«La cabaña del terror»: historias que sólo existen cuando son contadas

«La cabaña del terror»: historias que sólo existen cuando son contadas

por - Críticas
03 Ene, 2013 10:30 | comentarios

Tras un año de metaficciones, de cuentos sobre cuentos, de películas que refieren a otras películas, a la historia del cine, filmes en los que actores actúan de actores haciendo de personajes (tienen para elegir, de HUGO CABRET a ARGO pasando por EL ARTISTA, HOLY MOTORS, TABU y varias más), el 2013 arranca con LA […]

the-cabin-in-the-woods-posterTras un año de metaficciones, de cuentos sobre cuentos, de películas que refieren a otras películas, a la historia del cine, filmes en los que actores actúan de actores haciendo de personajes (tienen para elegir, de HUGO CABRET a ARGO pasando por EL ARTISTA, HOLY MOTORS, TABU y varias más), el 2013 arranca con LA CABAÑA DEL TERROR, otra película que intenta poner en juego cómo nos relacionamos, como espectadores, con los géneros cinematográficos y con el cine en general. También llegan estos días RALPH EL DEMOLEDOR, CLOUD ATLAS y LA VIDA DE PI, otros tres filmes que trabajan sobre ideas similares: los personajes como «roles», las historias como cuentos que se cuentan entre los personajes.

LA CABAÑA DEL TERROR es una película complicada de analizar en su totalidad sin entrar en «spoilers», pero sólo comentaré las cosas que se revelan en la primera media hora del filme. Aún antes de toparnos con los cinco jóvenes universitarios que se van a pasar un fin de semana a una desolada cabaña en el medio del bosque, la película de Drew Goddard y Joss Whedon nos presenta a una suerte de grupo de científicos en lo que parece ser un laboratorio o una empresa con muy sofisticada tecnología.

the-cabin-in-the-woods-1Pronto veremos que ambos mundos se conectan, aunque no sabemos muy bien cómo. Mientras los cinco estereotipados protagonistas empiezan a descubrir, entre juegos sexuales de «manual de película de terror», algunos oscuros secretos que tiene la casa y a vivir las amenazas de unos también prototípicos monstruos del género, vemos que el grupo de científicos los observa, en lo que parece ser un reality show, una especie de juego a lo TRUMAN SHOW (de hecho, uno de los personajes allí se llama Truman) o una competencia mundial a ver quién puede sobrevivir a, bueno, a una película de terror. Es que en su «torre de control», los operarios ven que escenarios similares de terror ocurren en diferentes países y uno se pregunta cómo se conectan con el que estamos viendo.

Mucho más no se puede decir de la trama, salvo para agregar que las cosas pegan un par de sorprendentes e inesperados giros, llevando esa relación entre «ficción» y «realidad» a un lugar, si se quiere, más primal y mitológico. De esta manera, lo que Goddard y Whedon intentan es que el truco irónico de estar en una película de terror y, a la vez, poder verla un poco de afuera, como una serie de elecciones genéricas, no se quede en el simple chiste canchero y de referencias. La ironía está ahí (un pizarrón que hay en esa oficina sin duda obligará a todos los que vean la película en DVD a poner pausa y leerlo con detalle), pero esos personajes que observan con cierta distancia canchera el destino funesto de estos chicos serán también parte de este rompecabezas metafísico.

the-cabin-in-the-woods-2La película es más divertida que terrorífica, más para especialistas del género que para un público casual, ya que la distancia con los hechos nos lleva a mirar todo con ojos de espectador desconfiado, buscando más las referencias con otras películas que abandonándonos del todo a la ficción de los adolescentes. Y aún cuando la película intenta volver a dar vuelta las cartas, la broma está siempre ahí cerca, acaso el único momento donde siento que los creadores del filme debían haber aflojado con los guiños y entregarse del todo a la ficción.

Más allá de esa pequeña duda, la impresión que deja LA CABAÑA DEL TERROR es la de ser una película muchísimo más ingeniosa, creativa y radical que lo que propone últimamente el cada vez más codificado género. Y también, de una manera algo más profunda, se convierte en un homenaje al cine, una relectura intelectual no sólo del género sino de todos los géneros, un oscuro ritual que nos dice que hay algo ancestral, eterno, en el hecho de sentarnos a escuchar cuentos y de alimentarnos del sufrimiento ajeno.