«Tesis sobre un homicidio»: crónica de una obsesión

«Tesis sobre un homicidio»: crónica de una obsesión

por - Críticas
25 Ene, 2013 10:45 | comentarios

En los casi veinte años de existencia del llamado Nuevo Cine Argentino –término todavía discutido por muchos, pero no por eso menos influyente en la historia del cine y no sólo local-, la prioridad estuvo casi siempre puesta en lo que podríamos denominar “la creación de autores”. El cineasta, por el hecho de serlo o […]

tesisEn los casi veinte años de existencia del llamado Nuevo Cine Argentino –término todavía discutido por muchos, pero no por eso menos influyente en la historia del cine y no sólo local-, la prioridad estuvo casi siempre puesta en lo que podríamos denominar “la creación de autores”. El cineasta, por el hecho de serlo o de querer serlo, aspiraba velozmente al carnet autoral, ubicándose en el centro de la escena y por delante de todos los demás. Los actores con los que trabajaban eran en su mayoría desconocidos, la producción era “made in casa”, el guión lo escribía el propio cineasta incipiente (buena parte de las veces se improvisaba durante el rodaje) quien seguramente contaba hechos muy cercanos a su propia experiencia, sino directamente autobiográficos.

tesis 2Estas formas, como las de todos los “nuevos cines” surgidos internacionalmente desde el neorrealismo italiano hasta la actualidad, son claves a la hora de refundaciones y cambios de paradigmas, pero es raro que perduren eternamente así. Lo habitual en todos los casos –sólo basta una revisión mínima por distintas “nuevas olas”- es que las nuevas generaciones vayan buscando reincorporar esos elementos descartados mientras los “padrinos” de cada movida van estableciendo sus propios mundos y fronteras, persistiendo en su búsqueda o modificándola hasta tornarla irreconocible.

Viendo TESIS SOBRE UN HOMICIDIO, la segunda película dirigida por Hernán Goldfrid, de 33 años, tuve la extraña sensación de estar asistiendo a un intento de cambio de paradigma. Seamos claros: películas alejadas del a esta altura cliché del nuevo cine argentino han habido decenas a lo largo de los años, pero esta película parecía ser la apuesta más fuerte en ir en la dirección contraria. ¿Por qué? Por la idea subyacente de ser un prolijo y destacado exponente industrial, con un guión férreo escrito por un especialista en el género (Patricio Vega) y basado en una premiada novela de Diego Paszkowski, uno de los pocos ejemplos de thriller/best seller de la literatura argentina reciente en ser llevado al cine por un cineasta argentino joven.

tesis 4Y por, básicamente, ser una película “de” Ricardo Darín, lo cual –especialmente en este caso- es casi un género en sí mismo. Se me dirá que Darín ya ha hecho varios filmes así, pero ninguno de ellos responde del todo a esta categoría: ni Fabián Bielinsky ni Juan José Campanella son parte de esa generación de cineastas y las películas que hizo con Trapero siguen siendo “cine de autor”. En este caso, la idea de producto –novela, guión, coproducción, elenco y director, todo como un pack- antecede a todo, casi como una película de estudios a la manera clásica. Como si el cine argentino fuese la industria que no es.

Supongo que esa sensación de cambio de paradigma la tuve al ver el filme por segunda vez, momento en el que uno puede reflexionar aún más acerca de materiales específicos que exceden a la trama. Salvo por algunos pocos momentos, la película es un sistema cerrado y preciso de signos, trucos y trampas, elementos más que nobles de la narración cinematográfica clásica que el Nuevo Cine Argentino casi siempre ha despreciado. Casi por oposición a la “modernidad” cinematográfica imperante, TESIS SOBRE UN HOMICIDIO se planta sobre una base firme y, si se quiere, tradicional: contar una historia, involucrar al espectador, engañarlo por momentos pero, en la mayoría de ellos, tenerlo al alcance de la mano, no permitir que se aburra, que se confunda, que no entienda.

tesis 3Los méritos y los problemas de la película están ahí. A diferencia de la novela, narrada tanto por “el antihéroe” (Darín) como por “el villano” (Alberto Ammann) en capítulos paralelos en primera persona, y en la que la culpabilidad o no del sospechoso se sabe de entrada, Vega/Goldfrid construyen su trama (también muy distinta a la de la novela: para los que la leyeron, Juliette Lewis no existe aquí) desde el punto de vista de Bermúdez (Darín), el profesor de Derecho que investiga el asesinato de una mujer en las escaleras de la facultad convencido que el que lo cometió es un alumno suyo que está intentando ganarle un macabro juego de inteligencia y sagacidad.

La película toma ese punto de vista subjetivo desde su estética, usándola para construir escenas a modo de homenaje, casi, al cine de Hitchcock/De Palma, dándonos a entender, durante buena parte del  relato, que el narrador puede no ser del todo confiable y que su observación de los hechos puede estar distorsionada por esa percepción, teñida de celos o suspicacias profesionales. ¿Es tan culpable como parece o el investigador está viendo causas y consecuencias donde sólo hay casualidades?

tesis 5Thriller cerebral, policial de escritorio, TESIS SOBRE UN HOMICIDIO no tiene demasiadas escenas de suspenso en el sentido tradicional. Su intriga está puesta en si Bermúdez logrará probar que Gonzalo es el asesino y si la hermana de la chica asesinada (Calu Rivero) no será también víctima de ese supuesto criminal, pero desde su puesta en escena parece ocuparse más en ser la crónica de una obsesión, la historia de un hombre brillante que podría, o no, estar siendo manipulado por uno igualmente talentoso, pero más joven. Y si pensamos que los dos protagonistas tienen una historia en común, los motivos que dan forma a esa obsesión crecen aún más.

Tengo la sensación de que el mayor mérito del filme está en lograr construir dos personajes fuertes que se desafían en un juego de inteligencia. Si bien conocemos más a uno que a otro (de hecho, la brillantez de Gonzalo aparece siempre en función de lo que cree Bermúdez), es tentador entrar en ese ajedrez de secretos y mentiras, de suposiciones, ponernos en la mente del protagonista mientras va armando su rompecabezas. Especialmente, claro, si se piensa en ese rompecabezas como una forma curiosa de terapia (un policial que Bermúdez se inventa en su cabeza) más que una trama criminal per se. Y, en ese sentido, el talento de Darín para la composición de personajes atormentados y perversamente encantadores le agrega un enorme grado de credibilidad a la historia.

tesis 6Los problemas están, en mi opinión, en que la película no termina de confiar del todo en el espectador y en que se interese por la perturbada vida mental de los protagonistas. Como si no quedaran claros muchos puntos de la historia, se nos reitera o repite mediante símbolos y motivos un poco trillados por donde pasa y hacia donde va una trama que no es tan complicada después de todo. Esos elementos (una moneda, una daga/cortapapeles, una vieja fotografía o una joya en forma de mariposa) son, por decirlo de algún modo, “trucos de guionista” que cierran, coercionan demasiado la respiración de la película. Son esos “firuletes” que llevan a esta especie de tango entre los dos personajes a convertirse en un baile demasiado adornado.

Tal vez fue en esos momentos más “atados con moño” de la trama en los que sentí más fuertemente esa toma de distancia del filme respecto a los nuevos cines. Si el “cine moderno” se caracteriza por sus tramas abiertas, sus personajes a veces incomprensibles y muchas otras indefinidos, sus tiempos contemplativos y/o reflexivos, en TESIS SOBRE UN HOMICIDIO se apuesta a hacer todo lo contrario: cerrar significados, anticipar sensaciones, conducir a los espectadores con mano firme y segura a través del relato.

En el final, acaso lo único no del todo cerrado del filme, tal vez TESIS… termine soltándose un poco de esas ataduras, entregando un extraño momento de libertad narrativa que seguramente no muchos apreciarán porque es, en cierto modo, una traición a los cerrados significados de casi todo lo que se vio antes. Pero que, a la vez, da la sensación de que hay un cine inteligente posible –profesional, industrial, llamémoslo como sea- cuando se le otorga al espectador un espacio para la duda, para que elija, para que tome sus propias decisiones aún dentro del más estructurado de los relatos.