BAFICI 2013: Música y Retrospectiva Vanguardia y Género (15 críticas)
Dos secciones más que sumo a la lista de entradas sobre el BAFICI: la de música y la Retro de Vanguardia y Género (o al menos parte de ella). Seguramente podré agregar alguna que otra película más a las 15 de esta lista previo al BAFICI, pero no estoy muy seguro de tener tiempo. En […]
Dos secciones más que sumo a la lista de entradas sobre el BAFICI: la de música y la Retro de Vanguardia y Género (o al menos parte de ella). Seguramente podré agregar alguna que otra película más a las 15 de esta lista previo al BAFICI, pero no estoy muy seguro de tener tiempo. En principio, mirando la programación del ciclo Música me da la impresión de que hay muchísimos más títulos para ver. En lo que respecta a Retro VyG están las películas de la Trilogía Plaga Zombie, la que no pongo aquí porque no vi ninguna de las tres, ni tampoco ese pequeño ciclo que pinta como una verdadera curiosidad: las películas de Ciencia Ficción Socialista de Alemania del Este. Si no fuera porque son reales, parecen las imaginadas por César Aira para su libro sobre el BAFICI llamado FESTIVAL, el que pueden bajar aquí.
-MUSICA:
LOS PEYOTES: NO TENGO NADA, de Alvaro Cifuentes (Argentina) Este retrato documental, a través de varios años, de la banda de garage rock argentina Los Peyotes es, como el grupo que retrata, sucio, desprolijo, hiperactivo y con energía de sobra. Cifuentes no se plantea hacer un filme demasiado original. Lo suyo es combinar entrevistas que repasan la historia del grupo, varios shows en vivo (algunos de ellos en giras por América latina y Europa) y algunas escenas de backstage en un combo muchas veces visto. Pero la frescura de la banda y de los entrevistados elevan el filme un poco por encima del promedio y justifican, en parte, lo que parece ser una grabación muchas veces bastante amateur de shows y detrás de escena, caos de fueras de foco, cámaras que van para cualquier lado e imágenes rotas. Con otras bandas, esa cosa entre desprolija y amateur podría ser un poco molesta. Aquí, sólo con escuchar cómo suena este grupo que hace más de 15 años viene homenajeando al rock «garajero» americano de los ’60 (digamos, todo lo contenido en el compilado Nuggets, además de bandas de la «British Invasion» más grandes y reconocidas como Beatles, Kinks o Animals), esa suciedad no incomoda. Los Peyotes son carismáticos y caóticos dentro y fuera del escenario, y da la impresión de que no podrían sonar del todo bien aún si quisieran, pero te conquistan a fuerza de energía y actitud punk. Y la película apuesta a -o le sale- algo similar…
INGRID CAVEN: VOIX ET MUSIQUE, de Bertrand Bonello (Francia) En un concierto parisino de la cantante y actriz, ex esposa de Rainer W. Fassbinder, el director de EL PORNOGRAFO puso varias cámaras bastante discretas (ninguna sobre el escenario, siempre el punto de vista es del público, desde distintos puntos y distancias) para filmar esta expresión notable de lo que puede dar hoy una chanteuse, cantante/performer de escenario, transformando cada canción en un pequeño número de cabaret y exudando personalidad en cada nota que sale de su boca. Canta, se tira el piso, lee algunas letras, deja que su banda haga extrañas alquimias musicales sobre el escenario y se mueve de aquí para allá -el fondo siempre es negro- con la potencia y animalidad de una veterana diva, cantando mayormente en francés y alemán. Lo que hace y canta Caven y su pequeña banda nocturna es excepcional y, claramente, se trata una película recomendadísima para los fanáticos de estos géneros en particular (Caven interpreta a Kurt Weill, Erik Satie y Schönberg, entre otros, con una teatralidad marcada). Para ellos, será lo más parecido a ver a la cantante y actriz sobre un escenario porteño.
BIG EASY EXPRESS, de Emmett Malloy (EE.UU.) Uno de los fenómenos más curiosos e intrigantes de la música durante los últimos años es la popularidad que alcanzó el revival de cierto estilo americano al que podríamos definir «old-time music», una mezcla de bluegrass con country, folk y otras yerbas del reservorio de la musicología de ese país. Bandas acústicas armadas de banjo, contrabajo, violines y acordeón que toman su inspiración tanto de viejos estilos de bandas de las décadas del ’20/’30 como de artistas de la talla de Woody Guthrie, los folkies de los ’60 (de Pete Seeger a Crosby, Stills & Nash) y cualquier cosa que The Band haya resucitado en su carrera o que haya inspirado covers de 25 minutos de the Grateful Dead. Old Crow Medicine show acaso es la banda revivalista más conocida, pero sus cultores más populares hoy son los británicos de Mumford & Sons, que adaptan ese sonido y le agregan un condimento pop. Un poco más corridos hacia el indie-hippie (muchos músicos en escena, barbas, túnicas y «lots of love to give») están Edward Sharpe & The Magnetic Zeroes que, a fuerza de ser honestos, son los que mejores canciones tienen de todos ellos. Estas tres bandas se subieron a un tren «vintage» y hicieron una gira por lugares «con onda» de los Estados Unidos, como Marfa, Texas y algún que otro pueblo californiano espiritual donde el sol da sobre las rocas y siempre hay artistas dispuestos a pintarse las suelas de los pies mientras mastican algún tipo de cactus. Este hippie-chic-retro-train-show intenta remedar el mítico Festival Express de 1970 (una gira similar que hicieron Grateful Dead, Janis Joplin y The Band, entre otros) y las bandas parecen pasarlo muy bien en sus shows y tocando y charlando en el tren mientras la gente baila, canta, sube al escenario acompañados de «marching bands», los músicos transpiran poseídos por el espíritu del banjo y del violín, y siempre se puede cantar «this train is bound for glory/this train…» No es que me moleste lo que hacen musicalmente. Hay cosas que me gustan (The Band es uno de mis grupos favoritos de la historia, de hecho), pero cuando se ponen fervorosamente hipertradicionalistas tipo «skiffle band», ese «ritmo loco para gente que no sabe bailar» me resulta casi tan insoportable como el de nuestra murga y el transpirado furor que despierta. En el cine, digámoslo, esa ceremonia mística no se repite tan fácilmente.
THE PUNK SYNDROME, de Jukka Kärkkäinen, J-P Passi (Finlandia) Una película tan simple y sencilla como sorprendentemente noble y generosa, este documental sigue a una banda punk finlandesa integrada por cuatro hombres con Síndrome de Down. Bastante acronológica (el filme va y viene en el tiempo y no intenta nunca contar la historia de la banda ni casi nada de sus integrantes, salvo lo que sucede en tiempo presente) y sin interés por hacer psicología social de salón, la película muestra a la banda tocar, grabar, componer, ir de gira, pelearse, amigarse y todas las actividades habituales y comunes de una banda de rock (ok, tal vez sin alcohol en este caso) y, especialmente, de los documentales sobre bandas de rock. La diferencia que puede existir entre esta banda y casi todas las demás ni se explica ni se referencia ni se analiza: es parte de la realidad. A partir de esa comprensión, fundamental, de dónde colocarse como cineastas, es que la dupla de directores logra un documental grandísimo y pequeñito a la vez, emotivo, de enorme corazón, gran fuerza narrativa y de una humanidad a prueba de ironías, condescendencias y otras yerbas habituales en este tan complicado subgénero que es el documental de rock. Además de eso, la banda de Pertti Kurikan suena seguramente mejor que buena parte de las bandas punk de este planeta…
KIDD LIFE, de Andreas Johnsen (Dinamarca) Estar en el lugar preciso y en el momento indicado acaso sea el mayor mérito del director de este documental acerca del ascenso vertiginoso a la fama en Dinamarca de Kidd, un chico de 22 años, rapero, que un día sube un video a YouTube con un grupo de amigos y en pocos meses se convierte en el músico más vendido, codeándose con las celebridades, la «elite cultural», los reyes y hasta la Primer Ministro de su país que se declara fan. En sólo un año edita un disco que llama Grandes Exitos 2011 y, previsiblemente, para el 2012 la mezcla de fiesta permanente, agotamiento y presión irán convirtiendo a este chico simpático y fiestero en una especie de sombra de sí mismo. La película deja en claro como casi toda una carrera musical (ascenso y caída, «comeback» incluido en el medio) puede hacerse en el curso de un año y cómo, rápidamente, se pasan los 15 minutos de fama y cuestan recuperarlos. A diferencia de otras épocas de la historia del rock, todo este viaje puede hacerse con más inteligencia y ubicuidad que con real talento. Algo parecido es lo que sucede con esta película y con la decisión de Kidd de ser filmado todo el tiempo, aún antes de ser conocido. Hasta sus zonas más oscuras, uno tiene la impresión, son parte del material promocional. Si de velocidad se trata, a Kidd no hay quien le gane: a menos de dos años de empezar ya tiene una biopic.
PAUL WILLIAMS: STILL ALIVE, de Stephen Kessler (EE.UU.) Hay miles de documentales el tipo «¿qué fue de la vida de…?» y el caso Paul Williams daba a la perfección para ser un especial más de VH1: compositor de grandes éxitos de la década del ’70 como «We’ve Only Just Begun» y «Rainy Days and Mondays», de los Carpenters; «Evergreen», de Barbra Streisand (tema de NACE UNA ESTRELLA por el que ganó un Oscar), la banda sonora de EL FANTASMA EN EL PARAISO, de Brian De Palma y de BUGSY MALONE, de Alan Parker, y, en especial, el maravilloso tema de los Muppets, «The Rainbow Connection», entre muchos otros, el hombre desapareció prácticamente del mapa a principios de los ’80 y muy poco se sabe de él hoy. Kessler, director de un corto nominado al Oscar y luego convertido en cineasta de escasa fortuna pese a haber hecho comedias con Chevy Chase y Ben Stiller (hoy dirige publicidades), era un fan de Williams de niño y, creyendo que había muerto (al menos eso dice), se entera que sigue vivo y decide hacer una película sobre él. A diferencia de los documentales convencionales, Kessler decide armar una película que bien podría parecer el backstage de ese documental, mostrando sus esfuerzos por convencer a Williams de filmarlo, su intención de hacerlo rememorar su pasado de éxitos y adicciones (Williams es un hombre muy gracioso y fue invitado unas 50 veces al show de Johnny Carson, además de participar en incontables programas de TV, de concursos hasta EL CRUCERO DEL AMOR y MUJER POLICIA) y su seguimiento del presente del músico, tocando en hoteles a 2×1 para huéspedes, tours por salitas de Winnipeg y una vida por demás convencional de músico en gira. El filme es muy curioso, ya que si bien la presencia permanente del director y su obsesión en mostrar su relación con Williams puede ser un poco agotadora, hay algo que se genera ahí en el orden de lo íntimo y un debate que tiene que ver con distintas posturas a la hora de filmar un documental que es interesantísimo, por más «armado» que también eso esté en la edición. Tratando de no ser nostálgico el filme no puede evitar serlo y, tratando de no ser «una historia de autodescubrimiento y redención», también lo es, pero el sistema funciona, en especial por la amable pero firme actitud de Williams en no sentimentalizar el pasado y no ceder al patetismo que la situación siempre parece estar a punto de hacerlo caer, especialmente tomando en cuenta sus canciones melancólico/melosas y la atmósfera «setentosa» que lo rodea todo. No se habla casi nada, extrañamente, de EL FANTASMA EN EL PARAISO –uno imagina algún problema legal o conflicto ahí-, pero es lo de menos. Lo mejor que tiene el filme es saber transmitir que el presente de un «has been» puede ser mucho más rico y disfrutable que un pasado más sufrido que extrañado. La pelea de estos dos hombres que «vieron tiempos mejores», la termina ganando Williams, el que sigue mirando hacia adelante.
RE:GENERATION MUSIC PROJECT, de Amir Bar-Lev (EE.UU.) Filmación de un proceso de trabajo encargado por la Academia Musical de Estados Unidos (los que hacen los Grammys, digamos) a cinco DJs, que consistía en remixar y adaptar géneros clásicos de la música y entregar un «producto» para un álbum y presentarlo en vivo. Así, el filme sigue a DJ Premier trabajando sobre música clásica (en el segmento más simpático de todos, por el contraste entre este veterano productor de hip-hop con profesores, conductores y músicos clásicos), Mark Ronson trabajando sobre jazz (el segmento más simple y efectivo, ya que no hay gran «esfuerzo» de parte de Ronson, que trabaja más cerca del R&B que del jazz aquí, grabando con The Dap Kings), Skrillex con el rock (amable y poco conflictiva, más allá de las diferencias, la relación laboral del DJ con los ex integrantes de The Doors), Pretty Lights con el country (aquí el contraste sí fue más fuerte y al pobre DJ no le fue fácil lidiar con algunas leyendas de Nashville) y, por último, The Crystal Method con el soul (también fue conflictiva la relación de la dupla con Martha Reeves e incluía la participación de miembros de the Funk Brothers, entre ellos Dennis Coffey). Se trata de una película amable, de esos «behind the scenes» que nos divierte ver a los que nos entretiene asomarnos a los secretos de un proceso de grabación, pero ni el filme en sí ni los resultados musicales de esas colaboraciones forzadas resultan -más allá del respetable deseo de actualizar ciertos géneros musicales clásicos para nuevas generaciones- demasiado logrados.
SOMETHING FROM NOTHING: THE ART OF RAP, de Ice-T (Estados Unidos). Este documental dirigido por el rapero y actor Ice-T lo lleva a entrevistar a los MCs más destacados de la historia del hip-hop norteamericano, de Rakim a KRS-One, de Snoop Dogg a Raekwon, de Run (de DMC) a Kanye West pasando por decenas de otros. Lo que le interesa investigar es cómo todos estos rappers componen y escriben sus letras, una de las cuestiones tal vez menos exploradas (y menos explicables) del género. Así, cada uno de ellos mientras improvisa o rapea a capella ante cámaras cuentas ciertas técnicas, formas y experiencias como letristas y MCs, contando los secretos y consejos que tienen para dar. Para los que nos gusta el hip-hop la película es casi de visión obligatoria, no porque sea especialmente reveladora sino porque surge material muy rico que tiene que ver específicamente con la parte poética del asunto y los cambios en el «delivery» de esas letras a lo largo de cuatro décadas. Lo musical aquí es secundario y casi no se habla del asunto. El eje pasa por entender cuestiones que a muchos fans del hip-hop que no hablan bien inglés les puede resultar inexpugnables, ya que si hay letras complejas de deducir e interpretar por la cantidad de referencias internas y de slang que tienen son las de este género. Creo igual que los testimonios van armando un tapiz del género que permiten claramente ver los cambios y evoluciones a lo largo de esa gran historia musical no del todo celebrada ni reconocida culturamente.
SHUT UP AND PLAY THE HITS, de Will Lovelace y Dylan Southern (Estados Unidos) Los directores de NO DISTANCE LEFT TO RUN, el documental sobre Blur, vuelven a aplicar su buen manejo del género en este filme que narra los preparativos y el show final de LCD Soundsystem, la banda que su líder James Murphy decidió, digamos, discontinuar. El documental incluye una entrevista a Murphy (que hace Chuck Klosterman) que se va escuchando a lo largo del filme mezclada con un detrás de escena de la previa y del show y, por supuesto, gran parte de esa despedida a lleno total en el Madison Square Garden, muy poco después de la presentación de la banda aquí en Buenos Aires, en la que hay invitados como Arcade Fire, entre otros. El potente y enérgico sonido que mezcla punk, pop y electrónica de la banda es perfecto para la función de cierre, abierta, que tendrá este filme en el BAFICI (especialmente importante será que cuente con buen sonido), pero para los que vean el filme en una circunstancia no tan «estadio», además del notable show, es fascinante escucharlo a Murphy reflexionar sobre su música y especialmente sobre su retiro, a los 41 años, porque dice sentirse demasiado viejo para andar de giras todo el tiempo y prefiere tener más tiempo sacar a pasear a su perro o «para prepararme café…» Un músico talentoso e inteligente en una película alejada de los clichés de las vidas de rockstars y que, como la música de Murphy, es enérgica, emotiva y muy ácida.
DE OCCULTA PHILOSOPHIA, de Daniel Villamediana (España) No me pregunten motivos, pero tengo una predilección llamativa por la música barroca. No soy una persona que escuche música clásica ni música antigua más que lo normal, pero con lo barroco y, en particular, con Monteverdi, algo se me mueve. Y nada mejor que esta película sobre, bueno, sobre música barroca, pero darme el gusto de disfrutarla. Un iglesia en algún lugar de España, un hombre que construye un clave, un grupo que interpreta composiciones, conversaciones sobre musicología. Eso, simplemente, 70 minutos reposados, tranquilos, tal vez no muy coherentes narrativamente (la película no es sobre el luthier, ni del todo sobre el grupo, ni sobre la iglesia, ni sobre el lugar: es un mix de todas esas películas) pero muy placenteros musicalmente, al menos para los que disfrutamos este estilo en su expresión más auténtica, de lo sacro a lo romántico, y así.
-RETROSPECTIVA VANGUARDIA Y GENERO:
AL FIN LLEGO EL AMOR, de Peter Bogdanovich (EE.UU., 1975) Muy simpático musical del director de LUNA DE PAPEL que fue muy maltratado en su época, como lo fueron los brillantes NEW YORK NEW YORK, de Martin Scorsese (con el que tiene algún punto de contacto) y, sobre todo, GOLPE AL CORAZON, de Francis Ford Coppola. Vale la pena rever las desventuras amorosas de Cybill Shepherd, Burt Reynolds y companía acompañados de las hermosas canciones de Cole Porter.
EL REY DE LA COMEDIA, de Martin Scorsese (EE.UU., 1983) Otra película maldita, en la que Robert De Niro y Jerry Lewis se unen para poner en escena la relación tensa que se genera entre un famoso conductor de un talk show (encarnado por un Lewis más seco y amargo que nunca) que es secuestrado por un obsesivo fan suyo y aspirante a «stand up comedian» (De Niro) ayudado por su muy bizarra amiga (Sandra Bernhard). No es tan cómica como el título parece sugerir. Al contrario. Junto a DESPUES DE HORA, son las miradas de Scorsese a la oscuridad de los Estados Unidos reaganianos de mediados de los ’80.
EL CLUB DE LOS CINCO, de John Hughes (EE.UU., 1985) Para los que teníamos en esa época una edad similar a la de los protagonistas del filme, sin dudas se trata de un clásico inoxidable. Tal vez no sea una obra maestra, no lo sé, pero sí sé que se convirtió en una película de época, como para otros puede serlo DAZED AND CONFUSED, por ejemplo, aunque mucho más mainstream en su estética. Los actores de esa película -Emilio Estevez, Ally Sheedy, Anthony Michael Hall, Judd Nelson y Molly Ringwald- son hoy los veteranos miembros del inolvidable Brat Pack. Hughes, que murió en 2009, va en camino a convertirse en leyenda.
LA MOSCA, de David Cronenberg (EE.UU., 1986) El «ochentoso» ciclo sigue con otro clásico, tal vez el mayor éxito comercial de la carrera de Cronenberg. Los que imaginan una superproducción de acción y suspenso (tipo superhéroes), o los que esperan una película de terror similar a las que se hacen hoy, pueden olvidarlo. LA MOSCA está más cerca de ser una tragedia, una opera oscura y dolorosa (muy dolorosa) de un director que nunca ha traicionado su forma de mirar el mundo. Y de representarlo…
SOBREVIVEN!, de John Carpenter (EE.UU., 1988) La película «antisistema» por excelencia, tiene a un héroe que descubre tirados por ahí un par de anteojos que le permiten ver las cosas como realmente son (una publicidad de Coca-Cola, por ejemplo, la ve con un simple slogan «Buy» o «Consume») y que, de ahí, va adivinando que los habitantes de la Tierra pueden estar siendo cooptados de maneras insospechadas. Seca, dura y con combates bastante ralistas (de entrada nomás hay una pelea a golpes de puño que dura más de 5 minutos). Claramente anti-reaganiana y notablemente clase B, es la película favorita de Slavoj Zizek a la hora de analizar lo que él llama «la máquina ideológica de Hollywood».
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