Festival de Cartagena 2013: encuentros cercanos
Cualquier festival que sea ganado por TABU, de Miguel Gomes, no puede ser un mal festival. Por definición. O, por decirlo de otra manera, un festival que selecciona un jurado que puede ver que, por lejos, la película portuguesa es la mejor de esta y de casi cualquier otra selección, debe ser elogiado no sólo por […]
Cualquier festival que sea ganado por TABU, de Miguel Gomes, no puede ser un mal festival. Por definición. O, por decirlo de otra manera, un festival que selecciona un jurado que puede ver que, por lejos, la película portuguesa es la mejor de esta y de casi cualquier otra selección, debe ser elogiado no sólo por programarla sino por elegir personas que se puedan dar cuenta de la maravilla que tienen frente a sus ojos. Así lo hicieron, por suerte, y le dieron un final feliz a esta nueva edición del Festival de Cartagena.
Estuve allí para dar un taller sobre festivales en el marco de Encuentros Cartagena –ya había estado en 2011- y volví a notar que la programación internacional, mayoritariamente iberoamericana, se compone de una bastante buena selección de las películas de este continente que circulan por el mundo, además de muchas premieres colombianas. Es cierto, hay también un cine más radical y vanguardista iberoamericano que Cartagena casi no toca (hay excepciones, como verán luego), pero lo más importante es que evita esos filmes intrascendentes y mediocres que pululan por muchos de nuestros países.
Se sabe que, muchas veces, los festivales que se realizan en ciudades particularmente turísticas (y Cartagena es de una belleza que nubla la vista) no suelen tener grandes programaciones, ya que la mayoría de las veces lo turístico se vuelve lo primordial y la programación se deja en manos de personas que solo se preocupan por armar unas cuántas galas y poner algunas películas mediocres que no inviten a pensar demasiado en el cine. Cartagena, desde hace algunos años, no lo hace. Se piensa a sí mismo seriamente como un festival de cine y el hecho de que suceda en una de las ciudades más lindas del mundo es, en algún sentido, secundario.
Así como sobre TABU, ya escribí en otros posts sobre algunos otros filmes premiados en la competencia, como la mexicana AQUÍ Y ALLA, de Antonio Méndez Esparza (mejor actor), la española BLANCANIEVES, de Pablo Berger (Premio Especial del Jurado) y la paraguaya 7 CAJAS, de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, que ganaron en la categoría dirección y guión, gracias a un jurado integrado por Paul Schrader y Raoul Peck, entre otros.
Si uno toma en cuenta que en competencia también estaban VIOLA, de Matías Piñeiro, y TANTA AGUA, de Ana Guevara y Leticia Jorge; además de CARNE DE PERRO, de Fernando Guzzoni; EL FUTURO, de Alicia Scherson; INFANCIA CLANDESTINA, de Benjamín Avila; CORES, de Francisco García, DESHORA, de Bárbara Sarasola-Day y LAS LAGRIMAS, de Pablo Delgado Sánchez, entre otras, se puede discutir el resto de la premiación. Pero en general –salvo las excepcionales TABU y VIOLA– las demás integran un grupo muy digno de películas, y el premio a unas u a otras no habría cambiado mucho la apreciación general de la competencia y de la decisión del jurado.
Sí quiero destacar a una película de la competencia que vi en Cartagena (no recibió premios, lamentablemente) y sobre la que, espero, se vuelva a hablar bastante este año. Se trata de la colombiana SEÑORITAS, la opera prima de Lina Rodríguez. Una exploración en la vida de una joven mujer a través de un serie de escenas en las que la vemos con sus parejas, sus amigos, su madre o sola, el filme de la realizadora colombiana residente en Canadá muestra una inusual profundidad para detectar y meterse en los deseos, conflictos, sensaciones y vivencias cotidianas de su protagonista.
La narración no procede de modo convencional, pero no se trata del todo de un filme experimental. Los planos largos que muestran la cotidianeidad de la protagonista van armando levemente una peripecia narrativa clara, en la que habrá situaciones de tensión con sus ocasionales parejas, sus amigas y su madre, pero que no tendrán resoluciones convencionales. Planos secuencia, largas caminatas, diálogos en extremo realistas, Rodríguez sigue a la protagonista como una espía en su cotidianeidad: mientras se pinta, se cambia, se masturba, hace gimnasia, conversa con su madre, tiene sexo en un auto o simplemente camina por la ciudad.
Película urbana, actual, versión en extremo indie de esos mundos que vemos en series como GIRLS o en cierto cine independiente americano, SEÑORITAS es una película extraordinaria y sorprende, especialmente, en el marco de un cine como el colombiano en el que, salvo algunas excepciones (como el cine de Felipe Guerrero, por ejemplo) suele en general mantenerse muy fiel, para bien o para mal, a las formas clásicas de la narración. SEÑORITAS las deconstruye, las subvierte, y llega así mucho más profundo al interior de sus personajes.
La competencia de documentales fue ganada por el filme mexicano EL ALCALDE, de Emiliano Altuna, Carlos Rossini y Diego Osorno, que no vi. Pero doy fe de que tanto el ganador de la Mención Especial del Jurado –SIBILA, de Teresa Arredondo- como el ganador del premio a mejor director –EL OJO DEL TIBURON, de Alejo Hoijman- son dos excepcionales exponentes del género.
De vuelta, aquí uno puede sentir la ausencia en el palmarés de títulos muy buenos como la brasileña DOMESTICA, de Gabriel Mascaro; LA CASA EMAK BAKIA, de Oskar Alegría; OTTO, de Cao Guimaraes y, especialmente, la excelente LA CHICA DEL SUR, de José Luis García (hay varios títulos de esta sección que no vi), pero el jurado eligió películas incuestionables. Bah, al menos dos de tres. Cuando vea EL ALCALDE, les cuento…
Hubo otras categorías con premios, como Gemas, que fue ganada por el documental SEARCHING FOR SUGAR MAN, reciente triunfador en su categoría en el Oscar. El muy buen filme belga OUR CHILDREN, de Joachim Lafosse, y METEORA, del griego/colombiano Spiros Stathoulopoulos, fueron también galardonados. Allí, BARBARA, POST TENEBRAS LUX y NO se quedaron sin premios, lo cual es por lo menos discutible.
En la competencia Colombia al 100% el gran ganador fue el uruguayo Alfredo Soderguit, quien fue elegido como mejor director por el filme de animación ANINA, coproducción con Colombia que recién compitió en la Berlinale. En esta categoría el premio del público fue para EL VIAJE DEL ACORDEON, de Rey Sagbini y Andrew Tucker. El mejor actor fue Alejandro Buitrago por la coproducción colombiano/argentina DESHORA y el premio especial del jurado recayó en LA ETERNA NOCHE DE LAS DOCE LUNAS, de Priscila Padilla.
El premio de la crítica internacional FIPRESCI a la mejor película fue para la celebrada TANTA AGUA, de Ana Guevara y Leticia Jorge (Uruguay) mientras que el Premio Organización Católica Latinoamericana y del Caribe de Comunicación -OCLACC- recayó en BLANCANIEVES, de Pablo Berger (España), con mención especial a la muy buena LAS LAGRIMAS, de Pablo Delgado Sánchez (México).
Ciclos retrospectivos con Harvey Keitel, Paul Schrader, Raoul Peck y Vittorio de Sica, varios “conversatorios” (como le dicen en Colombia a las Mesas Redondas) con los cineastas recién citados (menos De Sica, por motivos obvios), la presencia de Eric Cantona para presentar el documental LOS REBELDES DEL FUTBOL -que me tocó moderar-, y el cierre con el gran éxito argentino de los últimos años, TESIS SOBRE UN HOMICIDIO, de Hernán Goldfrid, marcaron algunos hitos de la muy buena programación del festival que concluyó ayer.
Paralelamente se realizaron los Encuentros Cartagena, en los que participé junto a un grupo de notables cineastas, críticos, productores, programadores y especialistas dando charlas, seminarios, sesiones y consultorías individuales con muchísimos jóvenes (cineastas, directores de festivales, críticos y periodistas) en lo que resulta ser un interesantísimo laboratorio del que, es de esperar, surjan algunas de las más interesantes voces del futuro del cine latinoamericano.
Tuve la oportunidad de ver una copia de trabajo de SEÑORITAS y coincido con vos, Diego, es excelente. Ojalá se pueda ver en el Bafici.
Sí, sería buenísimo si la pasan en BAFICI. Sé que la directora la envío, pero desconozco si está o no programada. Fue una muy grata sorpresa para mí, no me la esperaba.
Se te olvidó nombrar la cantidad de gente que se salió disgustada de una de las funciones de Señoritas, no sé por qué olvidamos que las películas son para el público, independientemente de las exploraciones que se quieran hacer en el lenguaje del cine, que en este caso no fueron las mejores, no entiendo como se puede profundizar en un conjunto de personajes con actuaciones tan deficientes.
Entiendo que haya público al que no le interese la propuesta, ya que es bastante jugada, poco tradicional. Pero del otro cine –del «aceptable», «tradicional»– hay muchos más ejemplos. Me parece buenísimo que se hagan en Colombia más cosas así. Nadie obliga a los espectadores a verlo y estoy seguro que no será un éxito de público, pero me alegra que se tomen riesgos. Entiendo, igual, que pueda no gustarte…
Cada cual con su posición. Y entre otras cosas, ¿no parece un poco absurdo que una película uruguaya gane en la sección «colombiana»?
Respuesta breve: sí.
No vi la película, pero entiendo que es básicamente uruguaya, como DESHORA es argentina.
No deberían participar en esa sección, en realidad.
El problema es que una vez que participan, digamos, tienen los mismos derechos que todas las demás.
Hola Diego. Me gusta leer el blog!
Al enterarme que el actor colombiano (Alejandro Buitrago), gano el premio a mejor actor en el FICCI, recordé tu crítica a la película Deshora de Bárbara Sarasola-Day en la Berlinale 2013, cuando hablas de problemas de actuación del actor colombiano.
No he visto la película, pero me surgen dos preguntas que me gustaría hacerte desde mi posición como cineasta joven colombiano:
¿Porque crees o consideras que este actor gano este premio en el FICCI?
¿A qué te refieres cuando dices que el “actor colombiano telegrafía demasiado evidentemente sus intenciones”?
Gracias.
No podría decirte porqué ganó por el hecho de que no vi todas las películas de la competencia.
Por otro lado: no creo que esté del todo mal el actor. Cuando digo que «telegrafía demasiado sus intenciones», lo que quiero decir es como que en su rostro, en sus gestos, sin necesidad de decir nada, deja notar demasiado evidentemente que es un «buscapleitos», digamos, como si te adelantara todo el tiempo que va a generar problemas y que los está buscando. Con la mirada se nota. Es, un poco, como esos villanos que ponen «cara de villanos» y, sin decir nada, por la forma de abrir los ojos o retorcer la boca te están haciendo saber que no son de fiar. Me hubiera gustado algo más discreto y ambiguo. Igual, insisto, no creo que esté mal, solo que un poco evidente…