«Cloud Atlas»: una nube de tu memoria

«Cloud Atlas»: una nube de tu memoria

por - Críticas
02 Ene, 2013 05:31 | comentarios

¡Seis historias por el precio de una! La propuesta parece irresistible. CLOUD ATLAS, la adaptación al cine de la novela de David Mitchell, pretende combinar las historias de ese enorme libro de más de 500 páginas -contadas allí secuencialmente- en una suerte de tapiz en el que vamos pasando de una a otra, además de […]

cloud-atlas-poster¡Seis historias por el precio de una! La propuesta parece irresistible. CLOUD ATLAS, la adaptación al cine de la novela de David Mitchell, pretende combinar las historias de ese enorme libro de más de 500 páginas -contadas allí secuencialmente- en una suerte de tapiz en el que vamos pasando de una a otra, además de ir saltando de género y de época con la idea de generar ritmo, velocidad y una conexión temática entre las distintas historias. El problema es que, así, la película se termina pareciendo a un larguísimo trailer de seis películas que nunca terminan de nacer del todo.

Dirigida por Andy y Lana Wachowski, junto a Tom Tykwer, CLOUD ATLAS intenta convertirse en una enorme sinfonía en la que los distintos elementos van combinándose entre sí, cobrando diferentes niveles de importancia a lo largo del relato, como si fueran movimientos e instrumentos de una composición de tres horas sobre la identidad, la lucha contra la dominación, la rebeldía, la transmigración de las almas, el sentido de la vida y cualquier otro tema que se le quiera pegar. El resultado termina siendo un pastiche que sería realmente intragable de no tener los realizadores la capacidad narrativa suficiente como para lograr entretener un poco aún en la más imposible de las historias.

Cloud-Atlas-MovieVayamos por partes. Hay seis historias que empiezan por separado y luego se van cruzando cada vez a mayor velocidad (en un momento, pasada la mitad de la película, calculé que en dos minutos entraban cuatro historias distintas), siempre con una distinta encabezando la trama y las demás funcionando como ecos. Ecos muchas veces «atados con alambres» gracias a frases grandiosas e hilos musicales que cruzan de una a otra. Una particularidad es que cada historia pertenece a una época y a un género diferente. Otra, que los actores son casi siempre los mismos, con los protagónicos de una como secundarios en las otras, y así…

En el siglo XIX se nos cuenta una historia de un hombre que lleva a un esclavo en un barco con la idea de liberarlo pero allí cae enfermo y es atendido por un extraño doctor. En los años ’30, un joven compositor gay es convocado por uno mayor para ayudarlo a componer el «Cloud Atlas Sextet» que será leit motiv de la película. En los años ’70, una periodista investiga a los siniestros ejecutivos de una planta nuclear. En la actualidad, un editor literario se escapa de unas deudas y termina internado en una especie de manicomio del que no lo dejan salir. En el siglo XXII, en algo llamado Neo Seúl, una esclava se escapa junto a un rebelde de una sociedad totalitaria. Y, finalmente, en el siglo XXIV, en un mundo post-apocalíptico, un hombre y una mujer escapan de un ataque canibal y viajan con destino incierto hasta toparse con una… sorpresa.

cloud-atlas-La primera historia está contada como una película de aventuras de época, la segunda como un drama romántico, la tercera como un thriller conspirativo de los ’70, la cuarta como una comedia de enredos, la quinta como una película de ciencia ficción y la última podría considerarse una mezcla de ciencia ficción apocalíptica con casi una violenta historia de acción del tipo medieval o del principio de los tiempos.

Sin entrar en detalles de quién es quién en cada historia, digamos que cada una de ellas tiene un actor diferente como protagonista y ese mismo actor reaparece -en general muy maquillado o «étnicamente modificado»- como secundario o en un cameo en las otras. En el mismo orden cronológico que mencioné antes, los protagonistas son Jim Sturgess, Ben Whishaw, Halle Berry, Jim Broadbent, Doona Bae y Tom Hanks, con Hugo Weaving apareciendo como villano en casi todas ellas.

Hay otro detalle más en la construcción del filme que es importante destacar: todas las historias se conectan dramática y narrativamente entre sí. La primera historia es un libro leído en la segunda, la segunda tiene un personaje en la tercera, la tercera en la cuarta y así, haciendo que muchas de esas historias además tengan a un narrador interno o estén «tercerizadas» por algún mecanismo del relato (una es una película que ven en otra, por ejemplo).

cloud_atlas_11Este complejo enjambre cinematográfico es ambicioso por donde se lo mire, pero en general no funciona. Además de la reiteración del chiste de encontrar disfrazado en una historia al actor de otra, del fastidio que provoca el grotesco maquillaje que utilizan y de un absurdo e incomprensible dialecto que usan en la historia del siglo XXIV, el problema principal de la película es que su salto constante de una a otra historia no permite al espectador hacer pie emocionalmente en ninguna, y la voz en off que intenta tematizar los distintos movimientos y ritmos del filme se termina volviendo tan pomposa como reiterativa.

Según se asegura, los Wachowski dirigieron la primera y las dos últimas, futuristas, mientras que Tykwer se hizo cargo de las del siglo XX y XXI. En mi opinión, las de Tykwer funcionan mejor, en especial la historia de los compositores en 1936 y el policial de los ’70. De los Wachowski interesará más que nada la de Neo Seúl, que tiene muchísimos, casi excesivos, puntos de contacto con MATRIX y, en una escena, hasta con METEORO. Y si bien el montaje logra que las transiciones entre una y otra historia, estética y género sean fluidas, sólo en las escenas que logran extenderse un poco más que unos segundos, la película cobra cierta vida.

Es ahí donde se ve que los tres cineastas tienen una gran capacidad para narrar visualmente, pero que parecen haberse autoboicoteado en pos de una experimentación que no los llevó a ningún lado. Es que, por más que la película pretenda ser «novedosa», su construcción no tiene nada de moderna. Es, más bien, en su machacosa y constante necesidad de atar todos los hilos narrativos y de unir todas las puntas en una especie de fábula new age cósmica, una película vieja, obvia y banal, tan remanida como, finalmente, predecible.

Diego Lerer