Diario del Festival de Roma: Parte 7

Diario del Festival de Roma: Parte 7

por - Críticas
19 Nov, 2012 11:13 | Sin comentarios

El cambio más fuerte, si se quiere, entre las ediciones anteriores del festival de Roma y la de 2012 es la aparición de la sección CINEMAXXI, similar en cierto sentido a lo que este mismo equipo hacía en Orizzonti, en Venecia. El título se puede leer de dos maneras, ya que refiere a dos cosas: […]

El cambio más fuerte, si se quiere, entre las ediciones anteriores del festival de Roma y la de 2012 es la aparición de la sección CINEMAXXI, similar en cierto sentido a lo que este mismo equipo hacía en Orizzonti, en Venecia. El título se puede leer de dos maneras, ya que refiere a dos cosas: como Cinema 21 (se este siglo) o, directamente, como “Cinemaxxi”, ya que se desarrolla en su mayor parte en el MAXXI, el bellísimo Museo de Arte Moderno de Roma, que es usado por primera vez este año para el festival.

Si bien está ubicado apenas a 400 metros del resto de las salas del Auditorium, el público romano fue de a poco apareciendo por el lugar, tomando el hábito de caminar esas pocas cuadras que lo separan de la alfombra roja, los bares, las radios que transmiten en vivo a la calle para encontrarse con este oasis de cine de arte, autor o experimental. Llámenlo como quieran.

Es una sección multipropósito y amplísima, en la que entraron desde consagrados como Paul Verhoeven, Pedro Costa, Víctor Erice, Manoel de Oliveira, Aki Kaurismaki, Peter Greenaway y Mike Figgis hasta cortometrajistas de todo el mundo, totalmente desconocidos. Ya hice mención a algunas de estas películas, seguiré ahora con las que me quedan.

Una gran película es la brasileña AVANTI POPOLO, de Michael “Misha” Wahrmann, finalmente la ganadora de la sección gracias al jurado que presidió Douglas Gordon. En ella, el realizador nacido en Uruguay, que vivió muchos años en Israel y ahora está en San Pablo desde hace ocho, cuenta los encuentros y desencuentros en una misma casa entre un padre y un hijo, mientras escuchan raras canciones de los ’70, ven filmaciones en Super 8 que cuentan la historia familiar y juegan con el perezoso perro.

Eso es apenas la punta del iceberg de lo que pasa en el filme, que transcurre en su mayoría en una casa y siempre con la cámara tomándola, fija, desde casi el mismo ángulo, generando casi la idea de ser un cuadro fijo, casi sin movimientos. Esas no conversaciones entre padre e hijo, esas películas que se muestran, irán dando a entender que hay algo en el pasado de esa familia, que en los ’70 fue militante, que no alcanza a salir a la luz.

Entre canciones, algún paseo y un genial momento de humor cuando Gatti –el hijo- va a visitar a un “superochista” que le cuenta su Dogma 2002, Wahrmann va encontrando la forma de referirse a esa fractura familiar que se produjo entonces, de las cuales se conservan algunos elementos pero de la que no se habla. Escenas de viejas películas brasileñas, más canciones y referencias laterales a un pasado duro pintan esta zona espinosa que  “la alegría brasileña” no siempre se transmite ni, casi, deja ver.

Eugenio Polgovsky, en MITOTE, encuentra la forma de poner a dos Méxicos muy distintos convocados en el Zócalo del DF durante el Mundial 2010. Por un lado, los fans de un evento de Sony que ven el partido en pantalla grande. Tras las cercas que los separan del resto, están personas en huelga, vendedores, sanadores y varias personas que tienen en común la desesperación económica o la sensación de que están pasando a ser culturalmente irrelevantes en un país que prioriza el circo cotidiano frente a las masacres y miserias que se suceden en paralelo.

Polgovsky va acelerando el montaje con la intención de ir creando un caos sensorial, no sólo yendo y viniendo entre esos dos mundos, sino también filmando esculturas en los museos de alrededor del Zócalo, esculturas que muestran el peso de la cultura azteca y los orígenes del lugar. Ese ritmo caótico, ritual, casi tribal, conduce al espectador a e meterse de lleno y vivenciar esa contradictoria experiencia.

Sobre EL OJO DEL TIBURON, de Alejo Hoijman (Argentina) copio aquí lo que también pueden ver en el post sobre Mar del Plata, donde se estrenará el miércoles. Es un notable documental de observación que se centra en la vida de dos adolescentes en una isla remota, en el medio de Nicaragua. La película muestra su vida cotidiana -sus conversaciones, su trabajo, sus relaciones familiares y amistades- en un relato que muestra el choque entre las tradiciones del lugar (la pesca) y la modernidad, que se hace presente en las charlas sobre estrellas pop, los smartphones y la posibilidad -al parecer, certera- de que una de las pocas salidas laborales del lugar sea por la via del narcotráfico.

Pero, básicamente, la película es la historia de una serie de “ritos de pasaje” de la infancia/adolescencia a la adultez a través de estos dos simpáticos personajes que deben enfrentarse a las realidades del mundo mientras empiezan a abandonar la inocencia de los primeros años de sus vidas.

ONCE I ENTERED A GARDEN y GEGENWART son otros dos excepcionales documentales, muy distintos formalmente entre sí, de Avi Mograbi y Thomas Heise, ambos en CinemaXXI también. Mograbi se une a su profesor de árabe para repasar e investigar cómo convivían judíos y palestinos en los años 30, previo a la creación del Estado de Israel, algo que sería imposible de pensar ahora, y menos por estas fechas. Es triste y doloroso encontrar materiales de esos tiempos y compararlos con cómo se vive ahora. Un viaje hacia una zona fronteriza, con el protagonista y su hija (de padre palestino y madre israelí) dejará aún más en evidencia los conflictos permanentes (y asumidos como normales) con los que deben convivir.

GEGENWART apunta indirectamente al pasado, sólo en la referencia del espectador, que no puede evitar pensar en el nazismo y en los campos de exterminio en este seco retrato de un crematoria altamente tecnologizado en la zona del Rhin, en la Alemania actual. El filme describe, paso a paso, los procedimientos y sistemas que se utilizan en estos procesos, sistemas que son vistos como cualquier aparato de alta tecnología, sin tenerse nunca la sensación (salvo por muy pequeños apuntes) que por ahí pasan personas que recién fallecieron y sus dolientes familiares.

TAR, que tiene doce directores supervisados por James Franco, es una película que conecta varios poemas del escritor C.K. Williams, todos del libro TAR, a través de los cuales se va contando su vida, de la infancia hasta la actualidad. Uno imagina que distintos grupos de directores tomaron diferentes segmentos, pero el look es muy unificado. Digamos, para darles una idea, que es una versión light del cine de Terrence Malick, con ese mismo ojo por el detalle, pocos diálogos, voces en off (en este caso, los poemas de Williams) y situaciones que más que contarse se transmiten con apuntes visuales.

Si bien agota un poco el recurso, no es una mala película. Tiene momentos muy agradables y, obvio, las caras de Mila Kunis y Jessica Chastain (interpretando un rol idéntico al de EL ARBOL DE LA VIDA) se pueden mirar y mirar por horas sin necesidad de que haya narración alguna. El look publicitario se vuelve reiterativo, pero la historia de este hombre, de los años ’50 hasta la actualidad, queda bastante bien plasmada en este collage de apuntes y viñetas saturadas de color y luz del sol.

Fuera de competencia estuvo UNA PISTOLA EN CADA MANO que no es argentina, pero podría serlo. Esta comedia dramática de Cesc Gay transcurre a lo largo de unos pocos días en diversos lugares de Barcelona y son, básicamente, seis secuencias separadas, cada una de ellas con dos protagonistas, la mayoría hombres de más de 40. Cada cuentito es autosuficiente en su narración y su formato casi teatral, tanto en lo formal como en la dramaturgia. Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia encarnan a dos amigos que se reencuentran después de muchos años: el español está mal de trabajo y sin dinero, pero bebe y no le importa; al argentino le va bien en la vida pero está medicado con stress y ataques de pánico. Javier Camara va a dejar a su niño a la casa de su ex mujer con la secreta idea de proponerle a ella volver a juntarse, pero lo que sucederá allí lo obligará a repensar la cuestión. Ricardo Darín está en un parque espiando a su esposa, que lo engaña con un hombre, cuando se encuentra con un conocido (Luis Tosar). En las conversaciones surgirán también cuestiones inesperadas.

En el cuarto corto Eduardo Noriega trata de invitar a salir a Candela Peña quien, luego de dudar un poco, le propone ir al baño y hacerlo allí, sin más vueltas. Pero, aquí también, las cosas no salen como el hombre que imagina. Quinto y sexto son concurrentes y lo integran dos parejas cruzadas. En un auto hacia una fiesta van Antonio San Juan y Leonor Watling. Y caminando van Cayetana Guillén y Jordi Mollá. Las parejas están cruzadas, por casualidad, pero en las charlas paralelas, los amigos (Antonio y Jordi) se enterarán, gracias a sus cruzadas mujeres, detalles de la vida del otro que desconocían.

La película tiene apuntes graciosos, es simpática por momentos, emotiva en otros, pero nunca logra trascender esa estructura armadita que da la sensación de que cada “cuadro” tiene una pequeña moraleja para dar acerca del patetismo de los hombres de esa edad. Cada escena de por sí no está mal, es el conjunto el que se termina volviendo demasiado programático, un poco demasiado calculado y más televisivo/teatral que cinematográfico. De cualquier modo, tiene bastantes momentos muy graciosos.

Para no hacer eterno este post y terminar acá el repaso del Festival de Roma vi varios cortos, algunos muy destacables como el portugués QUATRO HORAS DESCALZO, de Ico Costa; el argentino EL RUIDO DE LAS ESTRELLAS ME ATURDE, de Eduardo “Teddy” Williams (que viene de competir en Cannes), tres excelentes cortos experimentales en 3D del OpenEnded Group, de los Estados Unidos, uno del grupo italiano Zapruder (PLETORA) y dos cortos que podría definir como de “lugares”: el bellísimo WATERSCOPE TRANSITIONS, de Carsten Aschmann (que mezcla imágenes submarinas y de diques con diálogos de películas) y el intrigante y casi policial LA MADRE, EL HIJO Y EL ARQUITECTO, en el que Petra Noordkamp muestra una iglesia en Sicilia y cuenta la negra historia del arquitecto que la creo.

Vi una sola película de la sección ALICE EN LAS CIUDADES. Era canadiense, se titulaba BLACKBIRD, la dirigió Jason Buxton y lo mejor que se puede decir de ella es que era una “TV movie” efectivamente narrada sobre un adolescente que va a la cárcel por un crimen que no cometió. Y en la que pasa todo lo que uno imagina que puede pasar en una situación así. Previsible, rutinaria: lo contrario a lo que deberían tener los festivales.