hogan y el holandés Paul Verhoeven. Ahí vamos…
La misma energía, locura e imaginación que Valerie Donzelli dio a conocer en su opera prima “La guerre est declareé”, reaparecen aquí en “Main Dans La Main”, película que presentó a concurso aquí en Roma. Tal vez no tan redonda ni radical como la anterior –cuyo choque entre tratamiento jovial y tema espinoso era particularmente sorpresivo-, esta película muestra que Donzelli no tiene miedo a lanzar ideas formales y narrativas contra el espectador y ver cuál funciona y cuál no.
Aquí son tres los personajes: dos hermanos (Joachim y Vero, interpretados por Jérémie Elkaïm y la propia Donzelli) que se están por presentar a un concurso de bailes populares y Helene, una profesora de ballet de la Opera de Paris. Cuando Joachim se topa casualmente con Helene quedan “enganchados” el uno con el otro de una manera bastante literal. Casi como un dibujo animado o una pareja de baile que sigue su rutina en la vida real, se mueven al unísono, como en un juego de mímica mutuo que los médicos no alcanzan a comprender ni a descifrar.
El filme seguirá el devenir de esa relación mezclando situaciones absurdas de comedia, escenas de que parecen de filme de animación (un personaje lee un libro sobre Tex Avery en una de las primeras escenas del filme, dejando en claro a lo que apunta Donzelli), para arribar a una zona un poco más romántica y melancólica en la segunda parte. No todas las apuestas de Donzelli funcionan (tampoco lo hacían en el filme anterior), pero da placer encontrar un cineasta que todavía se arriesga sin temor al ridículo, un poco en la línea de lo que hace Arnaud Desplechin, pero algo más ingenuo.
Otro cineasta que apuesta a la comedia absurda pero con resultados menos interesantes es el australiano P.J. Hogan, con “Mental”. El director de “El casamiento de Muriel” –un promisorio director de comedias en los años ’90 gracias a ese filme y a “La boda de mi mejor amigo”– vuelve a Australia a contar la vida de una extravagante familia suburbana cuya situación cambia radicalmente (pasan de ser los “losers” y maltratados del pueblo a ser respetados y temidos) cuando una mujer agresiva y con un pasado oscuro los empuja a cada uno de ellos (que tiene su particular problema emocional) a hacerse valer por sí mismos.
Toni Colette encarna a esta mujer en una comedia dramática (que aquí se da fuera de competencia, de la que Hogan es jurado) que mezcla traumas familiares, locuras, situaciones absurdas y trama como para una temporada de una serie en una mezcolanza que, más allá de sus momentos simpáticos en la primera hora, luego se vuelve eterna y bordeando lo indigesto. Una película descontrolada que pierde el rumbo en un océano (literal) de finales interminables.
Otra comedia, pero que hace todo lo contrario que la de Hogan, es “Tricked”, de Paul Verhoeven, que mete también una importante cantidad de trama pero en 53 muy veloces y efectivos minutos de una película muy particular. Verhoeven y su coguionista escribieron y filmaron 4 minutos del filme y luego dieron a los espectadores que lo veían por internet la opción de continuar el guión. Así lo hicieron y el director de “Robocop” tomó partes de varios de los más de 700 guiones que le llegaron para armar esta historia de engaños maritales y problemas entre padres e hijos en una familia holandesa.
Padre que engaña a su mujer con varias chicas jóvenes, una de ellas amiga de su hija, se ve en problemas cuando otra ex amante, embarazada de él, lo chantajea para que venda su empresa a una compañía china de la que sacará su tajada. Esta comedia de enredos (lo narrado es sólo el comienzo de esta versión cómica de esas familias problemáticas y con secretos) tiene el ritmo siempre acelerado que sabe darle a sus filmes Verhoeven, quien se las arregla muy bien para crear una película simpática y graciosa a partir de una potencial trampa mortal como es ese tipo de proyecto «colaborativo».
Sus 53 minutos son tan efectivos y compactos que uno se pregunta si, en esta época de exitosas series de TV que manejan esa duración por episodio, cierto tipo de películas no se beneficiarían, narrativamente, con duraciones más cercanas a los 50/70 minutos en lugar de agotar a los espectadores, como sucede en la película de Hogan, con interminables y evitables 113. Aquí sí, lo breve es dos veces bueno y todo eso…
La ópera prima de Donzelli es La reine des pommes (2009), excelente y tal vez más liviana -aunque no menos valiente- que La guerre est declareé.
Gracias por un post con comedias.
Es verdad, gracias por el dato. No me habia fijado y nunca la vi…
Siempre pense que «La guerre…» era la opera prima!
Saludos.