Berlinale 2013: Lamas, Leopold, Ballús
Sigo completando mi panorama de la Berlinale desde Buenos Aires, recuperando varias de las películas que me perdí allá, la gran mayoría de ellas de la sección Forum, la cual -es cada vez más claro- resulta la mejor y más consistente sección del festival alemán. Cuando digo «consistente» no me refiero a tradicional ni convencional. […]
Sigo completando mi panorama de la Berlinale desde Buenos Aires, recuperando varias de las películas que me perdí allá, la gran mayoría de ellas de la sección Forum, la cual -es cada vez más claro- resulta la mejor y más consistente sección del festival alemán. Cuando digo «consistente» no me refiero a tradicional ni convencional. Por el contrario, son las películas más riesgosas y, en algunos casos, más radicales de todo el festival. Pero sin dudas todas juntas son las más criteriosamente organizadas de todo el evento. Ahí vamos.
TERRA DE NINGUEM, de Salomé Lamas. Uno podría decir «y el cine portugués lo hizo de nuevo» y no estaría errado. Este documental -de la misma productora de TABU– es una pequeña y discretamente brutal obra maestra acerca de la violencia del poder a partir de una sola entrevista, un solo testimonio y, apenas, cinco o seis planos distintos. El 90% de la película consiste en una entrevista a Paulo, un hombre que cuenta a cámara su pasado como mercenario y «killer» para distintos poderes a lo largo de varias décadas. Como si fuera lo más normal del mundo -sin tener remordimiento alguno-, el hombre cuenta cómo masacraban gente en Angola, cómo fue contratado para liquidar guerrilleros en El Salvador, cómo pasó de ahí a trabajar contra el ETA en el País Vasco, y otros «contratos» por el estilo para gobiernos varios o bien la CIA.
Salvo algunos planos del lugar donde se desarrolla la serie de entrevistas, un curioso sistema de ir numerando las respuestas (con carteles en pantalla) y un sorpresivo final que obliga a replantearse todo lo escuchado hasta ese momento, la película consiste en planos de este hombre contando y justificando, muy tranquilamente, sus crímenes, de una manera que hace recordar a la reciente THE ACT OF KILLING, en la que muchos paramilitares recrean sus asesinatos casi con orgullo. En el caso de Paulo, hay algo que hace recordar a esos thrillers políticos de los ’70, con mercenarios enfrentándose en distintos puntos del mapa a la manera de películas como CARLOS o MUNICH, poniendo en primer plano una red secreta de asesinos profesionales.
Fascinante y repulsivo a la vez, el testimonio no está acompañado por imágenes de archivo. Y eso es un excelente recurso de parte de Lamas, ya que convierte -aún más- al testimonio en un texto tipo ensayo. Hay algo curioso en este testimonio: no hay forma de saber si es verdad o no, algo que se acrecienta aún más con el final, en el que conocemos algo más de la vida de «Paulo». Lamas lo sabe y, en ese sentido, hasta «Paulo» podría ser un actor -a la manera de las películas de Eduardo Coutinho- o un mentiroso. Sería secundario: aquí lo importante no es que esta historia de terror sea real sino que sea verdadera. Y lo es, cinematográficamente al menos. (Forum)
IT’S ALL SO QUIET, de Nanouk Leopold. Una película minimalista al extremo, al punto que uno podría pensar que la directora estuvo viendo algunas películas del nuevo cine argentino reciente, este drama se centra en un hombre solitario que maneja una pequeña granja y debe hacerse cargo de su padre, anciano, que no puede casi moverse de la cama. El filme irá de los momentos entre padre e hijo -puramente descriptivos, casi no hablan entre ellos durante la primera hora del filme- a las actividades diarias de Helmer, el protagonista, que consiste en ocuparse de las vacas y la producción de leche. De a poco iremos notando la atracción que existe entre Helmer y Johan, otro hombre de su edad (unos 50 años) y, promediando el filme, un joven irá a trabajar en la granja generando otra discreta pero notoria zona de atracción sexual sobre la que Helmer, discreto, silencioso y reprimido, prefiere no avanzar.
La información será poca y se irá entregando a cuentagotas. El objetivo de Leopold es poner al espectador en los ritmos de esa vida y en la tremenda soledad del protagonista, que ayuda a bañar y a cambiar a su padre pero parece hacerlo sin demasiado afecto de por medio. Hay un momento en el que la sequedad y contención de Helmer ante determinadas situaciones que se le presentan parece excesiva, pero tendrá sus razones para hacerlo, algo que quedará más claro cuando los personajes, a su manera, se abran un poco y expresen algo parecido a sus sentimientos en esta intrigante, sobria y sutil -acaso, si eso cabe, demasiado sutil- película holandesa. (Panorama)
LA PLAGA, de Neus Ballús. Este documental de observación se centra en un diverso grupo de personas que vive en un pueblo catalán cercano a Barcelona, pero con una vida casi campestre casi, completamente alejada de los ritmos de una gran ciudad. Está Iurie, que trabaja en el campo pero su mayor interés está en la práctica y la competencia de lucha libre. Raúl es su jefe en el campo, que atraviesa la invasión de una plaga que podría hacerle perder todo. De cualquier modo, su madre parece más preocupada en que Raúl coma bien y vea a sus hijos, no como hizo su padre. María, en tanto, es una mujer muy anciana y encorvada que vive en un asilo de ancianos donde la cuida Rosemarie, una inmigrante filipina que trabaja allí con las personas mayores de edad y se pelea y se encariña (a veces las dos cosas al mismo tiempo) con la simpática pero también quejosa y caprichosa anciana. Un quinto personaje de esta sencilla y entradora propuesta es Maribel, una mujer de más de 50 años a la que la falta de trabajo la obliga a prostituirse.
La opera prima de Ballús describe el pueblo a través de estos personajes, cada uno conectado con el otro de maneras directas o indirectas. La película es episódica y el interés crece o decae en función de cada momento. Esa estructura es a veces problemática, ya que nunca profundiza del todo en un personaje y, al ir y venir entre varios, parece no hacer del todo pie nunca en ninguno. Ese es un problema casi inevitable en un filme que intenta ser coral y descriptivo: muchas veces los personajes no terminan de marcar huella y son secundarios a ese todo que es la vida en el lugar. Y eso, sin dudas, Ballús lo capta de manera perfecta. LA PLAGA es un retrato de un verano cadencioso en ese pueblo que esconde, en su aparente calma y tranquilidad, historias complejas de un país en crisis (Forum).