
«La noche más oscura»: buenos muchachos
De todas las películas candidatas al Oscar, la de Kathryn Bigelow es sin dudas la más controvertida y, tal vez por eso, una de las más interesantes de analizar y discutir. En términos narrativos es una película bastante sencilla. Comienza con la pantalla negra mientras se escuchan sonidos de mensajes telefónicos de varias personas que […]
De todas las películas candidatas al Oscar, la de Kathryn Bigelow es sin dudas la más controvertida y, tal vez por eso, una de las más interesantes de analizar y discutir. En términos narrativos es una película bastante sencilla. Comienza con la pantalla negra mientras se escuchan sonidos de mensajes telefónicos de varias personas que estaban en las Torres Gemelas durante el atentado del 11/9 y de ahí pasa directamente a mostrarnos la tarea de los operativos de la CIA tratando de conseguir información para la captura de Osama Bin Laden mediante la tortura, situación que se repite varias veces y con distintos prisioneros y en las que la protagonista, Maya (Jessica Chastain), va pasando de la molestia e incomodidad total a una aceptación del horrendo procedimiento.
Pasando de año a año con carteles que lo indican (también indican lugares y dividen la película en “episodios temáticos”), LA NOCHE MAS OSCURA va mostrando distintas fases de esa búsqueda, que incluye varias pistas falsas, un error notable de uno de los operativos (conviene no adelantarlo) y el encuentro del dato de la persona que es el famoso “correo” de Bin Laden. El filme luego mostrará cómo van cercando a ese correo, las idas y vueltas antes de emprender el asalto a la casa y la ya conocida operación en la que lo matan.
La película se presenta escudada en un tono de “objetividad” periodística. Bigelow parece decir: “esto fue así”, lo cual –supone- no implica tomar partido ni dar una opinión acerca de la forma en la que se capturó a Bin Laden. No se discute si estuvo bien la tortura, si sirvió o no, si tuvo sentido matar a Bin Laden en lugar de tomarlo prisionero. El punto de vista es de los operativos y ellos hacen las cosas “como se hacen”, según los procedimientos implementados por otros y no discuten esas reglas. Cuando asume Obama (a principios de 2009) ven por la TV que el presidente dice que “America no tortura” y, como si nada, dejan de hacerlo. Es la orden que les llega y listo. Son, a su manera, tecnócratas del contraterrorismo. No sabemos muy bien lo que les pasa. Tal vez ellos no lo sepan tampoco.
Sin embargo, no hay ninguna inocencia en plantear este punto de vista para el filme. Bigelow y su guionista Mark Boal logran de esa manera algo que a mí me resulta muy atractivo: que sea el espectador, a la manera de un “test de rorschach”, vea en el filme y en esas escenas lo que quiere ver. Si uno quiere ver un apoyo al uso de la tortura, la película le da esa posibilidad. Si uno quiere verlo como una crítica, también. Si uno quiere ver que Bigelow muestra a sus personajes de manera heroica, puede verlo así. Si uno prefiere pensar que los ve con una luz crítica, también. Como lo hizo también en VIVIR AL LIMITE, no hay casi elementos cinematográficos que apunten para un lado o para el otro.
Sin duda, las escenas de tortura son fuertes, molestas e incómodas. Sin duda la película deja en claro que, más allá de algunas pistas falsas que surgen de datos obtenidos de esa manera, fue un elemento que sirvió para llegar, eventualmente, a encontrar a Osama Bin Laden. Creo que la película no plantea si la tortura es o no útil (uno podría inferir que para ellos lo es, lo cual no quiere decir que esté bien hacerlo), lo que podría plantear –también, dependerá de lo que cada uno quiera ver- es qué efecto tiene en las personas.
Un elemento esencial del relato, para mí, no tiene que ver tanto con la tortura sino con la forma en la que están presentados los personajes, especialmente el de Maya. Queda claro que la mujer vive para atrapar a Bin Laden, pero nunca queda claro porqué y jamás se nos dice que su labor es heroica, noble ni nada parecido. Creo que muchas personas en Estados Unidos asumen que la película está a favor de la tortura porque asumen que la persecución y el castigo a Bin Laden es una causa justa y noble, pero me atrevo a pensar que la cuestión es más complicada que eso.
Creo que la película no justifica la tortura porque no justifica tampoco –o al menos, no del todo- cómo se capturó a Bin Laden, ni las acciones de los personajes. No se nos pide que nos identifiquemos del todo con ellos –tampoco que los miremos con desdén-, lo cual genera una incomodidad en el espectador. Se sabe que el protagonista en el cine es el “lugar” en el que el espectador pone su mirada y su confianza, y por más problemático o complicado que sea, si los actos que cometen no son explícitamente condenables (sino, más bien, dudosos) tendemos a querer que triunfen. Eso, en este caso, nos lleva a pensar que la protagonista triunfa sobre el final y eso valida prácticamente todas las acciones cometidas antes. Pero para mí está más cerca de ser al revés.
Tengo la impresión que Bigelow y Boal sutilmente van dando a entender que la búsqueda de Bin Laden ha perdido todo sentido estratégico y es ya una causa más simbólica que otra cosa. Y, siguiendo esa lógica, achacan la “aceptación de la tortura” no sólo a los operativos de la CIA sino a buena parte de los estadounidenses que, en plan revanchista post 11/9, creyeron que todo valía para vengar a sus caídos. Que la película pasa de golpe del ataque a las Torres a una escena de tortura, dos años después, deja ese link muy claro: “Quieren esto, acá lo tienen”.
Esa, me parece, es la lógica que quiere dejar la película en evidencia. Y tomaría el título original, casi, como sutil prueba. ZERO DARK THIRTY quiere decir, en algún código de inteligencia, las 12.30 de la noche. Es, a primera vista, una referencia a la hora del ataque a la mansión de Bin Laden, pero a mí me resulta una pequeña metáfora para referirse, por decirlo de manera brutal, a haberse “pasado un poco de rosca”, a irse un poco más allá de algunos límites: torturar, matar sin dar opción a la rendición y, si se quiere, hasta invadir un país.
Pensada así, cuando la película muestra a Maya sola en un avión luego de haber cumplido su objetivo, no da la impresión de ser alguien emocionado por su logro, sino más bien alguien perturbado y dañado que, después de muchos años de contener sus emociones, deja entrever lo que le pasa. Y no parece ser orgullo ni la sensación de “misión cumplida”. Casi da la impresión de ser lo contrario, que ella se da cuenta que toda esa dedicación pudo no sólo haber sido inútil en el mundo real sino que el daño de esas experiencias será muy difícil de curar.
Pero, es cierto, LA NOCHE MAS OSCURA no es solamente una película para debatir estos puntos. En términos cinematográficos, uno no inventa nada nuevo al decir que Bigelow sigue teniendo un manejo de la acción y el suspenso en términos “realistas” muy superior a la media de los directores. No hay escena a la que no le inyecte tensión y siempre lo hace “limpiamente”, sin recurrir a trucos ni trampas (casi no hay música, por ejemplo) ni a demasiada espectacularidad visual. Puesta en escena, montaje, actuación: es la Dardenne del cine de suspenso. Entiende que la mejor forma de involucrarnos como espectadores es ponernos en la situación sin “comentarla” de ninguna manera. Y eso, también, es lo que confunde ya que nunca se sabe cuáles son sus simpatías. ¿El torturador? ¿El torturado? ¿El perseguidor? ¿El perseguido? Cada uno hace lo que tiene que hacer y reacciona en función a eso. No hay villanos ni héroes. Son personas en bandos enfrentados y punto.
En ese sentido, sí siento que el filme tiene un problema de tensión narrativa. Me parece que desde que termina la primera parte (digamos, la ligada a la tortura, unos 45 minutos) y empieza la persecución al correo de Bin Laden que permitirá descubrir la casa en cuestión (todo esto será una hora y algo de película, la última), hay otros 45 minutos o más de película, en el medio, que no termina de funcionar del todo, más allá de excelentes secuencias individuales. El problema, para mí, está en que entre escena y escena pasan meses, años, y no hay demasiada conexión entre una cosa y la siguiente; da la impresión de que son secuencias auto-contenidas, sin demasiada ligación narrativa o emocional con lo que vino antes o vendrá después.
De todos modos no estoy diciendo que esas secuencias auto-contenidas no funcionen (hay un bombardeo en un hotel y un operativo fallido que son impresionantes), sólo que parecen estar para hacer un puente entre los primeros y brutales años (la Era Bush) a los “tecnócratas” de Obama, donde la violencia ya no se ejerce de manera ostensible y en el cuerpo, sino mediante mecanismos que mediatizan: cámaras, videos, teléfonos y hasta esas gafas de visión nocturna a través de las que vemos gran parte de la captura de Bin Laden.
Las películas de Bigelow no son las que más se prestan a las clásicas “grandes actuaciones”, pero Chastain logra transmitir esa mezcla de profesionalismo y confusión que su personaje requiere. Es una especialista en lo que hace, pero deja entrever una cierta fragilidad, dejando en claro que no es fácil imponerse en ese “club de la pelea” que es el mundo de los operativos de la CIA. Más complicado es el personaje de Jason Clarke, Dan, con apariencia de tipo común y amable pero capaz de cometer muy sádicos y humillantes actos de tortura. Quizás ahí está el secreto de esta perturbadora película: darnos a entender que esos ignotos y poco recordables “buenos muchachos” que andan entre nosotros pueden cometer las peores aberraciones imaginables.
Qué buena nota, la Dardenne del suspenso, coincido, qué película tan hasta desconcertante por momentos, y el desconcierto, como virtud, qué escaso en el cine de estos días. Se ve que el camino de ese cine realista, casi de crónica periodística que hace Bigelow, con ese estilo seco y esa supuesta (¿supuesta?) búsqueda de objetividad,genera una multiplicidad de sentidos posibles, piensa al espectador como un ser inteligente con el que dialogar, o pensar juntos, algo así.
Es una pena que no sea muy entretenida la peli, como si se le fuera la mano con la sequedad que transmiten esos tecnócratas.
El plano final es puro cine, un poco equivale a aquella inolvidable escena de Vivir al Límite, una peli que me parece llegó más lejos que esta en la exploración de la violencia. ZDT parece más reprimida en ese sentido, con tanto cuidado por no jugarse y limitarse a «mostrar». ¿O será una elección política? Está bueno no saberlo del todo. Espectadores masoquistas, ja!
Coincido en que la película decae en el medio; casi pareciera que no despega más, y creo que es un lastre para su parte final. Particularmente me dejó poder analizar varias cuestiones que muy bien planteas en esta nota,como todas las cuestiones extra cinematográficas, el buen manejo del montaje, las actuaciones, etc.
Lo lamenté al finalizar el visionado, ya que me gusta mucho el cine de KB. De todas formas seguiré siempre atento a cualquiera de sus propuestas.
Jessica Chastain mencionó en los Golden Globe, algo en relación a la dirección de actores de KB en relación a las mujeres. Viéndola actuar, creo que es bastante cierto, ya que hay matices en el personaje de Maya que son realmente todo un hallazgo; cosas menores: como come, como camina, como se sienta, etc.
Creo que lo único que no me creo del personaje, es su inicial incomodidad frente a la tortura; no se ajusta a lo que ella misma inicia minutos (de metraje) después. No veo el puente entre una y otra. La nota en otroscines de Federico (no recuerdo su difícil apellido), aporta bastante mencionando a a esta clase de films que dan prioridad a la rutina o el día a día de determinadas actividades; todos pueden parecer demasiado fríos y desapegados; probablemente les falte esa dosis de poesía de Once Upon in Anatolía, donde el proceso policial y judicial, lento por un lado, pero salpicado notablemente por las pequeñas cosas y comentarios del día a día, eran coronados por esa escena de la joven sirviendo el té. Ese gran momento de cine, pudiera emparentarse tal vez, al mencionado por Mariana, del último plano en el avión. Ahí, la primera impresión no es la tuya Diego, creo que ella llora porque se afloja. Y elige distenderse y soltar, justo en el momento en el que le dicen que está sola, que el avión es sólo para ella. No veo arrepentimiento ni reflexión a tanto sufrimiento. Entiendo que sufrió, que lamenta la muerte de su compañera, pero seguiría buscando a otros y torturando si la dejan. Me acordé a ese otro personaje femenino de Homeland; mujeres que han perdido lo femenino. En realidad lo más femenino de las mujeres que tiene que ver con dar vida.
Me pareció muy acertada tu crítica de la peli. Lo que me temo con la Bigelow, es que tal vez es darle demasiado crédito el pensar que su «neutralidad» es una estrategia, y que ésta sea simplemente una falta de compromiso con la temática que le permite quedar bien con la mayor cantidad de público posible, sin decir nada. Y eso para mí le resta un poco de «corazón» a la peli, y de credibilidad a la directora.
Por otro lado, la peli está bien pero Maya no es ninguna Carrie :)
El tema de la neutralidad, para mí, es estratégica más que de falta de compromiso. Tal vez se la pueda acusar de falsa porque yo creo que no está a favor ni de la tortura ni debe estar convencida de la manera en la que se capturó a Bin Laden, pero si en Estados Unidos hace una película en contra de la captura de Bin Laden y pintando a la CIA como turros, no la va a ver nadie. La estrategia, entonces (o la falsedad, o la táctica) es dejar que cada uno interprete lo que le parezca…
Si viste alguna vez una película de Bigelow o la escuchaste hablar sabés que no puede estar a favor de la tortura. Es ridículo hasta pensarlo. Eso no quiere decir que, al no condenarla explícitamente no pueda ser malentendida, pero suponerla «una agente de la CIA y el Pentágono» es absurdo, por lo menos.
Ahora que vi la pelicula, puedo decir que tu critica me parece que da en el clavo, especialmente en el tema de la libertad que le da al espectador para interpretar la posicion frente a la tortura, esa decision de exponer las situaciones sin juzgarlas, me parece que evita el maniqueismo y es mas adulta…
La escena final en todo caso, es muy sintomatica de lo que siente Bigelow, me parece…
Tambien es impresionante la falta de festejo, de satisfaccion despues del ataque final, ella reconoce el cuerpo, nadie la congratula, se va de la tienda, sola… Magistrales decisiones de puesta en escena, para mi