Diario del Festival de Roma: Parte 6
Siguiendo la recorrida del festival de Roma hay dos películas más de las que están reseñadas aquí, que vi pero que no comentaré aún porque se estrenan en breve. Son dos títulos de animación bastante diferentes entre sí: EL ORIGEN DE LOS GUARDIANES y RALPH, EL DEMOLEDOR. Además de ellos (que no competían) uno de […]
Siguiendo la recorrida del festival de Roma hay dos películas más de las que están reseñadas aquí, que vi pero que no comentaré aún porque se estrenan en breve. Son dos títulos de animación bastante diferentes entre sí: EL ORIGEN DE LOS GUARDIANES y RALPH, EL DEMOLEDOR. Además de ellos (que no competían) uno de los filmes estadounidenses que estaba en competencia fue A GLIMPSE INTO THE MIND OF CHARLES SWAN III, dirigida por Roman Coppola. El filme es un producto “sub-wesandersoniano”, combinado con un homenaje a esas comedias lánguidas y un poco incoherentes que se solían hacer en los ’70. En realidad, es una especie de “one-man show” para el lucimiento de un Charlie Sheen que es bastante irritante durante casi toda la película.
Con bata, gafas oscuras y un peinado espantoso, Sheen/Swan parece uno de esos millonarios decadentes del viejo Hollywood. Lo es, en cierto sentido, sólo que es publicista y no pertenece al mundo del cine, y que la película transcurre en la actualidad. Usando viñetas que también podrían ser sobrantes de guiones de Charlie Kaufman, Coppola intenta meterse “en la mente” de este personaje, que en su vida mezcla realidad y fantasía como si fueran casi la misma cosa.
La película lo muestra cuando se acaba de separar de una mujer de la que está obsesionado y casi todo el filme será tratar de superar esa adicción a su ex. Esa excusa servirá para mostrarlo en su vida cotidiana, con su hermana y mejor amigo (encarnados por Patricia Arquette y Jason Schwartzman), con su contador (un muy poco usado Bill Murray) y con otros personajes con los que se cruza en esta crisis que lo tiene bloqueado laboral y emocionalmente.
Durante la primera hora creía que estaba ante una de las peores películas de Hollywood en mucho tiempo, pero al final me comenzó a ganar cierta simpatía e inocencia que el filme tiene y si bien no cambia mi opinión de que es una muy floja y perezosa película, al menos ese final festivo logró disiparme un poco el fastidio. Eso, y la excelente música original compuesta por Liam Hayes, son lo mejor del nuevo filme del que ahora es, ya de manera evidente, el menos talentoso de los miembros de la familia Coppola.
El mismo día que vi esa floja película también vi la que, creo, es la mejor del festival: DRUG WAR, de Johnnie To, que se presentó en competencia pero que –como suele pasar con las películas de género- no fue premiada. Aquí, To pasa de Hong Kong a la China continental, lo que cambia la geografía de sus historias de manera muy clara. Sin embargo, el filme mantiene la lógica y el ritmo de sus thrillers previos.
A diferencia de LIFE WITHOUT PRINCIPLES, aquí hay acción por todos lados. Como bien lo dice el título del filme, la película narra los esfuerzos de un grupo de eficientísimos policías antinarcóticos por atrapar a una gran banda de narcotraficantes. La ayuda vendrá por el lado de uno de ellos –narco de nivel medio en la escala de poder en la banda- que es atrapado tras un accidente de tránsito y es «convencido» a ayudar a la policía a atrapar a los “peces gordos” a cambio de su libertad, que implica perdonarle la condena a muerte (en China, los narcos tienen pena de muerte).
El eficiente y seco líder del equipo policial se unirá a él en una serie de persecuciones y engaños a través de distintas ciudades de China en un filme que tiene unas cuantas escenas de acción y violencia pero que, en mi opinión, deja sus mejores momentos de tensión para los juegos de engaño más pequeños, como toda una secuencia a lo “Misión Imposible” que transcurre en un hotel de lujo y en el que el policía debe hacerse pasar por un narco que se conoce como “Ha Ha” porque se ríe todo el tiempo.
Esa secuencia y el intento de los policías por entrar a disparo limpio en el lugar donde se fabrica la droga, donde reciben una inesperada y violentísima defensa por parte de los dos hermanos sordomudos que la manejan, son de una perfección narrativa impecable, que los directores de sagas de acción y suspenso de Hollywood deberían ver y estudiar. Otra escena pequeña, con el paso de una valija entre varios autos en una autopista, es también notable.
Las escenas más impactantes son un poco más rutinarias y las lluvias de balas hacen que llegado un momento uno ya no sepa quien le dispara a quien, pero eso parece ser parte del asunto: en el caos y la desesperación, ni ellos parecen saber muy bien cuál es el enemigo. Sin embargo, durante gran parte del metraje el “team” policial es de una eficiencia y un laconismo que será envidiado por cualquier otro, tanto ficcional como real.
DRUG WAR es una película impecable de principio hasta, casi, el final. La última secuencia podrá molestar a algunos –por cuestiones que no son narrativas sino, cómo decirlo, morales-, pero es difícil que eso le quite al espectador lo bailado, las casi dos horas de tensión y suspenso que el maestro hongkonés volvió a entregar a sus fans.
Ganadora con justicia del premio a la mejor fotografía, MAI MORIRE, segundo largo del mexicano Enrique Rivero, se centra en la historia de una mujer que vuelve a Xochimilco a cuidar a su madre muy anciana. Ella trabaja y vive en la ciudad y en este paraje bucólico y de canales viven su marido y sus hijos. Esa visita/reencuentro servirá para conocer el lugar, sus costumbres, y ser testigo de esta despedida familiar, todo en un tono menor, desdramatizado, priorizando la observación del lugar, la conexión de esas personas de pocas palabras con la bellísima naturaleza que lo rodea.
Bella, epifánica (tal vez demasiado, los planos de los amaneceres son hermosos pero hay más de los necesarios), sencilla en lo narrativo y contemplativa en sus tiempos, la película tiene un par de ejes interesantes para analizar. Por un lado, el choque entre este lugar que parece alejado de todo pero que está dentro de la ciudad de México (sí, aunque no lo parezca) y, por el otro, por mostrar un personaje femenino fuerte y decidido que, ante una serie de circunstancias que se le presentan (la enfermedad, el cuidado de los hijos, la infidelidad) responde de maneras inesperadas, muy lejos de la habitual sumisión que uno podría esperar en situaciones así.
Sin declamarlo, MAI MORIRE es una película definida y organizada por mujeres independientes, que deciden cómo vivir sin preguntarle ni pedirle permiso a nadie. Como PARQUE VIA, la anterior película de Rivero, los personajes mayores y el ambiente que los rodea son los que chocan, se enfrentan, se completan. Allí era un oscuro y cerrado edificio. Aquí, la inmensidad del mundo.
La veterana cineasta ucraniana Kira Muratova, de 77 años, presentó en competencia ETERNO RETORNO, un filme que logra ser original y fastidioso a la vez. La idea es interesante: seguir una situación a lo largo de varias tomas, con diferentes combinaciones de actores haciendo las mismas escenas. La situación es simple: un hombre se presenta en la casa de una amiga de la escuela, a la que no ve hace muchos años, para pedirle un consejo amoroso, si quedarse con su esposa o dejarla e irse con una amante. La situación irá evolucionando a través de unas cinco escenas distintas.
Lo que hace el filme es mostrar las mismas escenas una y otra vez, aunque no siempre en orden cronológico, interpretadas por diferentes actores. Así, dos hacen la primera escena, luego la repiten otros y otros, hasta volver a los primeros que hacen una segunda, luego llegan unos nuevos a hacer la segunda, y otros que no vimos hasta ahí hacen la tercera. Y así, hacia adelante y hacia atrás, con combinaciones distintas de actores (o cruces), volviendo una y otra vez sobre lo mismo.
Promediando la película – que resulta interesante de analizar, pero a la vez puede agotar un poco- se deja claro el sistema. No vamos a decir qué sucede, pero se explican los motivos de esa especie de prueba de casting para una película. Luego seguirán las escenas y, ya sabiendo esto, veremos con más detalle y atención lo que sucede. Y así, para volver luego entre lo que se ve y… otra cosa.
Esta metapelícula es llamativa y muy creativa en su construcción, y una vez que sabemos de que trata “el sistema” entramos en ese juego comparativo de escenas y actores/personajes, pero de cualquier manera también por momentos resulta agotadora, al repetir y repetir y repetir escenas durante 114 minutos. Las diferencias entre los actores y cómo cada escena cambia en función de quienes las interpretan es lo más rico que esta singular película tiene para ofrecer. Por algún motivo –tal vez por la edad también-, ETERNO RETORNO me hizo acordar un poco también a la última película de Alain Resnais, que trabaja sobre ideas parecidas entre las distintas formas de representación teatral y cinematográfica.
Así, si no me olvido ninguna, cierro la parte de competencia. Me quedan varias paralelas y cortos que vendrán en la próxima y última entrega romana.